Manuel Carvajal: el sueño de recuperar el Mejillones de su infancia
Manuel Carvajal tuvo un accidente de auto que debería haberlo matado y no lo hizo. En cambio le dio un nuevo impulso para reconectarse consigo mismo, visitando los lugares a los que iba en su infancia, con su hermano. Fue a pasar tiempo en la playa y en los cerros de Mejillones, su ciudad. Y se encontró con lugares completamente transformados por la industrialización.
Así fue que Manuel abrió los ojos a la contaminación que se acumulaba en su territorio, y se inició en una lucha ambiental que le cambiaría la vida. Cuando era niño, en Mejillones no existían las termoeléctricas. Ahora es la ciudad chilena que más centrales a carbón tiene. Es un cambio drástico en la ciudad, pero del que él no era consciente.
Su vida antes
Manuel siempre tuvo una visión crítica de la realidad. Motivado desde joven por la música y la cultura, en su juventud se involucró en movimientos sociales y culturales, aunque no directamente relacionados a la protección ambiental. Cuando tuvo un hijo, empezó a trabajar en el puerto de Angamos, en pleno sector industrial.
Allí, rodeado de termoeléctricas, aún no prestaba tanta atención al impacto ambiental que tenía la industrialización en la ciudad. Pero sí veía la precarización laboral, y fue parte de un movimiento sindical en el puerto, que según especula, le habría costado el cargo.
Fue en el puerto de Angamos donde conoció a Patricio Guerra. En ese momento, los trabajadores tenían cada uno un código según su área: Manuel era 8126 y Patricio el 8139, por lo que solían estar juntos y poco a poco formaron una amistad que continuó incluso cuando Manuel dejó el puerto.
Primeros pasos
Más o menos en el mismo periodo en que Manuel dejó su trabajo en el puerto de Angamos, Patricio Guerra enfermó. El diagnóstico era cáncer de pulmón. Eso, sumado a su creciente preocupación por el deterioro ambiental en la bahía de Mejillones, llevó a Manuel a investigar sobre algunas de las enfermedades y afectos sobre la salud asociados a la contaminación del aire.
De acuerdo con un estudio realizado por el Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica, los habitantes de zonas con termoeléctricas se enferman hasta 4 veces más y cuentan con los índices de cáncer pulmonar más altos del país.
A medida que investigaba y aumentaba su preocupación por la contaminación, Manuel se involucró en la creación del movimiento Chao Carbón; una coalición ciudadana de organizaciones que ha impulsado en Chile el cierre de las termoeléctricas a carbón y la transición energética justa.
Allí conoció las historias de otros lugares en que, al igual que en Mejillones, la gente vive rodeada de termoeléctricas y sufre los efectos de la contaminación; esos lugares que han sido bautizados por sus habitantes como “Zonas de Sacrificio”.
A raíz de su activismo, solía hablar con Patricio Guerra sobre la relación que había entre su enfermedad y la mala calidad del aire de la zona, aunque a medida que su estado de salud empeoraba, comenzaron a verse con menos frecuencia.
Manuel no conocía en ese entonces la gravedad del estado de salud de su amigo Patricio. Un día, hace cerca de dos años, hicieron planes para verse. Pero para cuando llegó la fecha de la reunión, Patricio Guera ya había fallecido de cáncer.
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Defensa ambiental
Su experiencia con Patricio fue uno de los sucesos que más influyó en la postura de Manuel por la defensa del territorio. Junto con el dolor de la pérdida, y los deseos de visibilizar la historia de su amigo, creció su afán por la justicia ambiental.
Gracias a la coalición Chao Carbón, ya había podido conocer más sobre la realidad de otras Zonas de Sacrificio. Le sorprendió lo avanzada que estaba la lucha ambiental en estas otras ciudades, donde la ciudadanía había conseguido tener planes de descontaminación con medidas concretas. Se dio cuenta de que había mucho por hacer en Mejillones, y ya contaba con apoyo de personas de todo el país con experiencias similares.
“He aprendido cosas que nunca pensé que iba a tener que saber. Detalles como la forma en que se mueve el viento, para dónde van las corrientes, o los efectos de cada contaminante. No se aprende de la noche a la mañana, pero ahora estoy participando en el monitoreo ciudadano de la calidad del aire en Mejillones y en la creación de una norma de calidad del aire para las ciudades con termoeléctricas de todo el país”, recuerda.
También, junto a la ONG de derecho ambiental FIMA, está trabajando para que las termoeléctricas en Mejillones, que fueron aprobadas con normas ambientales de hace décadas, eleven sus estándares ambientales y tomen medidas para hacerse cargo de la contaminación acumulada producida por su actividad.
Un camino pedregoso
“Mucha gente mira a los defensores ambientales como si fueran locos, o problemáticos”, dice Manuel, para quien no ha sido fácil la trayectoria.
Se ha encontrado con mucha colaboración pero también con amedrentamientos, obstáculos laborales, e incomodidades familiares con su tío, que es alcalde de Mejillones y a quien mucha gente apunta el dedo por la cantidad de actividades contaminantes en la ciudad.
“Mi mamá es una persona súper correcta y gracias a ella tengo los valores bien puestos y he logrado no pisar el palito. Porque me han querido comprar muchas veces. Las empresas me ofrecen proyectos, y ahí es donde uno puede caer. Sobre todo en un momento de mi vida en que estuve complicado, porque ya estaba en lista negra y no podía conseguir trabajo en el barrio industrial”, reflexiona.
Además, se ha enfrentado cara a cara con las dificultades que existen en el país para encontrar información imparcial sobre el estado de los ecosistemas, la contaminación, y para participar de las decisiones sobre las actividades que se desarrollan en la ciudad.
El sueño de Manuel
“A mi me encantaría que ya no hubiera industrias contaminantes en Mejillones. Pero también soy realista, y en ese realismo me imagino un Mejillones con una actividad portuaria muy desarrollada, aprovechando el corredor bioceánico para que ojalá llegue no solo carga sino también turistas, y también con un impulso del turismo sustentable que es algo que estamos desarrollando de a poco”, proyecta.
Para esto, trabaja junto a otras organizaciones territoriales en impulsar un plan de desarrollo turístico que ordene la actividad en la comuna, y la declaración de una Zona de Interés Turístico (ZOIT) en Mejillones.
Manuel, que ahora es emprendedor, tiene una iniciativa de turismo ecológico donde organiza trekkings, acampadas y salidas en barco para conocer la biodiversidad marina. “Acá cerca de Mejillones pasan 10 tipos de cetáceos, hay ballenas, hay pingüinos de Humboldt, no tenemos nada que envidiarle a otras partes de Chile y es algo que se podría impulsar mucho más”, señala.
Sin embargo, hay algo que ve con preocupación: el avance de las plantas desaladoras en la comuna. “No es como las termoeléctricas, que uno ve el humo de las chimeneas. No sabemos qué daño puede ocasionar el volumen de agua que están desalando, en un lugar que ya perdió casi toda su pesca artesanal por la contaminación y donde la bahía está tan impactada”, alerta.