Entrevista a Vivian Lavín: “Chile necesita una política del libro”

Entrevista a Vivian Lavín: “Chile necesita una política del libro”

Por: Talía Llanos Chacón | 18.02.2023
Vivian Lavín es periodista, escritora, editora y, desde el año 2002 conduce el programa “Vuelan las plumas” en la Radio Universidad de Chile. Con su amplia trayectoria en el campo de la cultura, además es agente literaria de VLP Agency, entre otras muchas de sus actividades, como ser la actual Directora de SADEL (Sociedad de las Letras, que es una corporación sin fines de lucro). Por lo que, si hay alguien que nos puede ofrecer una mirada panorámica del mundo del libro en Chile, es ella.

-¿Cómo nace tu interés en hacer periodismo cultural? Sobre todo, el periodismo relacionado directamente con el mundo de los libros.

Desde siempre he tenido un interés por los libros, me gusta mucho escribir periodismo, la crónica, la columna de opinión.

Ya desde el momento de realizar mi práctica como periodista, entendí que era el camino que quería recorrer. Si bien en esa época no estaba tan especializado el periodismo, al hacer mi práctica en la revista Ercilla relacionada con el área cultural con Hans Ehrmann, quien fue extremadamente exigente, marcó mi camino.

(Hans Ehrmann trabajó en más de una decena de medios de prensa como la Quinta Rueda en los años setenta, lo que lo convirtió en uno de los más importantes críticos de cine y teatro de su tiempo, pionero del periodismo cultural y la crítica especializada de espectáculos en Chile).

Luego, hice un Diplomado en Gestión Cultural y trabajé en El Mercurio. Finalmente, la entrada en la radio se debió a un proyecto cultural, que eran tertulias con escritores en Borde Río, lo que me permitió reconciliarme y entender que lo mío era el periodismo cultural.

-Con un programa radial de periodismo cultural durante tanto tiempo ¿Cómo ha ido cambiando “Vuelan Las Plumas” con los años?

En su inicio era un programa solamente dedicado a los libros y sus autores, pero fue evolucionando. Para esto, mi punto de inflexión fue que en el año 2008 nos comenzó a auspiciar Liberalia Ediciones y conocí a su Directora general, Berta Concha.

Así, pasó de ser un programa de Literatura a un programa sobre el Ecosistema del libro y la lectura, porque me permitió ampliar la relación más allá de los autores. Porque detrás de ellos hay un editor, que junto a él trabajan una cantidad de oficios impresionante como lo son los diseñadores, ilustradores, correctores, traductores, distribuidores, libreros, etcétera.

Todos estos eslabones se me abrieron y me empezó a parecer fascinante esta complejidad. Porque no solamente permiten conocer el negocio, sino que también la profesionalización del libro. Porque en nuestro país no tenemos una industria del libro, lo que tenemos son formas de producción industrial. Porque al mirar otros mercados todos tienen claro cuál es su lugar en el mercado del libro, y de ahí, dentro de la profesionalización del libro y observar sus necesidades, mi decisión de transformarme en agente literario.

-Nace entonces su agencia literaria VLP, ¿A qué responde su creación?

Haciendo mi programa durante todos estos años, me queda claro que es imposible vivir de hacer periodismo cultural en este país, por lo menos hasta hoy, en las condiciones que hoy existen.

Ahí me di cuenta de que podía seguir trasmitiendo este amor que siento y lo que creo en los libros a través de una agencia literaria, que se dedica a la venta de derechos.

Y para esto, un aspecto clave, como antes fueron Hans Ehrmann y Berta Concha, fue haber asistido a la Feria del Libro de Guadalajara. Porque fue fundamental para entender cómo funciona la industrial editorial fuera de Chile, con los salones de negocios, el rol de los editores, distribuidores, cómo funcionan, cómo se relacionan, que es super dinámico, Y que a pesar de que ser agente tiene una parte más pesada e ingrata como lo es la celebración de contratos, negociar, el dinero, son elementos fundamentales para poder proyectar el trabajo que se hace al interior de la industria. Porque si no hay agentes el trabajo de los autores, editores y todos los oficios tras la realización de los libros solamente se quedan dentro del país.

-Todo esto, te permite tener una mirada amplia respecto del mundo del libro en Chile, ¿Cómo dirías que es tu visión panorámica de este mundo?

Al ser periodista soy crítica, lo que puede molestar. Al ser autoexigente, soy exigente también hacia afuera. Pero deteniéndome primero en lo que me gusta, es que veo mucha creatividad, muchas ganas, y veo que se pueden hacer cosas.

Sin embargo, por el otro lado, existe poco profesionalismo, que también me cuestiono a mí misma. Ya que, por ejemplo, no hay cursos dónde estudiar cómo ser un agente literario. Por lo que muchas veces los agentes literarios vienen de las editoriales o son editores, por lo que conocen cómo es el mundo del libro. Pero yo no venía del mundo de la editorial, por lo que me fue complejo aprender-y comencé justo antes de una pandemia mundial.

Lo que me distingue eso sí, es que cuento con una dirección distinta, es una agencia enfocada hacia afuera, ya que los chilenos publicados afuera o libros chilenos que se muevan en mercados extranjeros son muy pocos. Además, que quien crea que porque publica con una trasnacional se asegura presencia en el extranjero, no es así. Las trasnacionales funcionan en Chile como editoriales locales, aunque sus contratos contemplan todo el territorio de habla castellana. Por lo que la publicación en otros países siempre dependerá de que otro editor, de afuera, se llegue a interesar por el libro, lo que sucede muy poco.

-Y dentro de este panorama ¿Cuál es el rol del agente literario, o de dónde nace su necesidad en el mundo literario?

