La semana pasada debutó el nuevo espacio informativo del Ejecutivo, a través de un stream de YouTube denominado Gobierno Informa. El reporte periódico busca profundizar en los avances de Gobierno, las medidas concretas y el impacto de ellas en la ciudadanía, según indicaron desde la administración de Gabriel Boric.

Cada emisión tratará un tema diferente, como la seguridad ciudadana, la economía, y las preocupaciones sociales. El espacio debutó con la agenda de seguridad 2023, y este jueves continuará con el proyecto de 40 horas recientemente aprobado en el Senado.

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Tras su debut, las redes sociales se llenaron de opiniones sobre “Gobierno Informa” y llegó a ser trending topic en Twitter, pero más que hablar sobre su contenido, la discusión giró en torno al formato del programa. En conversación con El Desconcierto, tres expertos analizan el espacio, sus virtudes y defectos.

¿Qué tan necesario es Gobierno Informa?

Cristián Leporati, profesor de marketing político de la Universidad Diego Portales (UDP), plantea que a La Moneda no le hacía falta este espacio, más bien necesita “mejorar lo que es la gestión política y comunicacional, tanto de los ministerios, los ministros y su relación con el gobierno”.

A su juicio, el Ejecutivo debe fortalecer sus vocerías para enfrentarse a “una oposición activa”, y “tener un relato de fondo que sea capaz de contrapesar en el tiempo, lo cotidiano y las urgencias que van saliendo”.

En tanto, Pablo Laplace, académico de la Universidad Andrés Bello (UNAB) y director de televisión, considera que Gobierno Informa sí podría ser de utilidad. “Desde el punto de vista de la comunicación política, ese espacio podría ayudar al gobierno a disminuir la brecha entre las acciones realizadas y los distintos ámbitos en la percepción de la ciudadanía”, plantea.

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Sin embargo, agrega que “si este espacio no va acompañado de mejoras territoriales en cuestiones que afectan directamente a las personas como la seguridad, la salud, el transporte, etcétera, es complicado que pueda ser tomado en serio por la población y podría aumentar aún más la brecha de insatisfacción”.

Análisis similar hace Claudio Salinas, magíster en comunicación política y profesor de la Universidad de Chile, quien indica que “efectivamente falta en el gobierno una centralización de información donde se conecten las labores de todos los ministerios”.

Además, hace un matiz, ya que a su juicio un programa como este posiblemente “no tendría sentido en un escenario donde uno realmente viera un pluralismo político en la cobertura mediática que hay sobre los asuntos de gobierno y sobre los asuntos estatales”.

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Influencia y alcance: Los desafíos claves

Respecto al formato, Laplace comenta que “se hace cargo de las plataformas tecnológicas y la buena conectividad que tiene el país en términos digitales. Pero no es totalmente inclusivo. Hay un gran grupo de la población que queda al margen en el conocimiento, el manejo y la participación de la plataforma”.

Leporati, por su parte, es contrario al estilo del informativo, puesto que “es un formato que funciona en términos de fidelizar e informar esencialmente a los que creen en el gobierno, pero no es un formato en el cual vayan a conquistar nuevos públicos y otras audiencias que por distintas razones no creen en el gobierno o son muy permeables a la estrategias comunicacionales de la oposición”.

Considerando las críticas que ha recibido el espacio, siendo comparado con el programa de televisión “Aló, Presidente” conducido por el mandatario boliviano Hugo Chávez (2009-2011), Salinas opina que las situaciones “no son equivalentes”.

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“La crítica que se le hace a este programa es como si fuera un atentado a la democracia, y me imagino que una de las obligaciones del Gobierno es informar lo que está haciendo. En un escenario de alta concentración económica, se vuelve más perentorio”, agrega.

Claudio Salinas explica que lo que la oposición supone “es una falacia, una especie de performance, de que el Gobierno está monopolizando la información con este programa, pero el gobierno no cuenta con los recursos comunicacionales, de la opinión pública, de los medios tradicionales para divulgar pluralmente lo que está haciendo”.

“Por lo tanto en el fondo lo que se le está señalando es que no tiene que hacer nada y eso me parece una verdadera falacia, porque este programa no altera la correlación de fuerzas porque la correlación de fuerzas está en el duopolio”, concluye.

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¿Qué pasa con las redes?

Con solo un capítulo emitido, aún hay posibilidades de reforzar las comunicaciones, agregan los expertos. Para Leporati, el espacio se podría potenciar fuertemente “con un trabajo en las redes sociales”, para que “no sea una mirada solamente analógica desde un YouTube, desde una mirada más tradicional, sino que tenga una derivada también digital”.

Esto es, “que las temáticas que se vayan poniendo de alguna forma se traten de imponer a través de una estrategia digital con hashtags temáticos” o “tratar de ir imponiendo en los distintos adherentes al Gobierno que tienen liderazgo, que son influencers, por ejemplo, en Instagram, Twitter, TikTok o Facebook”.

Pablo Laplace, por su parte, “recomendaría utilizar los recursos ya existentes en comunicación y fortalecer la gestión de prensa en el marco de la comunicación pública, por supuesto”.

“Habría que ocupar los mismos equipos que ya existen para lograr esta comunicación desde las distintas repeticiones gubernamentales”, puesto que “hay buenos equipos y habría que potenciarlo y aprovecharlo al máximo”, cierra.