Sudán: La crisis humanitaria que nadie ve
En el contexto actual la tercera Guerra Civil de Sudán emerge como un claro ejemplo de los urgentes desafíos en la búsqueda de la paz y la superación de los conflictos humanitarios. Según datos de la ONU, el conflicto armado ya tiene 14 mil personas fallecidas, 8 millones desplazadas, la utilización de la violación como táctica de guerra y el reclutamiento de niños en las filas del conflicto.
[Te puede interesar] Primer ministro de Gran Bretaña confirmó que se adelantarán las elecciones generales
A esto se suma la emergencia de un brote de cólera y una situación alimentaria crítica, factores que contribuyen a una crisis humanitaria de proporciones inéditas, dejando así profundas marcas en la cohesión social del país.
Todo ello requiere una pronta y decidida intervención por parte de la comunidad internacional, la que aún Sudán espera intensamente.
Desde abril de 2023 Sudán se encuentra inmerso en un conflicto armado que ha generado violentos enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF), lideradas por Abdelfatah al Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), un grupo paramilitar bajo el mando de Mohamed Hamdan Dagalo.
En medio de este caos, Burhan ha acusado al grupo rebelde paramilitar de llevar a cabo crímenes de guerra, incluida una despiadada "limpieza étnica" destinada a erradicar a la tribu "no árabe" Masalit.
El conflicto en Sudán tiene un largo contexto histórico. Arraigado en décadas de inestabilidad, se remonta a la era de la Guerra Fría, y ha experimentado diversos golpes de Estado en los últimos 60 años. Este largo período de agitación política ha dado lugar a una crisis humanitaria crónica y a una migración masiva de hombres, mujeres y niños en busca de seguridad y estabilidad.
Situado en la región del África Subsahariana, Sudán -al igual que otros tantos países de la zona- ha sido históricamente una víctima de la intervención extranjera, marcada por el legado del colonialismo. En primera instancia como colonia británica, el convulsionado país ha transitado por una larga senda de intervencionismo proveniente del hemisferio norte, y en el camino ha sufrido las consecuencias de la explotación y la división impuestas por los mismos poderes colonizadores.
[Te puede interesar] Palestina es reconocida como un Estado por España, Irlanda y Noruega
La situación en Sudán se ve profundamente influenciada además por una compleja red de intereses tanto internos como internacionales. En primer lugar la riqueza en recursos naturales, especialmente el oro, confiere al país un valor estratégico significativo en términos geopolíticos y económicos. Esta situación ha despertado el interés de potencias extranjeras como Rusia, que ha desempeñado un papel activo en el abastecimiento de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) a través de una campaña de suministro.
Además, la región de Darfur, donde las RSF mantienen un control férreo sobre las minas de oro, se ha convertido en un bastión crucial para sus operaciones. La gestión de estos recursos, incluido el control de las rutas comerciales, se ha convertido en un punto central del conflicto, facilitado en parte por la presencia del grupo de mercenarios Wagner, respaldado por Rusia.
En un intento por asegurar su influencia en la región, Rusia ha firmado acuerdos tanto con las RSF como con las fuerzas gubernamentales, lo que ha generado tensiones con Estados Unidos, que observa con recelo esta creciente presencia rusa y sus implicaciones para la estabilidad regional. En este contexto, las ambiciones de los líderes militares locales también desempeñan un papel crucial en la escalada del conflicto, creando un escenario volátil y sin una hoja de ruta clara hacia la paz.
El desenlace de esta guerra en Sudán es crucial para determinar el futuro del país y su posible transición hacia un gobierno civil. Existen dos posibles escenarios: el primero implica un acuerdo negociado entre ambas partes en conflicto, lo que podría allanar el camino hacia la estabilidad y el inicio de un proceso de transición hacia un gobierno civil. Esta opción, aunque difícil, ofrece la esperanza de poner fin al derramamiento de sangre y sentar las bases para un futuro más pacífico.
Sin embargo, existe la posibilidad de que una de las partes involucradas se fortalezca aún más, lo que prolongaría el conflicto y haría más difícil alcanzar una solución negociada. En este caso, la violencia y el sufrimiento de la población sudanesa podrían persistir, obstaculizando cualquier intento de avance hacia la democracia y la estabilidad.
[Te puede interesar] La política y el crimen organizado: Educación y desamparo neoliberal
En última instancia la resolución de este conflicto requerirá un compromiso firme por parte de todas las partes involucradas y un esfuerzo concertado de la comunidad internacional -hasta ahora gran ausente-, para que pueda volver la paz en Sudán.