Weil-Restrepo, los verdaderos chilenos y el retorno de los privilegios
"Vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás"
Esta frase, dicha entre copas y terror por Cecilia Morel el año 2019, representa el claro entendimiento por parte del poder respecto a lo que fue el Estallido Social. No fue un intento de golpe de Estado cubano-venezolano-marxista-kpopero, sino que el malestar convertido en acción, la explosión tras el acumulamiento por años (30 años como frase marketera, pero fácilmente pueden ser 50 o 200 años, cómo ha señalado Alberto Mayol en muchas oportunidades) del abuso de los poderes contra los sin poder.
Tras el Estallido y las grandes marchas históricas, tras la decisión multitudinaria por cambiar la Constitución de Guzmán, tras los errores y las fakes que minaron un proceso del pueblo para el pueblo y ahora, ante una Constitución partisana de Derecha que viene a empeorar (si, era posible hacerlo) lo que ya había, los privilegios han retornado, sin miedo, sin asco, sin decoro.
Así, tenemos a la expresidenta del Consejo Constitucional, descendiente de alemanes que llegaron a Chile en 1848 gracias a la "Ley de Inmigración Selectiva" promovida por Vicente Pérez Rosales enarbolando que el mundo es “La Patria del hombre”, a favor de leyes que impidan los beneficios, que utilizaron sus ancestros, a otros extranjeros de piel distinta a ella.
¿Quiénes son los verdaderos chilenos para el ideario Republicano de los seguidores de José Antonio Kast? Aquí entrá el contexto histórico que llevó a Beatriz Hevia a usar esta frase: la Constitución Portaliana de 1830.
Aquella Constitución, que ciertamente ha sido la que más tiempo ha permanecido vigente por medio de la cohesión de las clases económicas y políticas contra lo que se denominaba el “lumpen”, es decir el pueblo sin poder, nace desde la intriga y malestar que generó para dicha casta su predecesora, la Constitución Liberal de 1828, a quién Diego Portales culpaba por la quiebra de su empresa de estanco, ya que le impedía monopolizar la venta de ciertos productos. Una Constitución creada por Diego Portales para tratar que los chilenos sin poder no pudieran alzar su voz o modificar la forma de vida privilegiada de la casta chilena.
¿Se puede hacer una mejor comparación entre el texto anterior, la campaña de fakes que se construyó (hasta textos falsos se emitieron) y el surgimiento del actual texto, que vuelve a retomar un discurso autoritario, moralizante y extremo?. Claramente no. Así como en el siglo pasado transitamos por 10 años de intento y fallo constitucional, hoy nos encontramos en un armado similar, donde los privilegiados no quieren compartir sus privilegios y promueven un ordenamiento político-social-económico que los beneficie y los diferencia del resto, del lumpen.
Lo ocurrido en los Panamericanos nos da una muestra de estos privilegios y este discurso diferenciador de quiénes pueden o no participar, mostrarse, brillar, correr o sobresalir del resto. No es lo mismo ser hija o hijo de ex atletas, de ex medallistas, tener padres con cargos dentro de una fundación, empresa u organización, de universidades de renombre, que ser un o una corredora de Recoleta sin redes de contacto, o mejor dicho, sin pituto, ya que las redes se construyen para promover el acceso laboral, los pitutos sirven para saltarse la fila y entrar por la ventana a una organización o evento.
Los privilegios han retornado, para eso una muestra palpable de qué invaden el quehacer nacional de forma extensa..
El Estallido, esa explosión que tanto temor generó en los poderosos, con los reclamos y las pancartas por un Chile más justo e inclusivo, hoy no es más que una herramienta utilizada por la derecha para recalcar solamente el desorden y los actos de vandalismo, los cuales en relación con la cantidad de manifestantes que salían a hacer visibles sus necesidades, era un porcentaje insignificante, mayormente compuesto por anarquistas y personas antisistema.
Los privilegios retornaron…, o realmente jamás se fueron, solo se escondieron por unos años, mientras la gente, la ciudadanía, olvidaba en el encierro.