De acuerdo con la Encuesta de Salud, Seguridad Alimentaria y Calidad de Vida (ESSALCAVI), 2 de cada 10 adultos mayores en Chile asegura haber no consumido o consumido poca variedad de alimentos saludables por falta de dinero.

El estudio desarrollado por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile mide el riesgo de Inseguridad Alimentaria (IA).

Esto es la disponibilidad limitada o incierta de alimentos que es atravesada por diferentes variantes sociodemográficas, económicas, conocimientos nutricionales, redes de apoyo, entre otras.

Desde la vereda económica, este factor es determinante a la hora de configurar el acceso a alimentación de calidad en adultos mayores.

El estudio reveló que un 21% de los entrevistados aseguró no comer y un 23% consumir poca variedad de alimentos nutritivos y saludables por falta de dinero.

De hecho, un 5,6% expresó que ha pasado un día entero sin alimentarse por falta de recursos.

En ese contexto, los productos considerados los más caros e inalcanzables por los adultos mayores son las carnes (89,8%), productos del mar (79,1%) y las verduras (61,4%).

Sin embargo, existen otros factores que aumentan los índices de Inseguridad Alimentaria en personas de la tercera edad.

Este índice es mayor cuando el adulto mayor sufre de depresión, soledad o experimenta insatisfacción por la vida.

En esa línea, el 26,8% de los encuestados manifestó alguno de estos problemas, siendo el factor residencia el que aporta datos más reveladores.

Esto porque fue en la Zona Norte donde la Inseguridad Alimentaria alcanza un mayor riesgo, registrando un 37,5%, mientras que en la Macrozona Centro se obtuvo un 23,4%.

Sin embargo, la IA también es fuertemente impulsada por el factor higiene y cuidado bucal.

La investigación arrojó que a la mitad de los encuestados les faltan todos o la mayoría de sus dientes, incrementando el riesgo de IA.

Así mismo, el 52% de los adultos mayores en Chile manifestó problemas para leer la información en envases de alimentos.

Para el desarrollo de la encuesta se entrevistaron a 1.171 mayores de 65 años, residentes en 88 comunas del país de zonas urbanas como rurales.

Con la encuesta se recopilaron antecedentes como la condición socioeconómica, autopercepción de salud y calidad de vida, limitaciones funcionales, enfermedades crónicas, depresión y entre otras aspectos.