Estas últimas dos semanas, los secundarios volvieron a las calles para manifestarse y protestar por las graves falencias, en infraestructura y programas, que aún existen en el sistema educacional chileno.

Ante esto, y en entrevista con la Agencia EFE, el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, confesó entender las demandas, pero también volvió a criticar los hechos de violencia que se han visto, sobre todo en Santiago.

“Muchos de nosotros, nuestro propio presidente o yo mismo, venimos de los movimientos sociales y no nos resulta difícil reconocer las deudas que tiene el Estado en términos de financiamiento de infraestructuras”, comenzó.

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“Nuestro actual modelo educativo está basado en una lógica subsidiaria, en la que no hay una inversión estatal robusta. Mi principal preocupación tiene que ver con la infraestructura escolar. Hoy en día hemos destinado más de 60.000 millones de pesos en reparación (cerca de 65 millones de dólares) y estamos también levantando un catastro de infraestructuras”, añadió.

De todos modos, Ávila dejó en claro que “hay que deslindar muy claramente entre quienes han optado por el diálogo y otro grupo muy minoritario que ha optado por la violencia, una violencia que detrás no tiene una reivindicación clara, sin petitorios y con la que dañan aquello que quieren defender, como los propios establecimientos. Es incomprensible. Es directamente vandalismo”.

Rechazo a una nueva Constitución

Durante su diálogo, se le reflejó que, dentro de las causas que llevaron a los estudiantes a salir a las calles, también estaba el triunfo del Rechazo a una nueva Constitución en el Plebiscito del 4 de septiembre, el cual tenía todos los ojos del mundo sobre Chile.

“Hemos visto un aumento de las movilizaciones a partir del día después del Plebiscito y, frente a eso, es importante señalar que me deja muy tranquilo el liderazgo que ha asumido el Presidente (Gabriel Boric) para generar todas las posibilidades para que el Parlamento abiertamente y de manera autónoma pueda ir definiendo esta segunda oportunidad que tenemos para la construcción de esa nueva Constitución”, declaró.

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Consultado sobre qué quiere hacer Ávila para cambiar la situación de la educación chilena, respondió que “se trata de establecer un nuevo contrato social entre el Estado y el sistema educativo y eso implica varias cosas. Primero, repensar esta relación en donde las mediciones (sobre la calidad de las escuelas) lo que provocan es una especie de competición. La idea es transitar de esa lógica de competencia a una lógica de cooperación. Escuelas que cooperan más que compiten. Lo segundo, un nuevo trato con el profesorado y lo tercero tiene relación con la revisión del currículum educativo porque el actual es muy extenso, casi inabarcable”, recalcó.

“El programa de Gobierno se armó sin la perspectiva del cambio constitucional, que podía ser un buen apoyo, pero creemos que es posible seguir avanzando en él”, cerró, para aclarar.