La Escala: escuela de música latinoamericana en París
El músico chileno Hernán Saavedra la menciona con naturalidad como “La Escala”, con el nombre traducido del original L’Escale, y es coherente con el encuentro de lenguajes que se dio en ese lugar. L’Escale es el cabaret parisino que por cuarenta años, de 1952 a 1992, fue un espacio para las audiencias francesas interesadas en la música latinoamericana, y donde actuó Violeta Parra entre gran cantidad de artistas que pasaron por ese escenario.
Es la historia referida por el realizador francés Antoine Sextier en su documental “L’Escale”, estrenado este 9 de diciembre en el festival In-Edit en Santiago, y es recordada de primera fuente a su vez por el mencionado Hernán Saavedra, quien integró en Francia el conjunto musical chileno Trabunche en el exilio durante la dictadura de Pinochet. Trabunche fue parte del elenco de L’Escale entre 1975 y 1978, según recuerda el músico, poco después de que el grupo fuera iniciado en 1974 y de que el propio Hernán Saavedra llegara a Francia tras pasar por la prisión política en Chile en 1973.
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“Un día nos dicen que había la posibilidad de ir a tocar a La Escala, que era un recinto, un sótano, donde se hacía música latinoamericana y del Caribe. Nos dicen ‘Ustedes van a tocar de tal hora a tal hora, y si a la gente le gusta se van a quedar’”, recuerda Saavedra en conversación desde su casa en París. El grupo efectivamente se quedó y contribuyó con música chilena al mosaico de comunidades de artistas paraguayas, venezolanas, argentinas o peruanas que eran parte de la cartelera de L’Escale. “Hacíamos canciones de de Víctor Jara, de Héctor Pavez, de Rolando Alarcón, de Violeta (Parra), canciones que no se conocían. Empezó a haber mucha gente porque estaba todo ese lado solidario de los franceses y venían a vernos”, destaca Saavedra.
En el Barrio Latino
La propia Violeta Parra fue el punto de partida para la pesquisa de Antoine Sextier, como cuenta el realizador del documental: “En Francia L’Escale no es conocida; es algo que me apareció conociendo a Chile y su música y al interesarme en Quilapayún, Violeta Parra, Víctor Jara. Leí en libros de Violeta Parra que ella pasó por L’Escale, que era llamado el ‘templo de la música de América Latina en Francia’”.
“En el contexto de los años cincuenta y sesenta”, agrega Sextier, “vivían muchos latinoamericanos en Francia, que vinieron a estudiar, con becas, y encontrándose en París hallaron en L’Escale un refugio donde compartir historias y música. Acá había una marmita donde se ponían todos los ingredientes adentro para un lugar donde encontrarse y tocar. Los músicos venían a buscar pega, se empezaron a generar grupos, discos, y fue algo interesante para los franceses porque no había algo similar”.
En efecto si bien en el mismo barrio latino o quartier latin donde estaba emplazado el cabaret existían espacios latinoamericanos como La Candelaria y El Rancho Guaraní, el principal en su tipo era L’Escale, donde actuaban conjuntos de música latinoamericana formados en Europa como Los Incas, Los Machucambos o Los Calchakis, destaca Antoine Sextier. Y para los años setenta el lugar mantenía esa relevancia, corrobora Hernán Saavedra a partir de su experiencia con Trabunche.
“Nos dimos cuenta de que gente muy importante había estado ahí”, dice Hernán. “En la época supimos que Violeta había tocado en ese lugar: en los años ’76 ó’ 77 nos encontramos con Ángel Parra y nos contó que en los años sesenta había estado allá tocando con su madre. Nos encontramos también con Atahualpa Yupanqui, que había venido al lugar y estaba ahí. Cantantes franceses, como Marie Laforêt, venían a escuchar lo que hacían los músicos peruanos o venezolanos, por ejemplo, que eran excelentes”.
Buscando la música del mundo entero
De Violeta Parra a Trabunche hay una genealogía de artistas de Chile que pasaron por el escenario y también por el público de L’Escale. Son algunos de esos nombres Alejandro Jodorowsky, el compositor electroacústico y de música para cine Sergio Arriagada y la cantante Mariana Montalvo, y entre los entrevistados del propio documental aparecen Ángel Parra y Patricio Castillo, integrante de Quilapayún entre otros conjuntos.
Lo recuerda Antoine Sextier, director de la película: “También pasaron los Quilapayún en un momento en que tocaron en el cabaret para ganar plata, una historia que nos contó Patricio Castillo, que conoció muy bien el lugar. Sergio Arriagada vino como estudiante, quedó acá y estuvo en el medio de esta historia durante toda su vida. Lo más fundamental para Chile y la música chilena fueron los Parra, que llegaron acá dos veces: Violeta vino en 1956 y 1962, y esta música de América Latina la tomaron e integraron en su repertorio”.
Y evoca a su vez al público del lugar Hernán Saavedra, de Trabunche. “Había una curiosidad muy grande, que es lo que me gusta de los franceses: que siempre andan buscando la música del mundo entero. Muchos nos pedían que les enseñáramos a tocar instrumentos, e hicimos grupos de música con franceses. Después poco a poco estuvimos obligados a aprender otros instrumentos, como el cuatro, la zampoña o percusión, porque nos pedían más canciones. Había que renovar, porque venía mucha gente”.
La historia de L’Escale es además prueba de la buena aceptación que esta música tenía en los medios y la audiencia de ese país. “Los Incas es un grupo que se formó con gente que venía a L’Escale y que encontró una apertura en la música francesa”, pone por ejemplo Antoine Sextier. “Muchos de estos músicos latinoamericanos tenían acceso a la televisión, y al lado de Dalida o de Adamo estaban Los Calchakis y estaban Los Incas. Tenían acceso a esto, grababan discos y estos discos volvieron a América Latina”.
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“Estuvimos como tres años en ese lugar”, concluye Hernán Saavedra. “Estoy muy contento de que Antoine (Sextier) haya hecho esta película, porque permite dar a conocer lo que se vivía con la música latinoamericana en Francia y en Europa. Porque, claro, nosotros tenemos nuestra manera de tocar, que es muy chilena, sobre todo en la época, en que tocábamos muchas cuecas, cosas del sur de Chile. Pero ahí aprendí a conocer la música latinoamericana. La Escala fue una escuela no solamente para mí, sino que para toda la gente trabajaba ahí”.