Vecinos invasores: Cuando la fauna nativa puede afectar los equilibrios ecosistemicos

Vecinos invasores: Cuando la fauna nativa puede afectar los equilibrios ecosistemicos

Por: Jorge Leichtle | 28.12.2024
Si bien el impacto antrópico suele asociarse con la pérdida de hábitats y la disminución de la biodiversidad, no siempre resulta negativo para los animales silvestres. En algunos casos, ciertas especies nativas han logrado adaptarse e incluso prosperar en entornos modificados, llegando incluso a convertirse en lo que podría denominarse "fauna nativa invasora”.

¿Puede una especie nativa considerarse invasora? Tal vez el solo hecho de plantear esta pregunta genere inmediato rechazo por muchas personas, ya que por definición, una especie nativa es aquella que se encuentra de forma natural en una región o ecosistema determinado. Estas forman parte del equilibrio ecológico local, interactuando con otros organismos y el ambiente de manera que contribuyen a la funcionalidad y estabilidad del ecosistema.

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A diferencia de las especies exóticas invasoras, las nativas están adaptadas a las condiciones ambientales, climáticas y biológicas de su área de distribución natural. Sin embargo, su estatus como "nativa" se refiere únicamente a su presencia en un lugar específico; una especie puede ser nativa en una región, pero considerada invasora si expande su rango a nuevas áreas debido a cambios ambientales o actividades humanas.

Si bien el impacto antrópico suele asociarse con la pérdida de hábitats y la disminución de la biodiversidad, no siempre resulta negativo para los animales silvestres. En algunos casos, ciertas especies nativas han logrado adaptarse e incluso prosperar en entornos modificados, llegando incluso a convertirse en lo que podría denominarse "fauna nativa invasora”.

Algunos ejemplos son los mapaches (Procyon lotor), los osos negros (Ursus americanus) y los cuervos (Corvus brachyrhynchos). Estas especies han encontrado oportunidades únicas en los entornos urbanos y suburbanos gracias a la disponibilidad de alimentos, refugio y la ausencia de depredadores naturales. Sin embargo, a pesar de sus notables adaptaciones, las especies nativas invasoras pueden representar un desafío significativo para la mantención de ecosistemas saludables y la biodiversidad.

¿Qué pasa en Chile?

Si bien es cierto que en Chile algunas especies nativas se han visto favorecidas por los entornos urbanos, como el zorzal (Turdus falcklandii) o la lagartija esbelta (Liolaemus tenuis), estas no podrían ser categorizadas como especies nativas invasoras, ya que su expansión en áreas urbanas no ha generado impactos significativos en la biodiversidad local ni en los ecosistemas circundantes.

En el contexto chileno, tal vez el caso más emblemático para ser categorizado como “fauna nativa invasora”, es la gaviota dominicana (Larus dominicanus). Esta ave posee una dieta omnívora de tipo generalista y oportunista, que incluye peces e invertebrados tanto marinos como de agua dulce, artrópodos terrestres, lombrices, huevos, reptiles, anfibios, pequeños mamíferos, polluelos y aves adultas, así como todo tipo de carroña, elementos vegetales y basura.

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El aumento en la población de gaviotas dominicanas está estrechamente vinculado a factores derivados de las actividades humanas: el acceso constante a recursos alimenticios en vertederos, puertos y áreas urbanas; la disminución de depredadores y competidores naturales en entornos urbanos; y su notable capacidad de adaptación conductual. Gracias a este comportamiento oportunista, han logrado colonizar ciudades a lo largo de Chile, desde Arica hasta Punta Arenas, estableciendo colonias en techos de edificios, zonas portuarias y riberas de ríos urbanos.

Aunque se trata de una especie nativa, el aumento desproporcionado de la población de gaviotas dominicanas puede generar efectos negativos en los ecosistemas. Uno de los principales impactos es la competencia por recursos con otras aves locales más especializadas, como gaviotines y cormoranes, lo que puede desplazar a estas especies y alterar el equilibrio ecológico de la zona.

Otro problema significativo son sus deposiciones, que no solo ensucian edificios, vehículos y espacios públicos, sino que también pueden causar daños estructurales en techos y monumentos debido a la acumulación de excremento ácido. Esto representa costos elevados en términos de limpieza y mantenimiento. Asimismo, su proximidad constante a fuentes de alimentos humanos, como vertederos y mercados, aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas, ya que las gaviotas pueden actuar como vectores de patógenos que afectan tanto a los humanos como a otras especies de fauna urbana.

La presencia de gaviotas en aeropuertos o áreas cercanas también incrementa el riesgo de colisiones con aeronaves, lo que supone un peligro para la seguridad aérea. En espacios urbanos, estas aves también pueden provocar accidentes menores, como choques vehiculares al distraer a conductores o interferir en el tráfico. Por último, su comportamiento oportunista y su capacidad para adaptarse a entornos antropizados pueden provocar una pérdida de diversidad ecológica, ya que tienden a dominar el espacio y los recursos, transformando los ecosistemas locales en hábitats homogéneos menos favorables para otras especies.

Evidentemente, el principal culpable de esta invasión urbana no es la gaviota dominicana, ya que a pesar de los impactos que puede generar en entornos urbanos, cumple un rol ecológico esencial en los ecosistemas naturales como carroñera, dispersora de semillas y reguladora de ciertas poblaciones animales.

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Sin embargo, su creciente presencia en ciudades y su comportamiento oportunista reflejan los profundos cambios generados por la acción antrópica. La modificación de hábitats, la disponibilidad de alimentos de origen humano y la disminución de depredadores naturales han incentivado esta expansión. Reconocer la influencia humana en este fenómeno es crucial para diseñar estrategias que permitan una convivencia armónica, asegurando tanto la protección de la biodiversidad como el equilibrio en los ecosistemas urbanos.