El gabinete de la derrota: Tres claves para entender el segundo tiempo del Gobierno
La contundente derrota del Apruebo en el Plebiscito constitucional significó un duro golpe para el Gobierno. El Presidente Boric se contactó con los timoneles de distintos partidos, especialmente del Rechazo, y los convocó a una ronda de conversaciones en La Moneda para definir el camino para un nuevo proceso constituyente.
El historiador y analista político, Luis Thielemann, es categórico al describir el impacto de estos resultados. A su juicio, con el triunfo del Rechazo se cierra "el ciclo político abierto en 2019 con la revuelta y bajo narrativa progresista. Toda la estrategia del progresismo se vino abajo, y eso no es poco".
En ese mapa, la derecha también pierde, plantea, porque pagó "un costo enorme" para obtener la victoria. "Para mañana nadie tiene estrategia, solo hay derrotados, y un vencedor con una victoria negativa en las manos, una que no afirma ninguna salida política, ningún cambio", sostiene.
El cientista político Tomás Duval acota la derrota al Gobierno, dado que se jugó ampliamente por una opción y tuvo un "magro" resultado. "Muchos en un minuto se adelantaban a las consecuencias que podía tener un gobierno jugado en un escenario adverso, aunque quizá no tan adverso como este", reflexiona.
Para el analista, esto tendrá consecuencias inmediatas para el Ejecutivo: "Va a dificultar su gestión, va a tener que readecuar su esquema político, definir claramente sus agendas y prioridades, y el Presidente tendrá que encabezar un proceso constituyente en curso".
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Un Congreso como "gran protagonista"
Una de las primeras definiciones que lanzó Gabriel Boric sobre el nuevo proceso constituyente es que el Congreso será su "gran protagonista". De hecho, la primera reunión pactada para este lunes 5 de septiembre es con los presidentes de la Cámara de Diputados y el Senado.
Para Duval, esta conclusión tiene un matiz: "Más que gran protagonista va a ser un actor principal, ya que cualquiera fuera el resultado, era el Congreso era el que iba a implementar el nuevo proceso". Sin embargo, advierte que es el Ejecutivo el que jugará un papel central. "No puede quedarse a un lado", subraya.
Pero para Thielemann, darle protagonismo al parlamento es un error del Gobierno "desde siempre". De hecho, "cuando ya estaban decididos por esta estrategia, más desprestigiaron a la Convención. Y no veían que desprestigiar a la Convención y prestigiar al Congreso, donde no tienen mayoría, era dispararse en los pies», deduce.
Todo esto empeora esta noche, cuando los máximos líderes de Chile Vamos ponen en duda participar de la agenda del Gobierno para encauzar un nuevo proceso constituyente. "Así les fue", concluye.
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Un gabinete de la derrota
Otro de los ejes claves para la administración de Boric es el inminente cambio de gabinete comprometido por él mismo. La lista de "cortados" la encabezan dos pesos pesados del comité político: Izkia Siches y Giorgio Jackson.
Sin embargo, para Thielemann esto es "una decisión táctica, dentro de una estrategia" cuyo principal defecto es la ausencia de una fuerza política propia. "Nunca se quiso construir, pues parecían bastarles (sus adherentes) como simples votantes. Y así termina, ya tampoco tienen a la mayoría de los votantes", cuestiona.
"Dudo mucho que el problema se resuelva cambiando el gabinete. Con o sin Izkia o Jackson, los errores serían más o menos los mismos. El problema es de cultura política del progresismo y las clases medias que hegemonizan Apruebo Dignidad y su gobierno, donde parecen tener más confianza en quienes los acaban de derrotar", complementa el historiador.
Para Tomás Duval, el cambio de gabinete tiene un camino ya trazado: "Más allá de los nombres, la coalición de Socialismo Democrático va a adquirir mayor protagonismo en esta etapa y tiene que ser un pilar del Gobierno. Hasta el momento era solamente un socio, y muchas veces con dificultades".
En esa línea, el cientista político subraya que, de este escenario, Apruebo Dignidad "sale debilitado" y los partidos de la ex Concertación se posicionan como un puente entre el Gobierno y los sectores de oposición, una especie de "eje articulador, sobre todo en espacios que van a requerir acuerdos y diálogos".