Conquistar España con la palabra
El pasado mes de octubre se realizó en Madrid el Primer Encuentro de Editoriales Españolas Independientes que publican a latinoamericanos, en Casa de América de Madrid. Participaron 30 autores procedentes de nueve países latinoamericanos, de los cuales seis de Chile. La iniciativa fue del editor Pedro Pablo Guerrero, quien ha fundado en España una editorial con vocación latinoamericana. La iniciativa logró reunir a 24 editoriales independientes españolas durante tres días para analizar cómo enriquecer su catálogo con nuevos nombres y a la vez hacer sostenibles sus empresas. El público español compró libros de autores que, en algunos casos, oía nombrar por primera vez. Fue un concierto de voces, acentos y temáticas con el que América latina se hizo presente.
Esta experiencia nos da la oportunidad de reflexionar sobre un fenómeno más amplio: la desigualdad que existe en cuanto a la circulación de libros españoles en América Latina y del conjunto de Latinoamérica en España. Los libros de este lado del océano que llegan a España suman un pequeñísimo porcentaje del total que compramos a España. El desequilibrio es enorme, así lo refleja un estudio de la Alianza Internacional de Editores Independientes del año 2008. La realidad no ha variado sustantivamente.
El desequilibrio en el consumo de libros entre España y América Latina es conocido en Chile y, salvo esfuerzos puntuales, hasta ahora no ha dado pie a políticas públicas, ni tampoco a iniciativas privadas, destinadas a revertir esta situación. Llama la atención que nuestra vecina Argentina ha tomado la iniciativa, ha hecho un buen diagnóstico y considera el mercado español como un territorio a ser conquistado. De la mano del presupuesto público nacional, y de la ciudad de Buenos Aires, en una virtuosa alianza público-privada, ha desembarcado en España de la mano de una distribuidora, tres librerías y un conjunto de editoriales pequeñas y grandes y ofrecen un gran abanico de autores en librerías y tienen presencia en las páginas culturales.
En Chile tenemos más de 100 editoriales independientes, la mayoría pequeñas o muy pequeñas, con catálogos muy interesantes, criterios editoriales basados en la calidad de las obras y buenas ediciones. No siempre funcionan comercialmente y a veces desaparecen algunas, pero surgen nuevas cada año, dispuestas a sobrevivir con grandes dificultades. Esto significa para los autores que sus obras corren el riesgo de quedar guardadas en una bodega y no llegar a sus potenciales lectores. La internacionalización puede ser un camino lleno de oportunidades.
En países en desarrollo como el nuestro, el papel del Estado de apoyo a la cultura es fundamental. Chile cuenta con herramientas de política pública en el ámbito del libro y la lectura que a estas alturas son claramente insuficientes: premios a la creación, estímulo a la traducción, apoyo a librerías, plan de la lectura entre otros; se avanza, es verdad, aunque falta mucho para hacer de Chile un país de lectores. Al poner el foco en la internacionalización, y concretamente en la conquista del mercado español por nuestros autores y editores, descubrimos que algunos editores han optado por instalarse en España y publicar autores de cualquier nacionalidad, pero sobre todo chilenos. Poco a poco se van haciendo un lugar, con un esfuerzo enorme, en un país que publica 80.000 títulos al año y domina el mercado latinoamericano. Es una gota en el mar.
Desde hace algunos años, sumando recursos y esfuerzos de los Ministerios de las Culturas y de Relaciones Exteriores, se ha logrado que Chile tenga presencia anual en las grandes ferias de libros de América Latina (Buenos Aires, Bogotá, Guadalajara), y en dos importantes europeas (Boloña y Frankfurt). Primeros pasos en un camino que dará sus frutos en algunos años.
En esa dirección se inscribe la iniciativa de visibilizar a España como objetivo. Una opción podría ser una estrategia de mediano y largo plazo, impulsada desde el Estado, que comience por hacer un diagnóstico del mercado español poniéndolo en el foco (hasta ahora, no participan editoriales chilenas en la Feria del Libro de Madrid, la más importante abierta al público dentro del territorio, y pocas en Líber, centrada en la venta de derechos). Es necesario que más autores y autoras estén presentes, que el público español vea sus rostros, escuche su acento y encuentre sus obras en alguna de las 3 mil librerías repartidas por todo el territorio. Un país con 47 millones de personas, donde el 65% declara leer en su tiempo libre y tiene una media de lectura de 13 libros al año, parece muy interesante.
Conocer el funcionamiento del ecosistema del libro en España haría más fácil esta tarea y más eficiente la utilización de los recursos públicos. Por su parte, las editoriales independientes ya hacen un esfuerzo por lograr acuerdos privados de coedición con otras de España o para vender derechos directamente a algún editor español sin pasar por Frankfurt. Un personaje clave en este proceso es el agente literario (figura que en Chile tiene solo dos representantes).
Será necesario contar con buenos acuerdos con distribuidores y libreros, y eso requiere un trabajo constante, en el mediano y largo plazo. La idea es conquistar España a través de las palabras y contribuir al enriquecimiento cultural mutuo, sin olvidar la sostenibilidad de las pequeñas empresas. Por supuesto que nada de esto es fácil. Para que suceda se necesita voluntad política, visión estratégica y, por supuesto, presupuesto.