Un niño huérfano vive en un hospicio de París en el siglo XVI, sin saber que en pocos años comenzará la Revolución Francesa y su mundo girará hacia el caos. Su nombre: Claude Pinoche, un vampiro que convertirá en oficial del rey Luis XVI, y se moverá a sus anchas por la corte de Versalles, pero de forma oportunista se cambiará de bando para deleitarse al ver rodar las cabezas de María Antonieta y compañía.

Así seguirá con su reguero de sangre que lo llevará a combatir en las revoluciones de Haití, Rusia, Argelia. Hasta llegar a Chile, donde tomará su nombre definitivo: Augusto Pinochet.

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Así comienza la nueva cinta de Pablo Larraín, El Conde, que fue estrenada en el prestigioso Festival de Venecia, dónde competirá contra otras 22 películas para llevarse el León de Oro. Una exhibición que no pasó desapercibida ya que, tras concluir la proyección, los asistentes aplaudieron de pie, por unos cinco minutos.

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Una premiere a la que asistió el director, Pablo Larraín; además, de parte del elenco, integrado por Gloria Münchmeyer, Alfredo Castro y Paula Luchsinger; junto al productor de Fábula, Juan de Dios Larraín.

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Una sátira en blanco y negro, deudora del expresionismo alemán, que fabula con un Augusto Pinochet vampiro cansado de la vida eterna y de ser acusado de robar durante la dictadura.

“A un soldado se le puede decir asesino, pero no un ladrón”, afirma Pinochet (Jaime Vadell) a su esposa Lucia Hiriart (Gloria Münchmeyer), con quien se encuentra recluido en una casona en el sur de Chile tras fingir su muerte.

Distribuida por Netflix, tendrá un estreno en salas chilenas este 7 de septiembre, para llegar a la plataforma de streaming el 15 del mismo mes.

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Críticas El Conde

Aunque la crítica internacional ya ha entregado sus comentarios con respecto a la cinta de Pablo Larraín. Dónde algunos medios destacan su mirada audaz sobre la realidad nacional y la sombra del Pinochetismo, aunque demasiado elocuente en su discurso. Además, de destacar su irreverencia y humor, junto a su preciosista fotografía en blanco y negro.

Por ejemplo, el medio español especializado, Fotogramas, afirma que "más allá del ejercicio de fabulación histórica, El Conde dispara con inquina contra el legado del pinochetismo, que pervive con fuerza en un Chile que, después del estallido social de 2019, parece ahora a merced del auge de una ultraderecha liderada por José Antonio Kast, un heredero del dictador".

Aunque, le reprochan una reflexión sin muchas escalas de grises. "El discurso político de Larraín es tan contundente como elemental", agregan. Un punto, que también toma IndieWire, donde se afirma que "El Conde no es muy sutil (la rica dirección de fotografía de Ed Lachman entrega al filme sus únicos matices grises), y por eso se siente como una oportunidad perdida que Larraín no haya exprimido más jugo del hecho muy relevante de que sacar a un fascista del poder no es lo mismo que derrotarlo".

A su vez, Screen Daily asegura que “en general parece una oportunidad perdida y una apuesta floja de un director cuyas películas ambientadas en Chile, No y Neruda, fueron temáticamente muy estimulantes además de visualmente hábiles”.

Mientras que, dentro de las críticas favorables, Deadline sostuvo que “dramatúrgica y visualmente, El Conde rebosa ideas inteligentes e imágenes sorprendentes que nunca parecen gratuitas. Es como si alguien les ordenara a Larraín y Calderón sorprender y asombrar, y ellos lo hicieran de buena gana”, además de destacar el rol interpretativo de Jaime Vadell, quién "está magnífico mientras hace referencia a viejos recuerdos, a menudo muy, muy viejos, de lo que para él fueron buenos tiempos”.

A sí mismo, The Hollywood Reporter destaca su fotografía “tan visualmente embriagadora y atmosférica como provocadora, y mezcla liberalmente la sátira política con la comedia negra y el horror mientras examina una historia sombría que parece condenada a seguir repitiéndose”.