Daniela Catrileo, escritora: "La revuelta me parece un lugar interesante desde el cual pensar"
Daniela Catrileo (36), reconocida por su poesía y sus cuentos, como Piñen (Libros del Pez Espiral, 2019), acaba de lanzar su primera novela, Chilco, editada por Seix Barral. En ella cuenta la historia de una pareja de mujeres, una mapuche y otra de origen quechua, que escapan a una isla en el sur luego de una revuelta social fallida enmarcada en una crisis inmobiliaria, en la que los habitantes de la ciudad se levantan contra los abusos, destruyen edificios, mientras la clase alta escapa. Solo queda una mole en ruinas, pero también un espacio en el que pensarse de nuevo.
"La ruina también es un lugar para pensar otras percepciones sensibles y formas de conocimiento. Me interesa la ruina como un espacio emancipador y de posibilidades, como un espacio que nos permite reconstruir nuestra memoria, nuestra identidad y nuestro futuro", afirma en conversación con El Desconcierto.
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-Una de las características de Chilco es la mixtura de voces, lenguas y registros. Hay fragmentos de prosa poética, narrativa, textos enciclopédicos. Aparece el quechua, mapuzungún, creoles ¿Cómo lo trabajaste en la novela?
Me interesa la imbricación, los mundos yuxtapuestos que se cruzan en las lenguas, las experiencias y las sociedades. De alguna forma esta novela surge paralelamente a una tesis, que estuve haciendo de posgrado, una tesis desde la disciplina de la estética, de hecho, y que tiene relación con la palabra champurria. Una palabra que, en el fondo, también designa la mixtura, desde las corporalidades, desde las lenguas, desde los territorios, y es una palabra que el pueblo mapuche la ha tomado como préstamo, la ha reapropiado para hablar incluso desde los mestizajes, desde el mundo mapuche específicamente, sobre sociedades biculturales, que tienen un componente mapuche, pero también otros elementos.
Quería mostrar que los pueblos indígenas no son homogéneos ni aislados, sino que tienen traspasos, puentes y mestizajes con otros pueblos y culturas, y trabajar con la mixtura de voces, lenguas y registros como una forma de expresar la complejidad y la riqueza de lo indígena, como una forma de resistir a la homogeneización y a la invisibilización.
-En la novela aparece una revuelta como elemento catalizador de la historia ¿Qué rol tiene esta crisis en tu novela y en el mundo mapuche?
La revuelta me parece un lugar interesante desde el cual pensar. Me interesa la del siglo XIX, donde un grupo de intelectuales plebeyos, pre-marxistas, están pensando un presente y futuro para transformar las condiciones materiales del país. Me interesa lo que significó las reformas agrarias de los años 60 y 70 a nivel continental. Ahí aparece esa mixtura entre el mundo popular y el indígena, aunque siempre desde el imaginario masculino. Imágenes que quería utilizar para la novela, pero ya no desde esa perspectiva.
Además, existe una referencia a la crisis, representada desde el pensamiento andino que es la llegada de los conquistadores. Entonces, la primera crisis, el primer fin del mundo que se imaginaron justamente las poblaciones indígenas, tiene relación a este acontecimiento nocivo, este acontecimiento de exterminio, y al acontecimiento de haber transformado formas de vida y epistemes.
-En relación con esa noción, aparece la ruina como espacio emancipador...
Me interesa la ruina como una poética, como una forma de ir al archivo, a la huella, a la esquirla, y de leer el pasado como algo que está siempre presente. La ruina no es solo destrucción pesimista, sino también destrucción de un mundo que iba a suceder sí o sí, y que tenía que ver con la especulación, la gentrificación y la violencia. La ruina también es un lugar para pensar otras percepciones sensibles y formas de conocimiento. Me interesa la ruina como un espacio emancipador y de posibilidades, como un espacio que nos permite reconstruir nuestra memoria, nuestra identidad y nuestro futuro.
Creo que la poética de la ruina empieza a aparecer más en la escritura contemporánea en Chile, especialmente, quizás en narrativa y en poesía. Lo pienso a través algunos libros como Ampliaciones de Diego Armijo o Aviso de Demolición de Gabriela Alburquenque.
- Al partir la novela el olor a humedad es un espacio en el que se mueven los personajes ¿Cómo se piensa de lo sensible?
Quería arrancar de la jerarquía de la mirada y trabajar otras percepciones sensibles como formas de conocimiento. El olor a humedad es una percepción que desencadenó la escritura, y que se relaciona con la idea de ser afuerina, de no sentirse cómoda, de tener una raíz que no está muy clara.
El olor a humedad es una insistencia que está ahí presente y que se va obsesionando con ella. Es una metáfora de origen y diferencia, de pertenencia y extrañamiento, de búsqueda y encuentro.
- ¿Cómo trabajaste la idea de origen y retorno desde una perspectiva no monolítica ni sacra que aparece en la novela a partir de la vuelta a la isla Chilco de las protagonistas?
Quería trabajar la idea de origen y retorno desde una perspectiva heterogénea y compleja, que mostrara que lo indígena no es un pasado petrificado, sino que tiene múltiples capas, relaciones y conflictos. Mostrar que la isla no está idealizada, sino que tiene una historia anticolonial importante, pero también tiene problemáticas, violencias e incomodidades. Las sociedades indígenas no son utópicas ni sagradas, sino que también tienen sus grises, sus contradicciones, sus tensiones. El origen y retorno como una forma de cuestionar la identidad, de problematizar la pertenencia, de explorar la diferencia.
- ¿Cómo ves la literatura mapuche o indígena en la actualidad?
Me interesa la literatura mapuche que se está escribiendo por mujeres y disidencias sexuales, que tiene una diversidad de registros, memorias y estéticas. Creo que hay una producción heterogénea que mixtura literatura tradicional con estéticas contemporáneas, que se posiciona desde un lugar político y creativo, que cuestiona los discursos hegemónicos y que propone otras formas de narrar y de habitar el mundo. Literatura mapuche que trabaja con la mixtura de lenguas, sino con sociedades que son heterogéneas.