Las mujeres en la sombra de los virus respiratorios
Una helada cubre Chile y en la capital amanecimos con cero grado y alarmantes cifras que se traducen en una crisis sanitaria por virus respiratorios: seis lactantes han muerto y el domingo la autoridad competente anunciaba 92% de camas críticas ocupadas. No olvidemos, además, que el Instituto de Salud Pública ha dicho que, respecto de 2019, la presencia de virus respiratorios en la población se ha multiplicado por cinco.
La discusión que se está dando tanto en prensa como en el sector público se ha centrado en la gestión de las camas, posibles negligencias médicas frente a pacientes pediátricos y la capacidad de la administración oficialista en salud, incluso levantando como posibilidad acusaciones constitucionales, para variar.
Pues bien, a la vez que el gobierno se empeña en asumir y paliar eficazmente los efectos de la crisis sanitaria, es hora de instalar una alerta paralela y profundamente implicada en todo lo anterior: se trata también de una crisis de cuidados que afecta principalmente a las mujeres.
Según el Informe Mensual de Calidad del Empleo (IMCE), la Tasa de Desempleo Integral (TDI) fue de 12,8 % para las mujeres el mes pasado, y 11,5 % en el trimestre enero-marzo de 2023, lo que responde a una división histórica de labores por género y que se vio acentuada con la pandemia del covid-19. Asimismo, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo (ENUT) de 2015, las mujeres ocupadas se dedican 41 horas semanales a labores domésticas y de cuidados. Y a su vez, la Biblioteca del Congreso Nacional indica que en los últimos 20 años los hogares con mujeres jefas de hogar han aumentado considerablemente.
¿Qué se lee de lo anterior? Son las mujeres las cuidadoras por excelencia y, frente al aumento de lactantes, niñas y niños enfermos, sabemos que quienes ven sus tiempos y preocupaciones más capturados son las mujeres, tanto en carga mental como de trabajo. Acecha entonces la crisis sanitaria, el aumento en el desempleo, el ausentismo y la carga de trabajo no remunerada de las mujeres.
Profundizando: la creciente flexibilidad laboral e inclusión del teletrabajo en las jornadas laborales de diferentes sectores; la consideración de que el ausentismo laboral en condiciones normales se diferencia por razones de género en términos sociodemográficos con cifras más altas en las mujeres justamente por labores asociadas a lo doméstico, reproductivo y de cuidados; la aún baja corresponsabilidad entre madres y padres en la crianza y atención a hijas e hijos; una ley de salas cunas focalizada y que hace más difícil para las mujeres conciliar trabajo productivo y reproductivo, sosteniendo la división sexual del trabajo; estas, entre otras razones, provocan que esta crisis sanitaria sea también una crisis de cuidados.
Si a todo lo anterior sumamos que el borrador entregado por la Comisión Experta constitucional no contempla ni menciona ninguna garantía de derechos ni deberes en materia de cuidados. Podría una consolarse con la idea de que no se trata de un texto definitivo, pues hay un Consejo democráticamente electo que puede modificar dicho borrador, y con suficiente consciencia podríamos depositar en este la íntegra responsabilidad de hacerse cargo del problema histórico de los cuidados. Mas ¿cómo podríamos confiar considerando el balance de fuerzas en el Consejo Constitucional? Con una mayoría de consejeros del Partido Republicano, de extrema derecha y en extremo conservadores, que se ha dejado sentir en la p00residencia del órgano, como en la mayoría de las presidencias de las comisiones temáticas. Difícil de imaginar.
En este escenario, la única confianza posible es en el gobierno actual. Todo depende de que el oficialismo, de acuerdo a sus principios y ambiciones, cumpla con su programa e instale un Sistema Nacional de Cuidados que pueda hacer frente a una crisis siempre a la sombra de la contingencia.
No olvidemos que el horizonte es que los cuidados sean responsabilidad de la sociedad en su conjunto y no exclusivamente de las mujeres, y que la inexistencia de una política robusta al respecto está a la base de la precariedad de las personas y del Estado para enfrentar emergencias como la mismísima de los virus respiratorios.