¿Qué preguntar a la nueva propuesta constitucional?
Ya con la segunda propuesta constitucional aprobada por la mayoría circunstancial de derecha y de extrema derecha que tuvo la llave de este proceso constitucional, me apresto a plantear algunas interrogantes al texto, no solo para tomar una de decisión formada y consciente sobre este plebiscito, sino con el ánimo de impulsar un diálogo de preguntas y respuestas simples que sirvan a cualquier ciudadano que vote este próximo 17 de diciembre.
Sin duda que la campaña electoral será dura, llena de eufemismos y grandes eslóganes, como la campaña anterior. Ambos lados, izquierdas y derechas, se esforzarán por esconder a sus políticos y candidatos, y primarán en la televisión y en los medios escritos, rostros ciudadanos hablando sobre las bondades o peligros de aprobar una constitución de derecha, a la que todos sus representantes, díganse económicos, empresariales, intelectuales y políticos han dado su venia.
Seguramente el acento de la campaña por parte de la derecha unida, dirá que aprobar su propuesta es la última oportunidad para dar por cerrado el asunto constitucional y pasar la página, sin hablar demasiado sobre el contenido de su texto. Otros, como los republicanos, o al menos lo que queda de ellos después de su fraccionamiento, intentarán transformar la elección en un plebiscito contra el gobierno de Boric, instalando una disputa que intentará desviar a los chilenos de lo importante: que la constitución debe ser un pacto transversal capaz de darnos una hoja de ruta para vivir y desarrollarnos como sociedad por lo menos tres décadas más y que no es, bajo ninguna circunstancia, una herramienta de revancha y castigo al gobierno de turno.
La izquierda ahora y como la vez anterior, parte tarde y con mensajes confusos esta campaña. Se enreda en discusiones conceptuales, no va al grano señalando los retrocesos que plantea dicho texto y no ha mostrado hasta hoy, una ruta unitaria sobre lo que harán durante este mes y medio. A todas luces, lo que se hace desde dicha vereda política es un error. Convengamos que, aunque todas las encuestas dan a la opción “en contra” una amplia ventaja sobre el “a favor”, no se puede desestimar la capacidad de la derecha de hacer campañas efectivas con base en eslóganes que tocan mejor, sin duda, la fibra sensible de los chilenos, agobiados por sus problemas cotidianos. Son hábiles comunicacionalmente, usan mensajes simples y atractivos, le dicen a la gente lo que quiere escuchar; aunque todos sabemos que sus propuestas son huecas, nocivas para las personas y que en concreto no solucionan ningún problema, sino todo lo contrario.
La duda es ¿cómo hablamos con la gente en esta corta campaña?, ¿cómo logramos hacer un debate centrado en los problemas cotidianos, que permita a cualquier vecino o vecina tomar una decisión informada este 17 de diciembre? En mi opinión la ruta es hacer preguntas simples y efectivas al texto. A continuación, solo daré algunos ejemplos remitiéndome a los derechos sociales, los que sin duda han salido trasquilados en la nueva propuesta constitucional.
Libertad de elegir el sistema de salud: con la nueva propuesta de constitución ¿podrá el 80% de las personas que ahora son parte del sistema FONASA recibir atención o tratamiento médico urgente en cualquier recinto asistencial no importando si este es una clínica pública o privada? ¿Podré internarme en la Clínica INDISA o en el Hospital de la Universidad Católica ante la imposibilidad de realizarme una cirugía urgente en un Hospital que tiene meses de lista de espera?
Libertad de elegir en el ámbito de la educación: ¿Podrá un ciudadano común y corriente con esta nueva constitución, inscribir libremente a sus hijos o hijas en cualquier colegio de su comuna, incluyendo el colegio privado?, sí, ese mismo que entrega una mejor calidad de educación y en el que mi hijo o hija podrá obtener un buen puntaje para ingresar a la universidad. ¿Podrá ir mi hijo o hija al colegio alemán o al colegio inglés, o a cualquier colegio bilingüe aún cuando yo, la sostenedora de la familia reciba mensualmente un salario de 500.000 pesos?
Las respuestas a estas preguntas, remitiéndonos al nuevo texto, es un rotundo NO. A pesar de que el gran eslogan de esta nueva constitución es garantizar derechos sociales. En esta línea, la propuesta señala que será el Estado el encargado de remover los obstáculos que impidan a la gente ejercer sus derechos, asegurando la igualdad, la no discriminación por sexo, edad, lugar de origen o preexistencias médicas (para el caso de salud), pero nada dice sobre la principal barrera que la mayoría de los chilenos tiene para elegir la salud y la educación que les gustaría tener: el dinero.
