La hora de Camilo
El gobierno y el Presidente pasan por momentos difíciles (economía incierta e inflación; migraciones, violencia y delincuencia; y de otra, impericia, desprolijidad y ambigüedad gubernamentales) y de alta desaprobación pública (atenuada por el desempeño ante los incendios que asolan al país).
El deslinde y reordenamiento político ha sido inevitable: cerrar filas con el gobierno en una lista unitaria pagando el costo de las dificultades y cuestionamientos ("la lista del indulto", Girardi) o evitarlos distanciándose en lista aparte y con la DC (en ocasiones en clara oposición), con el argumento de ampliar la base electoral del Gobierno (Lagos).
La situación trasciende largamente la coyuntura. Pocos dudan que no sea así.
Una crisis de conducción, convicciones y confianza que reclama salidas urgentes. Camilo con calculada y resuelta unilateralidad, enfrentó el empate paralizador creado al interior del Socialismo Democrático y con Apruebo Dignidad.
Su pronunciamiento en conferencia de prensa ad hoc citada en su oficina de partido, a favor de una lista unitaria y de apoyo al gobierno de Boric, fue decisivo para que el PS resolviera ir en lista con AD y el PL, adelantándose a una Comisión Política dividida y a una Presidenta indecisa.
Escalona, viejo zorro de la política, defiende la legalidad de su acción desde su condición de "hombre de partido" y dirigente histórico: “….fui defensor de ir en una sola lista. Nunca salí de la posición institucional del partido” ( entrevista en diario electrónico, 2023/02/12); además, aplaude, compensatorio, la pronta adhesión del PS al gobierno (Elizalde) y el protagonismo partidario alcanzado (Vodanovic).
Y salda cuentas con la historia del PS, exorcizando un viejo fantasma (aún presente en la memoria de muchos): “….no hicimos todos los esfuerzos para apoyar a Allende y eso fue fatal”.
Implícito pero claro: no hará con Boric lo que Altamirano hizo con Allende. Camilo no se ata a paradigmas ideológicos, lo ha demostrado, es frío y calculador (según sus varios detractores) y muy pragmático a veces hasta la soberbia (su crítica a los "fumadores de opio").
Repudia, aunque no públicamente, las salidas por el lado de una izquierda radical extemporánea y fracasada en todas partes, incluido el dañino e inconducente corporativismo de la CAM y adláteres.
La ex Concertación murió y sus elencos dirigentes en su mayoría están en Amarillos, y cada vez más a la derecha.. No hay, pues, otro camino que la izquierda moderna que hoy pudiera representar Boric, con más enigmas que certezas (y no solo en Chile).
Es grande el riesgo de aparecer con un apoyo incondicional al gobierno de Boric justo cuando las dificultades arrecian y amenazan con lanzar las lealtades por los aires o ponerlas en duda (las dos listas son apenas brisas de una tormenta posible).
Pero Camilo es un tipo audaz y temerario: ante el único camino que queda por delante, bien vale asumir el riesgo. Una potencial dispersión de las fuerzas hoy oficialistas podría crear un vacío a ser llenado por el PS proyectándose como el partido más jugado y leal con Boric y más gravitacional en la conducción del gobierno.
Dice Camilo, consciente de su momento y de su talante de hombre de Estado (solo postergado hasta hoy): ”Me nace apoyar al gobierno todo lo que podamos. La estabilidad del Presidente es también la estabilidad democrática del país”.
Gran desafío para el socialismo chileno, y para el momento de Camilo en particular: obliga a cambios de fondo en los estilos de conducción y de construcción de mayorías internas (por hegemonía y persuasión), sólidas y perdurables que desalienten salidas de fuerza, fracciones y caudillismos habituales en el socialismo chileno. Veremos.