El miércoles por la noche, un parrillero de 40 años colapsó mientras atendía a unos clientes en el restaurante La Cabrera, ubicado en Mendoza, Argentina.

El hombre sufrió un infarto fulminante que dejó atónitos tanto a sus compañeros como a los clientes presentes.

Aunque los paramédicos llegaron rápidamente al lugar para intentar reanimarlo, no pudieron salvarle la vida.

Lo que comenzó como una tragedia inesperada pronto se tornó aún más insólito. Mientras el cuerpo del trabajador permanecía en el suelo, sus compañeros de trabajo continuaron atendiendo a los clientes, obligados a seguir con sus tareas como si nada hubiera sucedido.

Según testigos citados por el medio Mendoza Today, el restaurante no interrumpió su servicio, operando hasta la una de la madrugada, horario habitual de cierre.

Al día siguiente, la situación no fue diferente. El restaurante abrió sus puertas nuevamente sin emitir ningún comunicado oficial sobre el fallecimiento ni ofrecer apoyo psicológico a los empleados, quienes quedaron visiblemente afectados por el dramático evento.

La decisión de mantener el funcionamiento normal del restaurante, incluso en medio de la tragedia, ha generado una ola de indignación.

Clientes y observadores cuestionan la falta de sensibilidad por parte de los responsables del local, quienes aparentemente priorizaron la continuidad del negocio por sobre el bienestar de su equipo.