El rol del agente literario es vital porque aporta a la profesionalización del mundo del libro. Le permite al autor, que haga su pega y obtenga sus derechos de autor- logrando los mejores tratos, ya que es muy difícil que una persona sea a la vez muy buen escritor y muy buen negociante. Es una manera de fortalecer al autor en su rol de creador y obtenga buenos dividendos de sus obras.

Y le ayuda también a un editor -ya que también represento editoriales- ya que le permite concentrarse en hacer buenos libros y en sus relaciones dentro del mercado local.  Es una profesionalización de cada uno de los actores del área del libro, ya sea distribuidores, mediadores, periodistas culturales. Que muchas veces hay ignorancia respecto de cuál es el rol de cada uno de ellos para que se cree y circule un libro en Chile. Esto funciona bien cuando cada uno de los actores hacen bien su pega, y no tratan de competir entre ellos.

Por otro lado, en Chile tenemos la desconfianza metida en el ADN. Hay una gran desconfianza entre unos y otros, que en el mundo del libro se refleja en que por ejemplo los autores desconfíen de los editores, y a su vez, los editores desconfíen de los autores. Esto puede venir de un trabajo que se ha hecho históricamente de manera informal, y que juega en contra del trabajo colaborativo. Ya que impide dar cuenta del trabajo realizado, apreciar la labor del otro, pagar los derechos que correspondan.

Y por eso decidí meterme a SADEL, porque siendo periodista, agente y autora, sentía que era muy importante el visibilizar el trabajo de cada uno, para eliminar las tensiones entre autores y editores, porque acá no pueden existir ese tipo de tensiones, se necesita que rememos todos para el mismo lado. Por supuesto que, con miradas diferentes, pero mientras mejor le vaya a un editor mejor le irá un autor y viceversa.

-Y siendo parte de SADEL (entidad de gestión de derechos) ¿Cómo es el nivel de conocimiento de los autores respecto de sus derechos?

No existe conocimiento de sus derechos, por eso iniciamos una campaña de información y educación al respecto. Y es por eso que, nacen las desconfianzas, porque al no saber, se cree que se están aprovechando de ti y de tu trabajo.

En SADEL se ha hecho un trabajo excelente celebrando convenios con Universidades sobre el uso de obras que están en Intranet, que ha permitido repartir dinero a editores y autores. Por lo que me gustaría agregar como sellos de mi gestión como Presidenta es la educación, el informar para sensibilizar sobre los derechos de autor. Y luego, crear una suerte de nuevo trato, de confianza entre editores y autores que permita generar instancias de diálogos. Con un rol de SADEL que le dé garantías a la industria, sobre todo en este nuevo proceso constituyente que se viene.

Y es que Chile es un mercado aún más chico al no trabajar de manera colaborativa, ya que falta un lugar donde todos los gremios confluyan, que permita presionar frente a la autoridad, ser una contraparte firme frente al Estado, que nos permita ser eficientes y ponerse firme frente al IVA, a las políticas públicas.

-Dentro de todas tus actividades, también formas parte del Observatorio del Libro y la lectura (creada por la Cámara del Libro y la Vicerrectoría de extensión de la Universidad de Chile de Chile)

Sí, el Observatorio nació con la idea de realizar estudios sobre la realidad del libro en nuestro país. Ya que es necesario contar con in organismo que analice y que otorgue métricas para apoyar al Estado en la definición y realización de políticas públicas.

Lo veo como una suerte de Ombudsman del libro pero que ha cumplido su rol de manera parcial. Pero aun así tiene un rol importante, porque sirve de ayuda al Estado, ya que en períodos cortos de gobierno es vital tener estos organismos, porque no es necesario inventar la pólvora cuando ya existen órganos encargados de estudiar y analizar la realidad.

En Chile debemos tener una política del Libro. Pasamos todo el gobierno de Sebastián Piñera sin una, y ya Gabriel Boric lleva un año y todavía no se implementa. Regina Rodríguez (Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional del Libro y la Lectura entre 2014 a 2016, y nombrada recientemente como Directora Ejecutiva del Centro Cultural La Moneda) en dos años hizo milagros, que dentro de las distintas instancia incluyó la evaluación. Pero se suponía que mientras se evaluaba debían estar implementándose las otras áreas, cuestión que no ha sucedido. Se hicieron mesas, discusiones, evaluaciones, no sé qué más falta.

Porque lo primero es tener una política que obligue al Estado a trabajar de manera conjunta, organizada, e integral en torno al Libro y la lectura, porque no debe circunscribirse solamente al libro. Ya que también deben verse los contenidos. La rapidez con que está cambiando la industria del libro es feroz.

Afuera, el mundo del libro es una industria dinámica que no está esperando a que Chile produzca otro Neruda. Sigue, sin esperarnos. La creatividad es para los autores, para el resto nos queda ponernos a mirar modelos exitosos, como por ejemplo es el caso de Corea, en que se tiene una política integral, una industria dinámica en que se relacionan todas las áreas del entretenimiento y de la cultura.

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Con proyectos en el futuro como asistir a las Ferias del libro de Bolonia, Estambul, Comic pro en Barcelona, entre otras, se despide. Y aunque se queja de no poder leer mucho más por gusto, más allá de lo que le corresponde por su trabajo, en su cartera lleva “En Breve” de Carmen Berenguerer de la editorial Usach. Y como si no fuera gran cosa, señala que el 04 de mayo en Madrid se lanzará una edición corregida de “Mujeres tras las rejas de Pinochet” de 2015, que en esta versión es editada por Cuatro lunas y se llamará “Pisaremos las calles nuevamente”.

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