27F: La zona sur del país concentra la población más vulnerable ante desastres
En la madrugada del 27 de febrero del 2010, el sexto terremoto más fuerte del mundo sacudió el centro sur del país. 13 años después, aún seguimos aprendiendo sobre el suceso. Conoce las principales enseñanzas que dejó el terremoto del 27 de febrero, y el tsunami que generó, según científicas y científicos del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden).
1. No todas las personas están igual de preparadas
Un estudio desarrollado en el Cigiden y publicado en 2022 por la revista Natural Hazards, encontró que en la zona sur del país se concentra la mayor población con vulnerabilidad “alta” o “muy alta” al riesgo de desastres, y que los altos niveles de vulnerabilidad se deben a factores como el nivel socioeconómico y la cantidad de personas con discapacidad y de adultos mayores en la población.
2. Los tsunamis se comportan diferente según la bahía
El investigador CIGIDEN y académico UTFSM, Patricio Catalán señala que después del terremoto y tsunami del 27 de febrero, se aprendió que el comportamiento de un tsunami depende del lugar en donde ocurre, es decir, de las características geomorfológicas de la bahía y cómo esta se mueve al momento de un sismo.
El fenómeno se llama resonancia, y se refiere a cómo se mueve el agua de un tsunami en cada bahía en particular. El aprendizaje surgió a partir de estudios de los daños generados en las zonas costeras tras terremotos como el de Pisagua en el 2014 o el de Illapel en el 2015.
3. Es necesario acelerar los tiempos de evacuación en la costa
Científicas y científicos del Cigiden encontraron que las y los niños en edad escolar “tienen una mayor tasa de mortalidad en tsunamis debido a dificultades de movilidad y baja velocidad peatonal”. Así realizaron simulacros de evacuación en escuelas de la región de Valparaíso y concluyeron que los tiempos de evacuación planteados a nivel nacional deben ser más rápidos para prevenir una significativa pérdida de vidas humanas.
4. Terremotos pueden activar fallas
Después del terremoto del 27F, el 11 de marzo de 2010, se generó la réplica más grande de todas (6.9 MW) y que reactivó la falla geológica de Pichilemu. “Esta fue la primera vez que se observó este fenómeno de acople entre un sismo de subducción y la reactivación de fallas en la placa superior y también pudimos reforzar este aprendizaje con el terremoto ocurrido en Japón un mes después del 27F”, explica el subdirector de CIGIDEN, Gabriel González.
Según González, que también es geólogo de la Universidad Católica del Norte, el principal aprendizaje obtenido a partir del terremoto del Maule del 2010 es entonces la relación que existe entre este gran terremoto y la reactivación de fallas geológicas cercanas a la zona de subducción.
5. La construcción importa
El ingeniero estructural y ex decano de la Escuela de Ingeniería UC, Juan Carlos De La Llera, destaca la elaboración y actualización de la norma sísmica para fortalecer la resiliencia de estructuras residenciales, como hospitales u otras que están orientadas a entregar servicios básicos.
A lo anterior, el investigador CIGIDEN y académico de Ingeniería UC, Diego López, agrega que los componentes no estructurales en edificios, como tabiques divisorios, cielos falsos, sistemas de climatización, etc., también deben ser diseñados con el mismo grado de rigurosidad con que se diseñan las estructuras, de manera que puedan soportar la exigencia de los movimientos sísmicos.
6. La ciudadanía debe participar
A raíz de las investigaciones realizadas por el centro, la investigadora Katherine Campos hace un llamado a fortalecer los Comités Comunales de Emergencia, para fomentar especialmente la participación de las comunidades, en los planes de prevención y mitigación, para que estos respondan a las necesidades, preocupaciones y riesgos que más importan a las personas que habitan en cada territorio.