En el mundo político e intelectual solo se habla de un tema: la trágica muerte del expresidente Sebastián Piñera y el legado que deja tras décadas de vida pública y dos periodos como jefe de Estado.

Una de las figuras que abordó el hecho este miércoles, día posterior al fallecimiento del exmandatario, fue el rector de la Universidad Diego Portales (UDP), Carlos Peña, quien en una extensa columna aquilató el peso de la figura de Piñera para el país y la derecha, sector al que lideró desde principios de los 2000’.

Publicada en papel en El Mercurio de Antofagasta, la columna del intelectual identificado con la corriente concertacionista parte revelando uno de los aspectos que más siente su sector y cercanos: que estaba plenamente vigente en la política y con ganas de seguir influyendo en el devenir del país.

El columnista hace relieve en la revaloración de su figura tras el desplome de su popularidad en el estallido social, percepción ciudadana que, en cierta medida, comenzó a cambiar a raíz de la positiva gestión de su gobierno para la pandemia.

“Su vida estuvo, desde temprano, tanto por su origen familiar como por su vocación omnívora, enlazada con casi el último medio siglo de la vida política de Chile. Cuando en el futuro los historiadores vuelvan la vista atrás, no podrán eludirlo y describirán sin duda su personalidad singular y el personaje político en que ella lo convirtió”, sostiene Peña sobre los rasgos del exmandatario fallecido y que hoy son recordados.

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Legado

Al preguntarse, “¿qué se destacará en el debe y el haber de su existencia?”, Peña sostiene que se destacará “su compromiso irrestricto y genuino con la democracia liberal, es decir, la idea de que el poder se legitima por la voluntad del pueblo y cuenta límites”.

También destaca la preponderancia de Piñera a la hora de acercar a la derecha al respeto de la democracia, lo que fue incluso valorado por el Presidente Gabriel Boric en su alocución tras conocerse la tragedia.

El exmandatario, alguna vez militante de RN, entró a la política siendo partidario del NO, y fue quien habló de los “cómplices pasivos” de la dictadura en la conmemoración de los 40 años del golpe militar.

“Por eso una de las heridas que se le infligieron, y de las que se estaba curando, fiel a su carácter resiliente antes que la muerte lo interrumpiera, fue aquella que había ejecutado violaciones sistemáticas a los derechos humanos”, señala Peña respecto a uno de los flancos legales que mantenía abierto Piñera al momento de su muerte.

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“La razón de sus tropiezos”

“Poseyó un sentido de la eficiencia y de la rapidez que no se encuentra, a la altura que él exhibió, en otros políticos del siglo XX o del XXI. Vio la política como un plan de emprendimiento. Ese fue el secreto de su éxito y la razón de sus tropiezos”, dice el intelectual sobre la peculiar forma que tuvo el exmandatario para compaginar su vida como empresario y su labor como político y Presidente.

“Y como le suele ocurrir a los políticos exitosos de vocación omnívora, muchas veces, no se detuvo en los detalles y se apresuró en el diagnóstico, como le ocurrió en octubre de 2019, al atribuirlo todo o casi todo inicialmente a una trama urdida para derrocarlo”, reflexiona el académico sobre los días más oscuros de Piñera al mando del país.

“Esa era, sabemos ahora, una verdad parcial que le impidió ver el cuadro completo”, continúa la columna y acentúa: “Supo, sin embargo, promover un acuerdo que es muchas veces una de las virtudes del político democrático: renunciar a lo que se cree para alcanzar lo que se puede”.

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Piñera y la derecha

Esa vocación política, calificada como “omnívora” reiteradamente por Peña, le permitió a Piñera encabezar el aterrizaje de la derecha a La Moneda, después de cuatro periodos consecutivos de gobiernos de centro izquierda.

Su gran fracaso

“Fracasó, sin embargo, a pesar de ese logro gigantesco, en configurar de manera definitiva una derecha liberal cuyos integrantes no se sintieran deudores de la dictadura y cayeran de remilgo a la hora de condenarla”, sopesa sobre sus esfuerzos de desprender a la derecha de la impronta cercana al régimen de Augusto Pinochet.

Peña, refiriéndose de igual forma a su segundo mandato, señala como una “injusticia” las “ofensas” que los sectores que hoy gobiernan descargaron contra Piñera.

“Se trató de esas injusticias que no cabe achacar a la miseria moral de nadie, sino a esas injusticias que son parte de la vida política, especialmente de alguien tan distinto al común de las gentes que ellas nunca se vieron como él y por eso al final se vengaron con injurias callejeras, cuyo dolor, con toda seguridad, el tiempo estaba aplacando hasta ayer", añade.

Finalmente, el intelectual presenta una última reflexión en base a El Criticón, de Baltasar Garcián, que plantea en su obra que hay personas que no tuvieron el tiempo que se merecen. “Quizá ese sea el caso del expresidente Piñera. Y por eso a sus partidarios y quienes lo quisieron solo les cabe esperar que si este no fue su tiempo, otro lo sea”, sentencia.