La emocionalidad y el voto duro: Una mirada estadística al proceso constitucional
El pasado 9 de julio, Research Chile presentó los resultados de su décima encuesta nacional, revelando hallazgos interesantes. Entre ellos, destaca la consolidación de Evelyn Matthei como la candidata más competitiva de la centro derecha, a pesar de que José Antonio Kast sea el candidato con más preferencias. Además, se observa la aparición de Carolina Tohá como una opción válida para disputar el liderazgo de Camila Vallejo en el progresismo. Sin embargo, quisiera centrarme y profundizar en la información recopilada respecto del proceso constitucional.
Según el estudio aproximadamente el 25% de la población ya ha decidido su posición respecto a la nueva Constitución. De este grupo, tres de cada cuatro personas están en contra de cualquier texto constitucional, mientras que una está a favor.
Estos datos se obtienen de mediciones periódicas, las que muestran que, en promedio, un 18% de los encuestados ha declarado que votará "en contra", mientras que un 6% ha manifestado su apoyo a cualquier texto constitucional que se presente.
El comportamiento del llamado "voto duro", cuyo perfil se describe en el último informe de Research Chile, ha sido constante en el tiempo. Esto sugiere que el mensaje emanado por el Comité de Expertos Constitucionales no ha logrado ser percibido, ya sea en forma positiva o negativa, por un 75% de la ciudadanía. Una posible razón para esto es la "deslegitimidad de origen" del Comité de Expertos, ya que al ser elegidos por miembros del Congreso Nacional no contaron con el beneplácito de la sociedad. Sin embargo, también es cierto que los "expertos" no han realizado suficientes esfuerzos para difundir el trabajo realizado.
Entonces, ¿cómo podemos saber qué motiva o moviliza a ese 75% a tan solo 5 meses del plebiscito? A nuestro entender, el detonante no será la calidad del texto constitucional o el cumplimiento de los bordes definidos, sino más bien las emociones de dicho elector. En mayo, cuando realizamos nuestro trabajo de campo, estaba latente el éxito del Partido Republicano.
A pesar de que a este partido no le agrade la idea de cambiar nuestra actual carta magna, su triunfo posibilitó, por ejemplo, que la predisposición de votar "en contra" bajara al 14%, el índice más bajo desde que realizamos esta medición. Además, el recientemente electo "Consejo Constitucional" debutó con un 51% de confianza y el Comité de Expertos subió 7 puntos en aprobación ciudadana.
El denominado "Tsunami republicano" infundió, aunque suene contraintuitivo, esperanza en el proceso, ya que la ciudadanía veía en este hecho una opción real de redirigir el país. Sin embargo, entre mayo y junio ocurrieron varios hechos, protagonizados por miembros de dicho partido, lo cual provocó que los índices alcanzados en mayo fueran solo un "espejismo".
Por ejemplo, la confianza en el Consejo Constitucional bajó 20 puntos, la del Comité de Expertos disminuyó en un 21% y la predisposición de votar "en contra" volvió a situarse alrededor del 18%, esto sin considerar que en ese mes un 54% de los encuestados encontró malo o muy malo el anteproyecto constitucional trabajado por los expertos constitucionales.
Entonces, ¿hay esperanza de tener una nueva Constitución?
Lo primero que debemos (y deben) entender los actuales consejeros es que el contexto es clave para comprender lo ocurrido en mayo. Cuando se impuso el partido de derecha en las elecciones, el país estaba experimentando una crisis de seguridad que condicionó el voto de aquel elector "emocional". En otras palabras, el triunfo republicano no significa que el país se haya “vuelto republicano”.
Ahora bien, en cuanto a la pregunta en sí, nuestra impresión es que aún tenemos posibilidades de tener una Constitución nacida en democracia. Esto se fundamenta en hechos tales como que la intención de votar "en contra" nunca ha superado el 21,69% registrado en el Plebiscito de entrada de 2020, por lo que el "rechazo actual" no ha sido capaz de superar el piso mínimo registrado aquel año. Además, las Iniciativas Populares de Norma (IPN) han contado con una amplia participación de la sociedad civil, muchas de las cuales cuentan con un gran apoyo ciudadano.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la emocionalidad del elector desempeñará un papel relevante, especialmente porque muchos electores no tienen un fuerte apego a idearios políticos que respalden sus convicciones. Esto los hace susceptibles a influencias de su entorno, y en ocasiones estas circunstancias pueden no proporcionar todos los elementos objetivos necesarios para tomar la mejor decisión posible. Esto plantea un desafío comunicacional no menor, del cual espero que todos los actores estén a la altura, pues de no hacerlo nos habremos perdido, nuevamente, la oportunidad de tener una Constitución nacida en democracia.