Cuando ser joven, indígena y mujer es sinónimo de defensa del territorio
Con 20 años, Milagros Romero es la cacica de la comunidad indígena de Toro Yaco, perteneciente a la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita de Catamarca. Junto a Hilda Cruz, de la comunidad del Alto Valle del Cajón Azul, llevan una larga trayectoria en la defensa de su territorio a pesar de su corta edad. Las jóvenes provenientes del Valle de Yocavil, ubicada al este de la provincia de Catamarca, aseguran que la vida se defiende en tiempo presente y que “no se puede seguir mirando cómo las empresas destruyen los territorios sin hacer nada”.
“Son las mineras o nosotros”, asegura una de ellas. Esa es la verdadera paradoja de la “transición energética” que opone la vida de quienes viven en los territorios frente a la instalación de los megaproyectos. Desde la Unión, explican las jóvenes lideresas, impulsan acciones climáticas que defienden la biodiversidad y la vida en comunidad: producen agroecológicamente, protegen los saberes ancestrales, cuidan y reproducen las semillas nativas, comercializan de manera cooperativa y mantienen el territorio libre de exploraciones mineras.
Mili e Hilda en el "Contra Seminario del litio: el Seminario de los Pueblos", organizado en respuesta al “Seminario Internacional: Litio en la Región de Sudamérica” que se realizó hace un tiempo en Argentina. Foto: Marianela Gamboa
El valle de Yocavil, conocido bajo su nombre occidental como “Santa María”, cuenta con una extensa historia de lucha por parte de los pueblos que habitan ancestralmente ese territorio. Mirando en retrospectiva ese proceso, vemos una continuidad en las experiencias de resistencias frente al saqueo y sacrificio de los bienes ambientales que se replica en todo el continente. Esto ya que, a partir de la colonización europea, los territorios ubicados de este lado del hemisferio funcionan como lugar de reserva y explotación de materias primas para el Norte global.
Valle de Yocavil, conocido bajo su nombre occidental como “Santa María”. Foto: Marianela Gamboa
Lejos de modificarse, esta lógica se intensificó en las últimas décadas en toda la región como parte del proceso de concentración de tierra y recursos en manos de grandes corporaciones extranjeras habilitadas por los gobiernos locales. Y la provincia de Catamarca funciona como ejemplo de ello.
“Nosotros, como Unión, no estamos de acuerdo con el pacto que tienen entre las empresas y el gobierno provincial. Siempre nos hacen de lado y nunca tuvimos ni siquiera una mirada de ellos hacia nosotros, no nos tienen respeto y nosotros somos quienes habitamos este territorio ancestralmente”, manifiesta la joven cacica.
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Al respecto, explica que durante 2021 el gobernador de la provincia, Raul Jalil, se acercó a su comunidad con el objetivo de construir una hidroeléctrica que funcionaría como reservorio de agua para las mineras de la zona. Ese día, cuenta Milagros, cortaron todos los accesos al territorio y lograron manifestar su desacuerdo.
Ese día, también, la joven definió que aceptaría el cargo de cacica que las y los comuneros le habían propuesto previamente: “Me sentí muy cómoda dialogando y representando a mi comunidad en esa situación, firmamos un acuerdo y desde entonces no volvieron a insistir” explicó.
Toro Yaco, Catamarca. Foto: Marianela Gamboa
Desde su mirada situada, Milagros desafía a los grandes relatos de escritorio y a los anuncios económicos que celebran la instalación de proyectos de minería de litio desde la ciudad de Buenos Aires, y explica: “Primero vinieron por el oro hasta que nos dejaron las montañas destruidas y los ríos contaminados; después siguieron con el litio y nos secaron los ríos; ahora vienen por todo, se van a llevar nuestras vidas”. Durante la pandemia, recuerda la joven, las empresas mineras frenaron y el cambio fue inmediato: “Vimos cómo volvían a aparecer ojos de agua o vertientes que habíamos dejado de ver”.