La Generación (De)Constituyente y una nueva Constitución
Hoy se decidirá si aprobamos o no la propuesta de nueva Constitución elaborada por 154 constituyentes a lo largo de un año de trabajo.
Tengo que confesar que el texto final es mucho mejor de lo esperado. Las constantes publicaciones de los medios de comunicación, dominados por los sectores de la derecha en todos sus formatos, construyeron una imagen de un desorden total del proceso, con altercados que se multiplicaban y que hacían presagiar incluso una extensión del tiempo para elaborar el texto y que, si este salía, iba a ser “un pega pega” de cosas inconexas. Y oh, sorpresa, nada de esto ocurrió.
De más está decir, pero hay que repetirlo hasta la saciedad, que esta propuesta de nueva Constitución fue elaborada por personas elegidas democráticamente y que sus artículos fueron aprobados en promedio con la concurrencia de más del 70% de los constituyentes. A esto se suma que en su elaboración no participaron los expertos de siempre o, como alguien decía con cierta sorna, “los señores políticos”, sino gente común y corriente en su mayoría, que quizás sabían poco de los entramados legales que supone la construcción de un texto como este, para lo cual tuvieron que “instruirse”, pero, lo más importante, ese instruirse no los desconectó de la calle ni de la gente común y corriente. En ese sentido, esta Constitución “tiene calle”, no como las anteriores, elaboradas por expertos para expertos.
Como señalaba un destacado cientista político argentino, realizando una analogía con la tragedia griega, el coro (los desplazados por la política tradicional) siempre estuvo en lugares secundarios, pero hoy ocupa los espacios centrales y desplaza a los héroes de esos espacios. Esto fue lo que ocurrió en la elección de constituyentes, provocando que se instalara un estado de desazón entre los llamados expertos. Haber sido desplazados por los “inexpertos” en la elaboración de un texto que consideran como sagrado es visto como una tragedia. De ahí que algunos de los mal llamados sectores de centroizquierda se encontraran con la derecha para convocar y llamar a votar Rechazo (que no es la primera vez que ocurre). No soportan una Constitución con “olor a calle”, que habla ese lenguaje y pone de manifiesto los sentires de la calle. Así, se atreven a decir que después del 4 de septiembre el poder constituyente vuelve al Congreso, si cito las palabras de una senadora.
¿Quién compone el coro en este caso? Fueron 77 mujeres y 77 hombres, en promedio de edad jóvenes. Representaron lo que podemos llamar una “nueva generación” que no habíamos visto, como configuración, desde los años 80 (la Generación del 80). Como generación, comenzaron a constituirse desde el año 2001 en adelante en una serie de movilizaciones, principalmente estudiantiles, y que tiene su punto cúlmine con la marea feminista (2018) a lo cual se suma el 18-O. Esto permite configurar un momento generacional e histórico inédito y original (que no es un sólo momento), donde construyeron y vivieron su juventud e instalaron una serie de “temas novedosos” para nuestra cultura, pero que sintonizaron con lo que estaba ocurriendo a nivel mundial. Así, temáticas como las diversidades, el feminismo, la ecología, los animalismos, el anti-especismo, los derechos humanos, la autonomía y la libertad de expresión, la desigualdad social, transporte con sentido ecológico, radicalidades alimentarias, entre otros, se constituyeron en temas centrales de una nueva agenda para ampliar la participación política.
Precisamente, la propuesta de nueva Constitución recoge esa agenda y, en ese sentido, se puede decir que estamos en presencia de una propuesta generacional de Constitución y, por lo tanto, más acorde a los tiempos que vivimos, donde las preocupaciones por supuesto que transitan por caminos tradicionales (materiales), pero incluyen otras preocupaciones como las que los jóvenes manifiestan, no sólo discursivamente, sino experiencialmente.
Esta propuesta constitucional se instala también a nivel de la vida cotidiana de todos/as nosotros/as, cuestión que estas nuevas generaciones nos venían señalando. Construye, si parafraseo a un sociólogo francés, “una nueva forma de estar juntos”, o una nueva forma de construir y reforzar los lazos sociales tan necesarios hoy en día, ya que el “cuerpo social”, no soportaba más remiendos. Necesitábamos un nuevo pacto social (no contrato) y precisamente el texto propuesto nos conduce hacia allá.
Si estamos frente a una propuesta escrita por una generación joven y que les hace sentido a ellos/as, este 4 de septiembre se debería observar una concurrencia mayor de jóvenes a votar, como ocurrió en la última segunda vuelta presidencial, donde entraron cerca de un millón y medio de votos nuevos que dieron vuelta la elección. Muchos de esos votos eran de jóvenes. Por lo tanto, no es exagerado decir que quizás ocurra lo mismo, y sean los/as jóvenes quienes den el triunfo a la opción Apruebo.
Es una hipótesis, y como toda hipótesis se puede corroborar o no. Esto sólo lo conoceremos el día de la votación, hoy mismo. Y me asiste la esperanza que esto ocurra. A mi parecer el resultado será estrecho como han sido todas las elecciones, particularmente presidenciales, pero se gana con el 50% más uno. Como dijo el presidente Allende, tengo fe en Chile y su destino.