La lucha de Eduardo Contreras y Gladys Marín para presentar la primera querella contra Pinochet
Era el lunes 12 de enero de 1998 cuando el abogado especializado en Derechos Humanos, Eduardo Contreras, llegó acompañado de la secretaria general del Partido Comunista, Gladys Marín, al Palacio de Tribunales. En sus manos llevaban el escrito que supondría la primera querella en contra Augusto Pinochet, quien en ese momento era el vigente comandante en jefe del Ejército, y quien además estaba a punto de convertirse en senador vitalicio.
La historia de ese momento que marcó el primer paso para que el dictador enfrentara a la Justicia la reconstruyó el periodista Richard Sandoval en su libro La sonrisa de Gladys (Planeta), un hecho histórico que ha vuelto a la memoria a raíz del fallecimiento de Eduardo Contreras a los 84 años de edad el pasado lunes.
Es así como hace 26 años, "Eduardo y Gladys llegan con mucho ímpetu al viejo edificio santiaguino, pero se encuentran con una cola de entre cinco a diez minutos que los obliga a detenerse. “Hasta que llegó el momento en que Gladys pudo acceder al mesón y presentar el escrito. Lo timbraron, nos miramos todos, no había prensa, nos dimos vuelta y nos fuimos”, recordó Contreras en un trabajo de CNN Chile a veinte años de la presentación", se lee en el capítulo del libro Frente a Pinochet.
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Lágrimas
“Cuando entregamos la querella Gladys tenía lágrimas en los ojos, estaba conmovida. Me abrazó y me dijo: Eduardo, estamos cambiando la historia”, relata Contreras en el libro.
"En la época de la investigación fue la periodista Catalina García -ayudante de investigación para el libro- quien conversó telefónicamente con Eduardo, quien ya estaba disminuido a partir de enfermedades. Él recordó detalles muy íntimos, como haber mirado a Gladys y verla con lágrimas en los ojos", detalla Sandoval, en conversación con El Desconcierto, sobre la indagación para reconstruir ese momento.
Una época que a pesar de llevar casi 8 años de democracia aún seguía tutelada por poderos fácticos. Sin ir más lejos la propia Gladys Marín había estado en la cárcel en 1996 durante 8 días, luego de ser detenida bajo el cargo injurias y calumnias en contra de Augusto Pinochet. "O sea, tenías a la presidenta de un partido político, en democracia, presa, como una delincuente común, por hablar de los crímenes cometidos por un dictador, uno que asesinó a su propio esposo. Era una situación aberrante que explica la normalidad de la impunidad con que Chile transicionó hacia una democracia totalmente coja", reflexiona el periodista.
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Impunidad
Es en contexto en que se gesta lo hecho por Contreras y Marín, a los cuales unía "una relación de compañerismo en el trabajo, en los valores políticos, y en la firme convicción de que Pinochet no podía quedar impune. Eduardo Contreras es un símbolo de la lucha de muchos que no se rindieron ante la impunidad", agrega Sandoval.
En un momento, además, en que no había mucha esperanza en que una acción judicial de este tipo pudiera prosperar debido a que la Corte estaba dominada por una sensibilidad de derecha. Incluso el abogado Nelson Caucoto, tal como recordó en un reportaje de CNN a 20 años de sucedido los hechos, aseguró que "no daba un peso por esa querella, yo sabía que se había presentado, pero no daba ninguna posibilidad de éxito ni factibilidad en términos de ser acogida por un tribunal chileno".
"Había incredulidad respecto al éxito que pudiera tener una jugada judicial contra Pinochet. Recordemos que la constitución lo amparaba como senador con fuero hasta su muerte. La Corte seguía con mayoría de jueces de derecha y pinochetistas", agrega el autor de La sonrisa de Gladys.
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Desafueros
Es por esto que nadie espera que el juez Juan Guzmán Tapia se la jugara por el relato de las víctimas. "Los trámites de la investigación van paulatinamente generando una convicción en el juez Guzmán respecto de la culpabilidad de Pinochet. (...) cuando pude comprobar el apego a la verdad de los testigos -relata-, la vehemencia de sus afirmaciones, y la emoción que surgía de sus relatos pude convencerme paulatinamente, poco a poco, de la absoluta veracidad de sus dichos", se lee en el mismo capítulo antes mencionado, en una cita a una mesa jurídica de la Universidad de Chile a 20 años de la presentación de la querella.
Por lo que "solicité entonces los desafueros y pronuncié los procesamientos correspondientes. El general Pinochet fue desaforado en diversas oportunidades y fue solicitado su desafuero también en, causa que nos interesa, que es calle Conferencia… fue la primera solicitud de desafuero y por muy pocos votos no se accedió al desafuero, posiblemente porque no se creía aún que podía llegarse por esta vía a su procesamiento", relata Guzmán.
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Londres
A pesar de que no se consiguió el desafuero fue un verdadero dique en la impunidad que dominaba en la época. "Se trata de la primera vez que la justicia chilena acoge a trámite una querella en contra del general Pinochet, y es el primer paso para la detención de Pinochet en Londres, concretada apenas algunos meses después, gracias al trabajo del juez español Baltazar Garzón. Gladys Marín, quien en mayo se presentó frente a Garzón para contar su historia y la de miles de chilenos, valora en sus memorias que “yo fui la primera persona que declaró ante Garzón en el nuevo proceso que abrió contra Pinochet (...) yo llevé la querella por la operación Cóndor, y a ella recurrió Garzón para entablar el nuevo proceso a Pinochet, y lograr su encarcelamiento en Londres”, se lee en La sonrisa de Gladys.
"Lo más valioso es la noción del colectivo en la lucha por encarcelar a Pinochet. La querella, y la detención de Pinochet, son hitos que se dan luego de mucho trabajo de recopilación de información, de viajes a Paraguay, a Buenos Aires. Fue un esfuerzo colectivo gigante que permitió que un grupo de abogados y abogadas llegara esa jornada a Tribunales a hacer historia", asevera Sandoval.
Eduardo Contreras
Así para la memoria colectiva del país, "recordar a Eduardo Contreras es recordar que Pinochet estuvo preso, que la impunidad se puede vencer, y que fueron y siguen siendo miles quienes luchan para derrotarla. Hay que destacar la valentía también. A Eduardo Contreras y otros abogados les lanzaron gatos muertos a sus casas. Los amenazaron. Y a pesar de todo eso, ellos siguieron trabajando", cierra.