Por qué no podemos dejar en manos de los falsos “mercados libres” los precios de nuestra electricidad
En los últimos años, el precio de la electricidad ha aumentado astronómicamente en Europa: se multiplicó por cuatro en relación al año pasado y por diez en relación a los dos últimos años. La Unión Europea (UE) ha argumentado que este aumento de precios se debe al incremento del valor del gas en el mercado internacional y a que Rusia no está suministrando suficiente gas. Esto plantea una pregunta crítica: ¿Por qué, por ejemplo, el precio de la electricidad en Alemania se ha multiplicado por cuatro cuando el gas natural aporta alrededor de una séptima parte de su producción eléctrica? ¿Por qué el Reino Unido, que genera el 40% de su electricidad a partir de energías renovables y centrales nucleares, y produce la mitad del gas natural que consume, también experimenta una fuerte subida del precio de la electricidad?
Todo esto de culpar a Rusia por el reciente aumento del precio del gas, encubre el hecho de que los generadores de electricidad están obteniendo en realidad unos beneficios astronómicos. Los consumidores más pobres, que ya han sido empujados contra la pared por la pandemia, se enfrentan a un cruel dilema: con las cuentas de electricidad – que probablemente representen entre el 20 y el 30% de su presupuesto familiar durante el invierno – ¿deben comprar alimentos o mantener sus casas calientes?
Esta fuerte subida de los precios de la electricidad es la otra cara de la moneda de las llamadas “reformas del mercado del sector eléctrico” que han tenido lugar en los últimos 30 años. El coste de la electricidad está vinculado al suministro más caro de la red en las subastas diarias y horarias. Hoy en día, el suministro más caro es el gas natural, y por esto los precios de la electricidad aumentan mucho aunque el gas no sea la principal fuente de suministro de electricidad a la red. Esto es fundamentalismo de mercado, o lo que los economistas neoclásicos llaman “teoría de la utilidad marginal” y formaba parte de las reformas del sector eléctrico que Augusto Pinochet introdujo en Chile durante la dictadura militar (1973-1990). El gurú de estas reformas pinochetistas fue Milton Friedman, que contó con la ayuda de sus Chicago Boys. El principio de que el precio de la electricidad debe basarse en su “precio marginal” llegó a formar parte de la constitución de Pinochet en Chile en 1980. Las reformas chilenas condujeron a la privatización del sector eléctrico del país, que era el principal objetivo de estas reformas.
Fue el modelo chileno el que Margaret Thatcher copió en el Reino Unido, que luego copió la UE. El Reino Unido desmanteló su Central Electricity Generating Board (CEGB), que gestionaba toda su infraestructura eléctrica: generación, transmisión y distribución a gran escala. Esta medida también contribuyó a que el Reino Unido abandonara el carbón nacional para sus centrales térmicas, rompiendo el poderoso sindicato de mineros del carbón. También fueron las “reformas” del mercado de Enron en California, que condujeron al colapso de su red en el verano de 2000-2001.
La Unión Europea apostó fuertemente por el gas natural como combustible preferido para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero; también aumentó las energías renovables – solar y eólica – y eliminó el lignito y el carbón. La UE ha impuesto una serie de sanciones a Rusia, ha hecho públicos sus planes de imponer más sanciones al país y se han incautado unos 300.000 millones de euros de reservas rusas depositadas en bancos de la UE. La UE también ha dicho que reducirá los suministros de petróleo y gas de Rusia. No es de extrañar que Rusia haya reducido drásticamente sus suministros de gas a la UE. Si Occidente pensó que podía armar su poder financiero, ¿por qué pensó que Rusia no tomaría represalias haciendo lo mismo con sus suministros de gas a la UE?
Debido a la caída de los suministros rusos de gas natural a Europa Occidental, el precio del GNL ha subido mucho en el mercado internacional. Y lo que es peor, simplemente no hay suficiente GNL disponible en el mercado para sustituir el gas que Rusia suministraba a la UE a través de sus gasoductos.
Como el precio del gas se ha multiplicado por cuatro o seis en los últimos meses, el precio de la electricidad también ha subido mucho. Pero como sólo una parte de la electricidad procede del gas, todas las demás fuentes de energía (eólica, solar, nuclear, hidráulica e incluso las sucias centrales de carbón) están haciendo un gran negocio. Es ahora cuando la UE y el Reino Unido están debatiéndose sobre cómo hacer frente a la carga que suponen los altos precios de la electricidad para los consumidores y los beneficios inesperados obtenidos por los generadores de electricidad durante este período.
Los consumidores de la UE y del Reino Unido no son los únicos perjudicados. También las industrias europeas y británicas. Las industrias del acero inoxidable, los fertilizantes, la fabricación de vidrio, el aluminio, el cemento y la ingeniería son sensibles a los costes de los insumos. Por ello, todas estas industrias corren el riesgo de cerrar en la UE y el Reino Unido.
El ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis, en su artículo “Es hora de reventar los mercados eléctricos”, escribe: “El sector eléctrico de la Unión Europea es un buen ejemplo de lo que el fundamentalismo de mercado ha hecho a las redes eléctricas de todo el mundo... Es hora de liquidar los mercados eléctricos simulados”. El resto del mundo haría bien en no seguir el ejemplo de la UE.
¿Por qué entonces el Gobierno central de la India, bajo la conducción de Narendra Modi, se precipita a este abismo? ¿No aprendió de la experiencia del año pasado, cuando, tras una escasez de carbón, los precios en el mercado al contado de la electricidad subieron a 20 rupias (0,25 dólares) por unidad antes de que la protesta pública los limitara a 12 rupias (0,15 dólares)? Entonces, ¿por qué impulsar de nuevo estas políticas de fundamentalismo de mercado en bancarrota con el pretexto de las reformas de la electricidad? ¿Quién se beneficiará de estas reformas del mercado? Ciertamente, ni los consumidores ni los Gobiernos estatales indios, que soportan la mayor parte de la carga de subvencionar los precios de la electricidad para sus consumidores.
- Este artículo ha sido producido en colaboración con Newsclick y Globetrotter. Prabir Purkayastha es el editor fundador de Newsclick.in, una plataforma de medios digitales. Es un activista de la ciencia y del movimiento del software libre.