Sin dinero no tenemos libertad de elegir a dónde ir si es que estamos enfermos, como tampoco podemos elegir la escuela a la que irán nuestros hijos e hijas. La derecha ha dejado fuera la principal barrera a la que se enfrentan las personas en el acceso a derechos en igualdad de oportunidades: la discriminación por ingresos, principio que aborda, por ejemplo, la Carta Fundamental alemana, que también permite la existencia de servicios de salud y educación públicos y privados, pero que a reglón seguido establece que nadie podrá ser discriminados del uso y aprovechamiento de sus derechos en estas materias por su nivel de ingresos.
Libertad para elegir mi seguridad social o para escoger libremente quién podrá administrar mis cotizaciones para mi jubilación partiendo del supuesto de que “mi plata es mía” y que tengo plena propiedad sobre ésta. Dado que esta propuesta refuerza el rol de las AFPs como administradora de mis fondos de pensiones, vale la pena preguntarse: ¿podré yo retirar mi dinero ahorrado en la AFP para buscar libremente otra forma de invertirlo y así asegurarme una mejor jubilación en el futuro? Una iniciativa de inversión en la pueda tener el control del dinero que ahorro mensualmente; un plan de inversiones a largo plazo, fondos mutuos ¿por ejemplo? Pregunta válida toda vez que desconfío de las inversiones que en el pasado hizo mi AFP con “mi plata” y que me ha dejado pérdidas económicas irreversibles sin que haya podido reclamar a nadie.
Siguiendo con las pensiones. ¿Podrá esta nueva constitución subir radicalmente el monto de las pensiones de hambre que tenemos hoy?
Me remito al texto para contestar a las preguntas y otra vez, lamento responder un rotuno NO. Las AFPs no solo seguirán existiendo como hasta hoy, sino que la propuesta borra cualquier posibilidad de que exista otro mecanismo de administración de las cotizaciones de los trabajadores. Seguimos entonces con el sistema de ahorro obligatorio, en donde usted no tendrá más derecho que elegir cuál AFP se lo administra, y donde a pesar de que “su plata será suya”, no podrá sacarla de la AFP para buscar una mejor alternativa de generar ganancias para la vejez.
Entonces ¿libertad para qué?, para continuar dando mi cotización cada mes a una empresa que financia a otras empresas y que además especula con mi dinero; y que en el mejor de los casos me dará al final de mi vida laboral una pensión de 230 mil pesos, esto por supuesto si es que nunca tuve lagunas previsionales. ¿Subirán las pensiones con la nueva propuesta constitucional? Tampoco, porque para que eso ocurra debe reforzarse un pilar solidario con aporte del Estado, cosa en la que avanzaron el gobierno de Bachelet y el de Piñera, y que con esta nueva propuesta corre el serio riesgo de desaparecer por declararse inconstitucional.
Y así podría seguir con muchas preguntas más en numerosos ámbitos que la propuesta aborda con artículos nocivos para la sociedad en su conjunto, tales como la restricción a la huelga de los trabajadores, que es el mecanismo utilizado en todos los países desarrollados para negociar salarios y mejoras laborales. O explicar el peligro que se corre con esta nueva propuesta de terminar con la ley del aborto en 3 causales, que tantos años de lucha le costó al movimiento feminista y a las mujeres en su conjunto. Sin hablar de propuestas impracticables en la realidad, como la expulsión inmediata de migrantes irregulares, cosa que ni los mismos republicanos han podido explicar cómo la llevarán a cabo.
Dicho esto, espero que la campaña por el “en contra” se haga enfrentando la actual propuesta constitucional a preguntas simples, cuyas respuestas puedan ser comprendida por cualquier ciudadano de nuestro país. Este ejercicio también es necesario que se replique en los medios de comunicación para generar un debate sincero, sin eufemismos y de cara a la ciudadanía; más que mal se trata de un plebiscito donde se juegan las cosas fundamentales de nuestra vida, desde dónde nos educaremos, las posibilidades de curar nuestras enfermedades, hasta las condiciones en las que trabajaremos y viviremos nuestra vejez, de eso se trata, nada más ni nada menos.