Cine chileno sigue haciendo historia
Los premios Oscar son el máximo reconocimiento al talento cinematográfico. Llegar ahí es como clasificar al Mundial de Fútbol, pero pasando automáticamente a la final. Es un tremendo logro. Metafóricamente hablando, estas obras son como abrir una puerta al mundo para que entre a conocernos, de cómo somos, nuestra historia, cultura y de lo que somos capaces.
En el pasado Gabriela Mistral y Pablo Neruda han abierto nuestras puertas, junto a varios otros artistas de reconocimiento mundial como Claudio Bravo, Roberto Matta, Claudio Arrau, Violeta Parra, Víctor Jara, Vicente Huidobro y muchos otros. Hoy esta puerta de acceso la está abriendo Pedro Pascal, que nunca deja de nombrar a su Chile querido. Y muchos han conocido más de nuestro país gracias a él.
Ahora es Maite Alberdi, quien acaba de ganar el premio a Mejor película iberoamericana en los Premios Goya, máximo reconocimiento del cine español. Y por supuesto Pablo Larraín. Nuevamente ellos abren nuestras puertas al mundo, y con ellos sus equipos, el elenco y un sin número de profesionales y técnicos que conforman la industria de la entretención. Un sector que hace mucho ya no solo se le identifica como el séptimo arte, sino que pasó a ser una expresión audiovisual capaz de incidir en la cultura, también en un medio de comunicación muy influyente en las sociedades y, sin lugar a duda, en una industria muy lucrativa.
Si tratamos de cuantificar la cantidad de contenido que se genera en el año y que es potencial candidato a una nominación, sabremos que son miles, lo que hace que el mérito sea aún mayor. Por lo mismo, tener dos nominaciones, para un país como el nuestro, es inimaginable.
Tan lucrativas y relevantes, esas actividades conforman parte de la Economía Naranja, que es un motor de desarrollo social y económico relevante en el mundo que se construye desde la diversidad cultural y la creatividad. Se estima que hasta el 2022 la Economía Naranja representó el 3% del Producto Interno Bruto mundial y empleó a más de 30 millones de personas en todo el mundo, en actividades económicas relacionadas con el arte, la cultura, investigación, ciencia, tecnología, entre otras, en las que la creatividad es la principal característica.
Datos más recientes demuestran que estas cifras solo van al alza. Entre otras cosas, si vemos el negocio de la televisión y del streaming, estos necesitan ofrecer constantemente contenido de calidad por la fuerte demanda de las audiencias. Quienes generen contenido de calidad como La Memoria Infinita o El Conde, serán parte de esas plataformas y de esa demanda que solo crece.
Los podios de Chile han sido escasos. En cuanto a filmografía, en 2016 “La historia de un oso” cosechó el primer Oscar para Chile en la categoría Mejor Cortometraje y un año después lo siguió “Una mujer fantástica”, en la categoría Mejor Película de habla no inglesa. Y si de talentos individuales se trata, el primer Oscar para Chile se lo llevó Alejandro Amenábar quien ganó en 2005 en la categoría Mejor película de habla no inglesa, con la producción “Mar Adentro” y años después el fotógrafo Claudio Miranda, quien en 2013 ganó un Oscar tras imponerse en la categoría Mejor Fotografía en la película “Life of Pi”.
Lograr ser nominado a un Oscar ya es un premio en sí, y eventualmente resultar ganador de la preciada estatuilla significa mucho prestigio para sus autores, pero ¿ganar un Oscar trae más beneficios? Por supuesto que sí. Entre muchas cosas, estar nominados hace muy bien a la imagen país. Y ganar, aún más.
Sin embargo, como todo certamen, el éxito en los premios Oscar no siempre depende únicamente de la calidad de la obra, también de su competencia, divulgación, promoción, exhibición, estrategia de marketing, premios previos, lobby y de un sin fin de factores. Tanto La Memoria Infinita como El Conde han tenido una exhibición previa no menor a nivel mundial, por sus estrenos en circuitos de cine, su disponibilidad en Netflix y sus cosechas de premios, todos factores que aportan a que puedan llevarse el tan preciado y esquivo Oscar de la Academia.