Pancho Sazo y 55 años de Congreso: "Aún queremos sentir el vértigo de hacer música nueva"
Han sido 55 años de experimentación. Desde la fusión latinoamericana, el jazz hasta el rock progresivo. Más de medio siglo desde que los hermanos González decidieron experimentar con instrumentos autóctonos de origen étnico y que Pancho Sazo se uniera a la banda como vocalista para conformar el grupo Congreso.
La agrupación fundada en Quilpué en 1969 se mantiene activa y aún sin ser "momificada". Sumado al "afán de componer un nuevo disco", siempre con la vista puesta en seguir un camino hecho por ellos mismos, sin etiquetas, para lograr esa "música quiltra", que los caracteriza, afirma Sazo en conversación con El Desconcierto.
Además en un 2024 que promete varios conciertos, el primero de ellos en la inauguración del Festival Internacional Santiago Off, este jueves 18 de enero a las 20:30 horas en el Teatro La Cúpula del Parque O’Higgins.
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¿Cómo ves hacia atrás estos 55 años de carrera?
Hay una frase por ahí que dice cada tiempo tiene su afán, y hay cosas tremendas que nos han pasado en estos 55 años, sin duda hemos sido testigos de muchas ocurrencias en el país que nos han ido moldeando en términos musicales y políticos. Y que nos han ido abriendo líneas, cerrando puertas, pero abriendo ventanas en una experiencia riquísima, pero de la que hay muchas tareas por lograr.
Unos 55 años que los pillan creativamente activos, es cosa de escuchar su último disco Flash de Luz (2022) y las innovaciones musicales para la historia de la banda que trae consigo…
Es una maravilla… Se lo debemos principalmente al Tilo González y a todos los músicos de la banda en general que son extraordinarios. Yo soy el único pagano si se puede decir, y he visto la capacidad musical y poética de ellos, que siempre se esmeran por encontrar un timbre nuevo, un sonido que nos lleve al pasado y que nos transporte al futuro.
En muchos grupos está la tesis de repetir lo mismo, lo que no necesariamente es malo, pero en la banda aún queremos sentir el vértigo de hacer música nueva, implementado en gran parte por el Tilo que nos incentiva a ver que hay al otro lado de la colina.
Siempre en una flecha al corazón del futuro, bajo la tesis de hacer una música popular con lo que tenemos a mano; alambritos, fotos de carnet, medias de nylon. Una música media quiltra. Sumado a la facilidad del Tilo y los otros compositores del grupo de tener esa ternura de tomar ritmos, voces, arreglos nuevos.
Además han podido llegar a nuevas generaciones…
Ahí está el secreto del “éxito”; cuando traspasas tu propia generación y te empiezan a escuchar, a tocar, a hacer nuevos arreglos gente más joven. Ahí recién diría que uno empieza a ser “famosillo”, porque pasaste el surco de tu propia edad. Porque o si no te momificas y te terminas transformando en una especie de ídolo de ti mismo.
Nuevas generaciones que van comando los cambios sociales que está viviendo el país ¿Cómo ves la sociedad chilena tras el estallido, pandemia y dos fracasos constitucionales?
Me siento un optimista sin cerrar los ojos. Nuestro pueblo sufrido, pequeño, en el que somos todos parientes o conocidos, tenemos el deber los ciudadanos de organizarnos y hacer algo mejor de esto. Hay que dotarnos desde mejores políticos hasta músicos. Somos un país medio pobretón con la plata mal repartida pero, como decía el Gitano Rodríguez, tenemos que hacer que la patria, matria diríamos ahora, sea todo el pueblo.
¿Cómo ves el mundo de la cultura en la actualidad?
Bastante movedizo. Hay teatro, danza, colectivos artísticos, poetas y propuestas editoriales nuevas, pero como decían los revolucionarios cordobeses estamos en una hora americana, el momento antes de que las cosas den frutos. Aunque muchas veces se oculta esto por razones editoriales y de clase, y finalmente mucha gente cree que lo cultural es solo el Fondart pero olvida que hay actividades en poblaciones, centros culturales, juntas de vecinos, escuelas y hasta en iglesias. Hay una cosa en ebullición, aunque eso debe tener cauce y nosotros mismos tenemos que entrar a ver eso y participar en esos espacios.
Desde hace años vives en Valparaíso ¿Qué has observado de la situación en la que se encuentra el principal puerto del país?
Valparaíso es un cuento aparte… Estamos muy lejos de Dios y muy cerca de Santiago (risas) Es una ciudad magnífica para la gente que la visita, pero a la vez muy pobre para los porteños. Hay problemas de trabajo, en los gremios, en el comercio, pero sigue siendo una ciudad orgullosa de su historia, sus calles y su gente. El puerto merece un mejor andar porque los terremotos, los incendios y las falsas promesas la han hecho más pequeña.