¿El Gobierno de los Estudiantes?
A más de cien días de la elección de una nueva Federación de Estudiantes en la Universidad de Chile, y con el comienzo de un nuevo año, es necesario hacer un balance de los objetivos, cumplidos o no, que se impusieron o proyectaron las distintas organizaciones políticas y sociales durante este 2023. En ese sentido, el movimiento estudiantil no puede quedar atrás.
Desde la Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECh), debemos revisar los avances y pendientes del petitorio de este año, y evaluar la respuesta que se ha dado a nuestras exigencias, por parte de un gobierno que aún carga con la responsabilidad de haber sido dirigencias estudiantiles.
Adentrándonos de lleno en el petitorio 2023, la CONFECh trazo más de 80 demandas al Gobierno, entre las que se encuentran exigencias ligadas al bienestar estudiantil, la democracia universitaria, la elaboración de un nuevo modelo de financiamiento, el cierre de las brechas de género, incluyendo una perspectiva feminista en la educación, y la realización de actividades y modificaciones que fueran en favor de la memoria, a 50 años del golpe de Estado, apostando por la condena institucional del negacionismo en las universidades.
Ya pasados ocho meses de la entrega del petitorio es sencillo dar cuenta que, al margen del extenso contenido de las demandas de la CONFECh, y a pesar de la impronta estudiantil que precede a las principales figuras del gobierno, no ha existido un avance significativo en materia de educación superior por iniciativa de este. Al contrario, se ha intentado pasar por grandes victorias mínimos dignificantes, cómo la extensión de la BAES para las prácticas profesionales que se desarrollen en temporada estival, las que tampoco asegura, pues delega su responsabilidad administrativa en la gestión de cada universidad.
Ciertamente han existido retrocesos respecto de años anteriores, la pérdida de 26 mil BAES para estudiantes de educación superior es un síntoma de aquello, evidenciando las políticas de recortes que se han buscado implementar a costa del derecho a la alimentación de miles de compañeres, quienes desde el mes de marzo no tendrán asegurada la recarga mensual de la BAES, a pesar de la cobertura -temporal y tardía- recibida para diciembre del año 2023.
No siendo suficiente, desde el Ministerio de Hacienda se cierra el año faltando a su palabra, negando un aporte basal a las Universidades Estatales que iría en apoyo al pago del reajuste del sector público del 4,3%, en beneficio a trabajadores de las casas de estudio estatales, bajo un manto generalizado de austeridad a costa del financiamiento de la educación. Con esto se intensifica la crisis que atraviesan distintos centros de formación del Estado, especialmente en las zonas extremas del país, profundizando la lógica neoliberal del autofinanciamiento e incentivando la competencia en clave de mercado del derecho a la educación, que precariza y desprotege a las comunidades educativas.
Se ha hecho sentir el bajo nivel de movilizaciones estudiantiles, evidenciando la necesidad de que la CONFECh y las federaciones universitarias abandonemos la pasividad, propia de las esperanzas depositadas en la acción de un grupo proviniente del movimiento estudiantil, desviando nuestro rumbo. Hemos olvidado que la principal vía para hacer avanzar transformaciones es a través de la politización -desde abajo- de las comunidades educativas, fuera del alero de la actividad gubernamental, construyendo al calor de la movilización, la crítica, la discusión y la propuesta política respecto de las condiciones que día a día enfrentamos como estudiantes.
Será necesario enfocar nuestros esfuerzos en ubicar la esperanza de los estudiantes y sus familias al frente, a través de una agenda de movilizaciones contundente que apueste por una educación gratuita, democrática y de calidad, al servicio del país y las necesidades del pueblo. Debemos avanzar hacia la elaboración de un nuevo modelo de financiamiento de la educación superior, sumado a la desconcentración del poder de decisión en nuestras casas de estudio, incluyendo a las comunidades locales, funcionarios, académicos y estudiantes, en la construcción de su propio destino y proyecto educativo. Este 2024 proyectemos un movimiento estudiantil que vuelva a soñar despierto.