Musante sobre Ley Quédate: Con acompañamiento la tasa de suicidio “se reduce de 77% a 7%”
En septiembre de este año, las diputadas Camila Musante (independiente-PPD) y Helia Molina (PPD) presentaron el proyecto de Ley Quédate, que modifica el Código del Trabajo e incorpora un nuevo permiso para asistencia a personas en riesgo de suicidio.
Se trata de una iniciativa que promueve la facilitación de una autorización especial a trabajadores para acompañar y cuidar a quienes están afectados por esta grave condición que afecta su salud mental e integridad física.
La propuesta de ley se encuentra estancada en la Cámara pendiente de su debate en Sala, luego de sortear una primera etapa de votación en general en la Comisión de Trabajo.
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Es por esto que la diputada Musante, junto al psicólogo y profesor de la Universidad Academia Humanismo Cristiano, Pablo Ferrer; alumnos de la carrera de psicología de esa casa de estudios y Dévora Pecho, representante de Sindicalismo con Nosotras, llegaron hasta La Moneda para entregar una carta dirigida al Presidente Gabriel Boric en la que le solicitan dé urgencia al proyecto.
En conversación con El Desconcierto, la parlamentaria ahonda en la importancia del acompañamiento para las personas con riesgo suicida, considerando los altos índices de esta problemática en el país.
-¿Qué cifras manejan respecto a los suicidios del país? Cuando entregaron la carta al Presidente Boric señaló que era a raíz de un aumento en la tasa de suicidios...
- Lo que más nos preocupa no es solo la tasa de suicidios. Efectivamente es alta, si bien se vino calmando un poco en relación a los años de pandemia, y todavía tenemos un alto índice de suicidios, en Latinoamérica somos el 6to país de 21, cinco personas al día intentan quitarse la vida, tenemos 1.600 fallecimientos al año por causa de suicidios, pero lo que más me preocupa a mí, es que un 52% de los adolescentes en Chile identifican que tienen algún problema de salud mental. Más de la mitad de los jóvenes de nuestro país se identifican con un problema de salud mental, que de no ser abordado a tiempo, son un grupo etario bastante expuesto, puede terminar en resultado de muerte.
En este último tiempo yo he hecho un trabajo junto a mi equipo parlamentario de ir visitando distintos colegios, liceos, establecimientos educacionales, por cierto partimos por los que están en el distrito que yo represento, y efectivamente pudimos constatar que más del 50% de los alumnos, en la gran mayoría de los casos, que están atendiéndose con un profesional de la salud mental o están en espera para poder atenderse, pero el caso es que existe un segmento etario hoy día que está en la población adolescente - y mucho tiene que ver también con la situación de acoso y violencia escolar- que están muy expuestos a finalmente terminar quitándose la vida, y esa sí es una cifra que va en aumento y por la que creo que debemos actuar rápidamente.
-Sobre ese punto, ¿en qué segmento etario o de género, de clase, se presenta un mayor nivel de suicidios o de intención suicida?
Bueno, sobre el género pasa una cuestión curiosa. Los hombres tienen una tasa de suicidabilidad muchísimo más alta que las mujeres. Sin embargo, las mujeres tienen en intentos y problemas en materia de atención de salud mental, una tasa muchísimo más alta. Por lo tanto, hay hartas lecturas que se pueden hacer. Los hombres no se tratan sus problemas de salud mental con un profesional, no piden ayuda, sino que simplemente esperan hasta las últimas consecuencias. Eso podría explicar también el estigma cultural que existe sobre los problemas de salud mental y el género masculino, que podría explicar también por qué, en términos porcentuales, son las mujeres las que son usuarias de los programas de salud mental en un porcentaje mucho más alto que los hombres, pero sin embargo tenemos índices de suicidio mucho más altos en el caso de los hombres.
Luego hay otro segmento interesante a analizar, que es la población de adultos mayores y la población de adolescentes, ambos grupos que en el último tiempo vienen presentando alzas en las tasas de suicidio. En el caso de los jóvenes se asocian mucho a las situaciones de violencia o acoso escolar, mientras que en el caso de los adultos mayores a las situaciones precarias en las que viven, sobre todo quienes reciben una jubilación como única fuente de ingreso, y también la falta de inserción social.
Por otra parte, también identificamos grupos que están muy expuestos, que tienen altas tasas de suicidio y de intentos de suicidio, como la población LGBT. Cada cierto tiempo conocemos casos, sobre todo de personas trans, que en el marco del tránsito de un género a otro suscitan varios problemas, terminan quitándose la vida, pero también en general la población LGBT está muchísimo más expuesta al suicidio por la discriminación y la violencia que sufren por su orientación sexual o identidad de género también.
-¿Y por qué es tan importante el acompañamiento de estas personas que están en riesgo de suicidio?
