Crisis de las Fundaciones: No vivimos de buenas intenciones
Es complicado hablar de fundaciones en Chile en este preciso momento. El Caso Convenios ha colmado todos los medios de comunicación y con justa razón. Son 32 las fundaciones investigadas y el monto defraudado sigue ascendiendo. Pero, fuera de este caso, existen otras cientos de miles de organizaciones que cumplen una labor fundamental en nuestro país; muchas de ellas se esfuerzan cada día para poder trabajar por la falta de recursos.
La realidad de muchas fundaciones chilenas es la precariedad, ¿por qué? Claramente es un problema multifactorial, pero gracias a mi trabajo he podido ver cómo operan algunas organizaciones o corporaciones sin fines de lucro en términos financieros, y es realmente triste.
Hay algo que hay que recordar: las ONGs son empresas. Su fin no es el negocio en sí mismo o tener utilidades, sino la solución de problemas sociales, pero siguen siendo empresas y hace falta formación en gestión empresarial para poder sustentar la visión y misión de cualquier organización.
Las fundaciones no son solo entes de beneficencia, sino también un eslabón importante en la cadena productiva de un país, para satisfacer demandas y necesidades de comunidades específicas, muchas veces marginadas. Las ONGs cubren necesidades que el Estado no puede cubrir.
El Estado chileno es subsidiario, lo que significa que el apoyo de las empresas sociales, es decir, las fundaciones, es realmente importante para la conformación de una sociedad íntegra y colaborativa. Pensar que el Estado puede o debe solucionar el 100% de los problemas y necesidades de la sociedad es, en este contexto, utópico. Por eso existen más de 235.000 fundaciones conformadas legalmente en Chile (según el último registro disponible, que es de 2015) de diversa índole, enfocadas en diversos temas, a lo largo del país.
Actualmente soy director ejecutivo de la Biblioteca Central para Ciegos, una corporación sin fines de lucro que trabaja para brindar acceso a la información y la educación a personas con visión disminuida o ciegas. Como tal, me ha tocado trabajar con el Estado chileno y por ningún motivo creo que este debiese ser experto en solucionar todos los problemas. Por ejemplo, no tiene por qué ser experto en la confección de libros braille para estudiantes ciegos y de baja visión, para eso están Bibliociegos y otras instituciones. El Estado debe ser experto en la gestión administrativa que consiga satisfacer las necesidades de un determinado sector con empresas expertas en la materia.
Allí radica la importancia de apoyar empresas sociales o fundaciones y la necesidad de formar profesionales en la gestión social y comercial. Antes dije que es triste ver cómo operan algunas organizaciones en términos financieros, porque no tienen idea de cómo hacerlo o no ven importancia en aquello. He sido testigo de cómo muchas fundaciones externalizan sus áreas comerciales con la falsa idea de que ellos deben “enfocarse en lo suyo”. ¿Cómo podrías enfocarte en lo tuyo cuando no eres una organización que se sostenga financieramente y no tienes idea de cómo hacerlo?
El crear una empresa social conlleva representar íntegramente una causa y una comunidad. Cuando se decide representar una causa social a través de una empresa (ya sea fundación o corporación sin fines de lucro) hay que aprender y formarse, aunque el área comercial no sea de nuestro interés, gusto o fortalezas. No es sustentable querer ayudar en una causa social si no se tiene la capacidad de dirigir comercialmente aquella empresa, porque lamentablemente, no vivimos tan solo de buenas intenciones.