Crisis de representación: La necesidad de ir más allá de las elecciones municipales
«Los pueblos no son revolucionarios; pero a veces se ponen revolucionarios» fue una consigna que resonaba fuertemente en las calles ibéricas durante la Guerra Civil Española. Lo anterior implica que la población, en momentos dados, rompe con lo tradicional, renueva los anhelos de una vida distinta, lucha y se desata; para luego volver a un resurgir conservador, a defender el status quo.
De esta forma, las sociedades que han encauzado revoluciones no viven en un período de rebeldía eterno. La Revolución Rusa, por ejemplo, que dio vida a la URSS durante siete décadas, no fue un impedimento para que se instalara un régimen de oligarcas en la Rusia postsoviética.
Y así como pasó con los procesos revolucionarios del siglo XX, con sus magnitudes y complejidades, ocurrió en el Chile moderno. El ánimo de despertar las transformaciones sociales durante el estallido social, alimentado por el descontento contra las otrora autoridades, al poco andar resultó truncado. El desenlace es bien conocido por todos: el Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución fracasó y nunca se materializaron reformas estructurales al modelo.
Hoy por hoy, tenemos un poder político altamente desprestigiado. En marzo del presente año Cadem mostraba que -a lo menos- un 75% de sus encuestados evaluó en forma insuficiente al sistema político. Se trata, pues, de una crisis de representación que desborda a las esferas de poder, evidenciando que en la población existe una apatía contra el establishment.
Este fenómeno explica por qué han proliferado partidos populistas que, gracias a su retórica contraria a las respectivas ideas del bloque gobernante, se han favorecido con el ambiente socio-político.
En su momento fue la Lista del Pueblo para la Convención Constitucional, con su crítica a los denominados “mismos de siempre”; posteriormente se vio un robusto Partido de la Gente para las elecciones del 2021, beneficiado por su ataque transversal hacia izquierdas y derecha; y, así pues, en mayo de 2023 el Partido Republicano se vio fortalecido por su fuerte oposición al gobierno de Gabriel Boric Font.
De esta forma, llegamos a un escenario incierto. En poco tiempo más la sociedad chilena deberá participar en los comicios electorales para elegir a sus representantes en los gobiernos municipales y regionales. Con un oficialismo centrado en evitar el avance de la derecha y una oposición cada vez más obstruccionista, poco y nada se ha avanzado en atender las causas de la crisis de representación.
Frente a ese escenario, se vuelve menester no solamente quedarse con emitir el sufragio en las elecciones del 26 y 27 de octubre, sino que, a su vez, es esencial aprovechar esta instancia para comprender la relevancia de organizarse y deliberar en la discusión local. La forma más elemental de la política no parte en los palacios de gobierno ni en los parlamentos, sino que inicia desde los territorios.
Por años hemos creído que políticos son solo aquellos sujetos de elegantes vestidos que se sientan a discutir y pelearse por horas. Hoy se vuelve necesario corregir la percepción que tenemos, como población, sobre nuestra incidencia en el plano político. Las Juntas de Vecinos, comités locales, centros de estudiantes, clubes deportivos, etc. son los espacios donde inicia la política.
El ser humano, tal como señalara Aristóteles, es un ser político por naturaleza, toda vez que la especie humana posee la capacidad de crear sociedades y organizarse en ciudades. Ergo, las y los ciudadanos somos actores políticos dotados de las capacidades para incidir no solamente desde el punto de vista electoral, sino que también desde la organización y la deliberación local.
La expresión del principio «Los pueblos no son revolucionarios; pero a veces se ponen revolucionarios» acierta en cuanto a los altibajos de los procesos sociales. Ningún pueblo vive una revolución perenne. Así como existen avances, habrá retrocesos. Hoy, sin embargo, es necesario retomar los anhelos de cambios.
Frente a la vorágine de la crisis de representación, es necesario responder con la participación colectiva y el robustecimiento de la incidencia política de la población. Tal como afirmaba Luis Emilio Recabarren, una figura imprescindible en el movimiento obrero chileno, «Todo el bienestar que queremos debemos confiarlo a nuestra fuerza organizada».