La cocinería
¡Hasta que finalmente salió humo blanco!
“Acuerdo por Chile” se llama. No sé ustedes, pero siempre me quedo con la impresión de que la casta política parasitaria que está enquistada en los pasillos del poder tiene una gastronómica inclinación por denominar cada uno de sus acuerdos con nombres que bien podrían estar en una carta de menú en cualquier restorante de Provi hacia el oriente. ¿Será porque estos se cocinan con la misma fruición que invierte algún cocinero en sus platos más icónicos?
Con el perdón de todos los genuinos creadores gastronómicos, los “cocineros” de la fronda política criolla están a años luz del más modesto chef que aspira a que alguna de sus preparaciones sea saboreada y validada por sus eventuales comensales. La “cocinería” del poder, en cambio, se preocupa poco de que sus guisos sean del gusto masivo de la población: basta que los incumbentes en la receta consideren que tiene sal suficiente. Lo demás se resuelve con un empaque bonito, un buen marketing del producto y sobre todo una contundente y continua propaganda de los beneficios que reportará beberse el caldo proveniente de la marmita de turno. Y más encima, los comensales pagarán por beberse la sopa, cuya indigestión posterior no estará cubierta por ninguna ley del consumidor.
¿Qué le lleva este plato?
12 ingredientes obligatorios, donde destacan que Chile es un Estado Social y Democrático de Derecho, pero que la promoción de los derechos sociales estará sujeta al principio de responsabilidad fiscal y a través de instituciones estatales y privadas; o la protección con rango constitucional de derechos y libertades como el de propiedad en sus diversas manifestaciones o el derecho a la libertad de enseñanza y el deber preferente de las familias a escoger la educación de sus hijos. O que uno de los poderes del Estado de Chile es el Poder Legislativo compuesto por un Senado y una Cámara de Diputados. Saque sus propias conclusiones respecto del sabor de estos condimentos.
Condimentos más injundiosos y picantes como derecho a educación gratuita y de calidad o derecho a la salud o pensiones dignas o protección y resguardo de los derechos humanos de los futuros comensales, por mencionar sólo algunos, brillan por su ausencia.
Junto con esos ingredientes obligatorios, se establece el personal que cocinará el plato final, conformado por 3 grupos de personas, que totalizarán al menos 88 almas, de las cuales 38 (43% del total) son designadas por el Poder Legislativo, o sea uno de los cocineros incumbentes en la calidad del plato final.
El personal de esta cocina entonces estará compuesto por “cocineros expertos”, 24 almas de bien, todas designadas por el Parlamento, quienes deberán cocinar el plato. El plato será saboreado por el “Consejo Constitucional”, conformado por 50 espíritus de papilas gustativas despiertas y olfatos entrenados, todos propuestos por partidos políticos malos para la gestión gastronómica y que deberán ser electos por la ciudadanía, bajo el lema “tómelo o déjelo, es lo que tenemos pa’ ofertar”.
Si a este “Consejo Constitucional” le dan arcadas, la sopa propuesta por los cocineros expertos, entra en escena el “Comité Técnico de Cocineros de Admisibilidad”, conformado por 14 profesionales gastronómicos de alta jerarquía (todos designados por el actual circo parlamentario), quienes tendrán la responsabilidad de dirimir las controversias sobre los diferentes gustos al interior de la cocina.
En noviembre de 2023 nos sentaremos todos a la mesa. ¡Prohibido vomitar!