Alemania en medio del conflicto entre Israel y Palestina
Nos gustaría comenzar esta columna expresando nuestra profunda preocupación por la manera en que se está discutiendo el genocidio palestino en los medios e instituciones alemanas, país en el que actualmente residimos. Desde los recientes incidentes entre Palestina e Israel, hemos observado un aumento de llamados a la "neutralidad", intentando silenciar las voces de quienes deseamos denunciar la masacre en curso.
Como investigadores en instituciones alemanas hace algunos años, éramos conscientes que había que cuidarse de expresar ciertas opiniones públicamente. Sin embargo, lo que estamos viviendo en este momento, dado al manejo de la prensa, no tiene otro nombre más que censura. Al levantar la voz y denunciar el genocidio en marcha, la acusación de “antisemita” es prácticamente inmediata. Y los medios han aportado de manera vergonzosa a esta tergiversación sin entregar las herramientas necesarias para entender el conflicto.
Alemania vive hace años una cultura de la acusación, sobre todo cuando los tonos apuntan hacia la crítica al Estado de Israel y su política colonial. Ante la denuncia cruda, no sirven ni existen bemoles, como tampoco diferenciaciones. Como recientemente mencionó Slavoj Zizek en la Feria del libro en Frankfurt, existe una prohibición silenciosa a ahondar sobre este tema. Como si hablar del conflicto Israel-Palestina fuera un tabú en este país.
Este problema no sólo afecta a Alemania, sino también a otros países de la Unión Europea, así como a Estados Unidos, que han sido cómplices al polarizar y descontextualizar un conflicto que no es reciente y que ha perdurado durante décadas. Observamos cómo la historia se repite, enfrentándonos una vez más a otra Nakba. La Nakba de 1948, un término en árabe que significa "catástrofe" o "desastre", hace referencia al éxodo y desplazamiento de cientos de miles de palestinos después de la guerra árabe-israelí y la creación del Estado de Israel. Actualmente, somos testigos en tiempo real de palestinos siendo asesinados y desplazados por el Estado de Israel.
Alemania, en particular, tiene un vínculo especial en la creación del Estado de Israel y que nos recuerda a los horrores de la II Guerra Mundial. Es por esto, que Alemania ha buscado comprometerse con la vida de judíos en todo el mundo. Pero comete el craso error de equiparar el Estado de Israel -hoy en manos de fanáticos religiosos, militaristas y de ultraderecha- con “los judíos del mundo”. Por lo tanto, dentro de esa “lógica” cualquier crítica hacia las acciones de este Estado, por muy racistas y anti-islámicas que estas sean, es neutralizada. Así es como han neutralizado a los voceros de la ONU y muchos otros gobernantes latinoamericanos. Hecho que no sólo resulta indignante y arrogante, sino que también revela la crudeza y el desinterés de occidente en la aniquilación de un pueblo.
En las últimas semanas hemos presenciado como muchas universidades -por no decir todas- han solicitado a sus profesores e investigadores expresarse con “neutralidad” sobre este tema. Al mismo tiempo que despliegan llamados a evitar la violencia y el conflicto con los judíos alemanes, tergiversando conceptos e invisibilizando el genocidio. Además de, voluntariamente evitar hacer cualquier mención a las vidas perdidas de los palestinos, como si ellos tuvieran menor valor que una vida israelí. Cuestión que no es nueva, puesto que hemos visto como anteriormente ciertas universidades han evitado invitar investigadores palestinos o debatir en torno a conceptos tales como limpieza étnica o apartheid, para no propiciar conflictos con grupos denominados anti-Deutsch, incluso antes de estallar el último conflicto.
A partir de esto, ¿qué opciones tenemos para oponernos ante este bloqueo informático y de censura? Sin duda, la tergiversación de tildar a los que llamamos a un “alto al fuego” de “antisemitas” es peligrosa. Una estrategia tan burda de desinformación practicada constantemente por los medios alemanes. Los llamados de “Free Palestine” o “Cease the Fire” pronunciado en las marchas han sido tildadas por políticos como “llamados de guerra” en apoyo a Hamás.
Nuevamente, en esta lógica de guerra donde prima la idea de “o estás con nosotros o estás en nuestra contra”, no deja espacio para diferenciaciones ni medias tintas. En los medios, las difamaciones varían en su sutileza, pero dan cuenta de una clara agenda pro-israelí fomentando las simpatías tanto por las víctimas del asalto, como por el gobierno de Netanyahu que no tiene más opciones que levantar las armas. Mientras que la policía no se queda atrás, puesto que existen amenazas de numerosos políticos para perseguir a quienes protestan para apoyar al pueblo palestino.
Este bombardeo informático va acompañado también por el uso de una “neo-lengua” como diría Orwell. Dado que cuando se habla de las muertes palestinas siempre se hace mención a ellos como “escudos humanos”, y que mueren a causa del malvado actuar de Hamás. De este modo, se desvía la pregunta por la responsabilidad de esta masacre. Nunca es el Estado de Israel el que lanza las bombas, sino que Hamás el que tiene cautivo a los Palestinos. La táctica mediática a veces es sutil, pero en otras ocasiones muestra claros signos de inconsistencia. Sin duda que Hamás siempre resultará el principal responsable. Evidentemente en este conflicto, los ciudadanos de ambas naciones sufren y se ven afectados, pero existe una clara tendencia a mostrar las historias y vidas perdidas de israelíes mientras que del otro lado lado no hay más que números. Números sin rostro, que parecen tener menor valor.
Los medios europeos, y en particular alemanes, hacen poca referencia a que no todo el pueblo de Israel ni los judíos repartidos por el mundo apoyan el exterminio del pueblo palestino, ni tampoco que en la comunidad judía existen profundas discrepancias ante la política del Estado de Israel. En efecto, los medios buscan subrayar este genocidio como una guerra, donde Israel representa a todos los judíos del mundo, y a su vez, a aceptar tácitamente el proceso de limpieza étnica en Gaza y Cisjordania como parte de un proceso inevitable. En definitiva, más que antisemitismo estamos en presencia de un discurso islamofóbico, ya que nuevamente se comienzan a utilizar las jergas militaristas de hace 20 años, tales como terrorismo o eje del mal.
En definitiva, observamos el aumento del antislamismo en todo Europa, mediante su apoyo incondicional a la limpieza étnica de todo un pueblo tal como ya lo ha señalado el investigador israelí Ilan Pappé en sus libros. Como si estuviésemos entrando a una nueva fase del colonialismo europeo, pero esta vez con mayor crueldad porque estamos siendo testigos instantáneamente de este aniquilamiento. A pesar de que los políticos y medios de la nación alemana han decidido ignorar la realidad, donde sus alianzas evidencian su obediencia ciega al poder militar de Estados Unidos, el mundo se desmorona, y nosotros no tenemos más opciones que denunciar esta masacre y salir a las calles.