Un paso más hacia la catástrofe: "Planeta en Ebullición"
António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, alertó en una rueda de prensa sobre el fin de la “era del calentamiento global” y el inició de la “era de la ebullición global”.
El Secretario General de Naciones Unidas tiene evidencia y razones de sobra para lanzar esta alerta y presionar a todos los países y sus gobiernos a tomar acciones urgentes y decisivas para no seguir dilatando el cambio necesario para cumplir con los compromisos que aseguren el bienestar y la vida en el planeta.
Los datos son claros y el IPCC, al finalizar su Sexto Ciclo de Evaluación, lo confirmó en su Reporte de Síntesis que resume los resultados de 6 informes que evaluaron por casi 7 años los impactos, la vulnerabilidad, y la exposición de la tierra, los océanos, las ciudades, la seguridad hídrica y alimentaria, la biodiversidad, los ecosistemas y sus contribuciones, las desigualdades sociales, así como las soluciones en términos de mitigación y adaptación.
La evidencia es inmensa y cuenta con un consenso científico que no existe en muchas otras áreas del conocimiento: las actividades humanas son responsables del cambio climático que está experimentando el planeta; el aumento de gases de efecto invernadero de manera sostenida a raíz de la quema de combustibles fósiles y la degradación de los ecosistemas ha incrementado la temperatura promedio del planeta en 1.1ºC.
Pero el aumento de la temperatura global del planeta no es lo único que está cambiando. Los océanos se calientan, se acidifican y pierden el oxígeno, el nivel de mar incrementa, los glaciares se derriten a gran velocidad, y los extremos como olas de calor y frío, lluvias intensas, sequías, y ciclones han incrementando en frecuencia e intensidad.
Las consecuencias son alarmantes: hasta 3,6 billones de personas son altamente vulnerables al cambio climático, y cientos de ecosistemas han sido dañados permanentemente y están al borde del colapso. Sin embargo, ni todas las regiones del planeta ni sus habitantes son igual de vulnerables a los embates del clima, donde mujeres, niñas y niños, personas pertencientes a Pueblos Originarios, personas con discapacidad o de bajos recursos sufren las consecuencias del cambio climático de manera más extrema aún cuando no son responsables de las emisiones.
¿Qué está pasando hoy día?
Junio y julio rompieron récord históricos (cientos de miles de años) de temperatura a nivel global. Por unos días el planeta sintió lo que es tener 1.5ºC más. La temperatura superficial se incrementa a una tasa inquietante hace semanas, y los océanos muestran valores de temperatura nunca antes registrados, los hielos antárticos se están derritiendo a tasas alarmantes desde hace meses, el hemisferio norte soporta desde hace semanas temperaturas extremas y olas de calor que se suceden una tras otra, numerosos tifones afectan varios puntos de Asia, intensas lluvias afectan España, Chile o China, y megaincendios afectan EEUU y varios países del Mediterráneo, entre otros.
Por si no fuera poco, un reciente estudio alerta de que una de las corrientes marinas más importantes del planeta que controla el clima global parece estar haciéndose más lenta y cambiando más rápido de lo esperado. No hay zona del planeta que no esté sintiendo los efectos del cambio climático y el clima extremo de estas últimas semanas o meses.
Los impactos del clima extremo de estas ultimas semanas son alarmantes: muertes por golpes de calor, pérdida de infraestructura, mala calidad de aire, desplazamientos forzados, o pérdida de ecosistemas, biodiversidad, patrimonio natural y cultural. La magnitud real y las consecuencias finales de este clima extremo las desconocemos, pero las sabremos dentro de unas semanas o meses.
Con toda seguridad, estos eventos extremos habrán impactado la salud física y mental de millones de personas, las economías de los estados y las de miles de familias, los servicios ecosistémicos y las contribuciones que entrega la naturaleza a la humanidad, y, por supuesto, habrán acrecentado las desigualdades sociales existentes haciendo más vulnerables a los que ya lo eran.
Esta es nuestra “nueva normalidad”. Este es el mundo con 1.5ºC más que no queremos según el Acuerdo de París. Este es el nuevo “planeta en ebullición” del que alerta Guterres. Esta es nuestra actual realidad que nos llega más rápido de lo que esperábamos, y que nos obliga ahora a hacer en tiempo récord lo que deberíamos haber hecho hace décadas.
Con las miras puestas en la próxima COP28, veamos ahora si los tomadores de decisiones se toman en serio la urgente necesidad de cumplir con los compromisos que generen los cambios estructurales que necesita el planeta para asegurar el bienestar de todos los seres vivos.