Política de Salud Mental para la Infancia y Adolescencia: Un primer paso
Hace unos días terminó la consulta sobre la Política Nacional de Salud Mental para la Infancia y Adolescencia. Este primer esfuerzo declarativo es un importante paso para entender los desafíos que tenemos en salud mental de NNA y, por primera vez, se busca dar respuesta intersectorialmente, interviniendo los ministerios de Salud, Educación, Desarrollo Social y Cultura con el objetivo de determinar las líneas de acción, objetivos o estrategias que se requieren para resguardar la salud mental de niños, niñas y adolescentes.
¿Pero por qué es importante contar con esta política? Lo primero es que todos los niños, niñas y adolescentes de Chile deben poder ejercer plenamente sus derechos humanos fundamentales, y para esto, se requiere contar con un marco que permita que los NNA puedan alcanzar un alto nivel de bienestar y desarrollo de sus habilidades y potencialidades. En ese contexto, la Política Nacional de Salud Mental para la Niñez y Adolescencia busca ser una ruta para respetar, promover, proteger y garantizar especialmente el derecho a la salud mental de la población infantil y adolescente que nace o crece en Chile.
Un segundo aspecto relevante es que esta política empuja acciones de promoción del bienestar, de prevención de los factores de riesgo y del fomento de factores protectores para la salud mental, junto con promover el desarrollo de intervenciones tempranas y eficaces para abordar los problemas o trastornos mentales, de acuerdo con las necesidades de cada NNA.
Fomentar los factores protectores de la salud mental se vuelve crítico en el contexto actual del país. Como sociedad hemos declarado que el Estado debe proteger a los NNA e incluso hemos dicho que los niños, niñas y adolescentes tienen derechos a ser gestados y crecer en un ambiente libre de contaminación, alcohol y drogas.
Este es uno de los puntos más interesantes de esta política que busca generar un cambio desde la perspectiva de un ambiente protector, abordándolo intersectorialmente. Las cifras con las que hoy contamos nos revelan la importancia de este cambio: más del 30% de los escolares entre 8° básico y IV medio consumen marihuana y un 13% de los hogares no son libres de humo, lo que está generando NNA con patologías secundarias. Las mismas cifras nos indican que los NNA de Chile son los más sedentarios, los más obesos y los más adictos del continente.
Hacernos cargo de estos factores protectores no solo es un bien en sí mismo por la necesidad de proteger a los NNA, también es una medida económicamente rentable, si pensamos que las consecuencias de tener niños con patologías secundarias frena aproximadamente dos puntos del PIB.
Un ambiente de consumo determina, en la evidencia científica, consecuencias biológicas, del desarrollo y psicosociales negativas. Por lo tanto, la mayor prevención es determinar un ambiente libre de estos elementos para asegurar un mejor desarrollo biopsicosocial.
Desde la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia (SOPNIA) estamos seguros de que esta política es un importante primer paso para comenzar a trabajar de una manera innovadora y transversal los problemas de salud mental de los NNA de Chille. Solo el trabajo conjunto y transversal en colegios, centros de salud, espacios culturales y en cada hogar donde vivan NNA nos permitirá avanzar en que hayan niños más sanos y que puedan ejercer plenamente sus derechos.