No solo es importante, sino que yo además diría que es clave, y puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Cuando este proyecto se vio en la Comisión de Trabajo, expuso el psicólogo Pablo Ferrer que es docente de la Universidad Academica de Humanismo Cristiano, y él nos comentaba acerca de un programa de acompañamiento a personas que se habían intentado quitar la vida en el Hospital de Valdivia, en la unidad psiquiátrica. Quedó demostrado en un estudio que se compartió con la Comisión, que se le hizo llegar a varios diputados, que las primeras 48 horas y luego el plazo de dos semanas, son claves para que personas que han cometido un intento de suicidio, no terminen por concretarlo.
-¿Por qué?
Porque en el suicidio existen etapas. Hay una fase que es la ideación, que está acompañada del pensamiento suicida, de emociones complejas de manejar, luego comienza la concreción que también puede tener etapas; normalmente el suicidio viene acompañado de un intento previo.
Finalmente se termina acreditando que la tasa de concreción del suicidio, personas que se han intentado quitar la vida y que luego finalmente se la terminan quitando, cuando son acompañadas en las primeras 48 horas y luego durante las primeras dos semanas, se reduce desde un 77% a un 7%.
Para mí eso es una prueba fehaciente de que es una medida efectiva, además de ir en pro del trabajador y de proyectos que han ingresado el gobierno que he estado apoyando con mucha fuerza, como el de conciliación de vida familiar y laboral. Por una parte se entiende desde lo humano y lo empático, desde los derechos laborales, pero también tiene resultados importantes en la reducción de la suicidabilidad.
-¿Y tienen contemplados los efectos que pueda tener otorgar estos permisos de acompañamiento en términos de costos?
Claro. Lo que ocurre al ser una moción parlamentaria es que este proyecto no toca las arcas fiscales ni las arcas del Estado. Actualmente está la discusión particular en pausa, pero lo que nosotros hemos estado planteando es que sea remunerado vía sistema compensatorio, que son las normas que ya han contemplado en el Código del Trabajo.
Osea, no estamos innovando en establecer nuevos mecanismos o fórmulas de remuneración de un permiso laboral, porque además se incorpora a los permisos que están dentro del 199 del Código del Trabajo, pero por otra parte no toca los recursos fiscales ni tampoco no hemos metido en el ámbito de licencias, que soy consciente que existe ya una gran complicación en el cobro de las licencias de salud mental, sobre todo al nivel del Compin, que eso es ya un problema del desborde de la capacidad del Estado, que no funciona de correcta manera, y agregar una licencia adicional sabemos que podría ser caótico.
Entonces, solo lo mantenemos dentro de las propias facultades que tenemos como diputados, que es modificando normas que no expongan gastos para el Estado. Ahora, me encantaría que el gobierno se hiciera parte de este proyecto, porque así podemos incorporar al sector público que siempre queda afuera, que también ha sido parte, por ejemplo, de la discusión en la Comisión de Trabajo del proyecto de conciliación de la vida laboral y familiar donde estamos muy felices porque se avanza, por una parte en los derechos de los trabajadores, pero por otra sentimos que hay una patita que queda cojita, porque no están todos ni todas, falta el sector público. En eso sería ideal que el gobierno se involucrara, pero está planteado en esos términos.
-¿Qué respuesta espera de los parlamentarios cuando se debata este proyecto en la Cámara?
Cuando se vea en la Sala espero que sea tan transversal el apoyo como el que recibimos en la Comisión de Trabajo. Yo creo que en esto no hay que perderse, para mí el dolor que ocurre dentro de un ámbito familiar, las medidas de acompañamiento, los cuidados, el dolor emocional no tiene que tener ningún tinte ni color político.
Yo esperaría que una iniciativa como esta calara en el ámbito humano de los y las diputadas, y que nos acordemos que primero somos personas, nos pongamos una mano en el corazón, y pensemos que todos hemos tenido el caso de una persona cercana, o una vivencia personal incluso, de situaciones de dolor emocional extremo, complejo, intentos de suicidio, pensamientos o incluso un familiar que se puede haber quitado la vida. En eso sabemos que pucha que puede cambiarle la vida a alguien el poder acompañar a ese ser querido. Y viceversa, que esa persona que está con un dolor emocional complejo decida quedarse, también un poco por eso es el nombre del proyecto de ley.
Eso es lo que yo esperaría, pero antes esperaría que pudiese otorgársele una urgencia a este proyecto que se votó en la Comisión de Trabajo en general, pero no ha podido avanzar en la discusión en particular porque hay muchos proyectos del gobierno que están con urgencia, y mientras este no lo tenga va a ir quedando atrás, y cada día que pasa es un día que perdemos vidas en Chile.