Fonasa Plus: una pseudo isapre de “pan y circo” para el pueblo
En los últimos días la sociedad chilena ha contemplado la formulación de un nuevo proyecto asociado al Fondo Nacional de Salud (Fonasa), cuyas conclusiones se traducen en un horizonte de reforma complementario para el Acuerdo Nacional por la Salud (2018). Este pretende mejorar el acceso a coberturas ambulatorias y hospitalarias; además, mejorar la entrega de soluciones y servicios y, junto con ello, el acceso a las denominadas clínicas privadas para casos que lo ameriten.
Cabe señalar que las críticas, aplausos y lecturas tensionan la discusión publica hoy por hoy.
Primero, la iniciativa viene a responder a una modernización propia del siglo XXI con relación al sistema de salud que erige en nuestro país, a su vez, confeccionar alternativas, aristas y salidas frente a un problema masivo que, dicho sea de paso, data de largas décadas en el territorio nacional.
Se pretende mejorar el abastecimiento de medicamentos e insumos médicos para los usuarios, por ende, “negociando” los precios e hilvanando un equilibrio oportuno hacia la atención correspondiente.
Además, al surgir esperas considerables en el sector público (operaciones, diagnósticos severos u otros), dichos pacientes serían derivados al sector privado, el eterno sueño de las clases sociales más vulnerables de Chile que hasta ahora solo se traduce en una dialéctica de promesa-utopía.
La idea es modernizar en términos cuantitativos a los afiliados que comprenden el 80% de la población; sin embargo, podrían suscitarse diversas fisuras e inestabilidades propias del sistema aludido, Fonasa Plus.
Segundo, las críticas en los últimos días no se han hecho esperar. Incluso, colocando sobre la mesa ciertos vectores que podrían hacer naufragar sistemáticamente a la aclamada Fonasa Plus.
Por tanto, sugiero cinco posibles conjeturas a considerar, problematizar y dialogar:
(1) Este sistema presupone de que el sistema de salud tiene que funcionar en un esquema de mercado, potenciado el traspaso de recursos públicos a clínicas privadas en detrimento de lo público (preferencia de un sistema y no mejoría de los sistemas de salud ya adscritos);
(2) Se plantea la idea de que los afiliados van a tener mejor cobertura de salud en la medida en que paguen más, lógica demasiado excluyente y de poco avance desde el sistema salud contemplado, ya que, recordemos que hablamos de una Fonasa tipo Plus, y no isapre en sí.
(3) Todo lo esbozado plasma una discriminación y segregación aún más aguda en cierta parte de la ciudadanía, o sea, baja capacidad de pago sugiere menor calidad y acceso, por ende, entre más recursos se tenga, mejor calidad en el servicio. Este paradigma podría continuar circulando para enfermos de primera y segunda categoría a rajatabla en Chile.
(4) Si ya tenemos un déficit en las atenciones del sector público, con esto podría haber un aumento considerable en la demanda hacia el sector privado (clínicas), pero olvidamos las carencias profundas de especialidades médicas en nuestro país para sostener a toda la población indistintamente.
(5) Con todo esto, sin duda, el tema de fondo aun así no sería resuelto; por el contrario, seguiríamos enajenando una categoría indispensable para estos efectos; el acceso. Los gobiernos deben avanzar en construir accesos hacia el consumo para la población, no en promesas, demagogias y utopías que, posiblemente, sean pan y circo para el pueblo. No debemos generar una abolición ni reemplazo de un sistema configurado. La ciudadanía necesita mayor acceso garantizado, no que aquello este sustentado en el costo posible como fin último para una atención médica de calidad.
Tal vez, la pretensión de transformar a Fonasa en un sector del país como una especie de isapre, claramente corre el riesgo de aumentar la emancipación de una categoría que nos irrita tanto como lo es la desigualdad.
Los académicos Andrés Biehl y Germán Vera, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, nos sumergen en algunas reflexiones yuxtapuestas al sistema en cuestión. Señalan lo siguiente: “En este equilibrio, las personas con peor salud son expulsadas al sector público, con la consecuente desprotección de la tercera edad. Al revés de lo que planteaban los expertos en sus inicios, quienes podrían y quieren estar en un sistema privado de salud por contar con recursos, pero que no pueden por la selección adversa de la Isapre, terminan por abultar el sistema público. Al descremar, el sistema privado castiga al sistema público cuando es necesario que justamente alivie la carga sobre este” (Contra la libertad: Por qué la ilusión de elegir dañó nuestra convivencia, 2023, p. 101).
No hablamos meramente de liquidez económica, sino de personas con enfermedades, dolores y padecimientos. Por tanto, no debemos homologar aquello con gratuidad y/o migración a un nuevo sistema de salud. Más bien, cimentar accesos concretos hacia los sectores más vulnerables de nuestro país que, hasta ahora, Fonasa Plus sería solo una especie de pseudo isapre de pan y circo para el pueblo.