Crítica de cine: “Érase una vez un genio”, una lluvia de ideas sin segunda opinión
El primer gran problema de la película Érase una vez un genio, dirigida por George Miller, es la horrible traducción al español del título, que nos lleva instantáneamente al imaginario de los cuentos infantiles. Three Thousand Years of Longing (literalmente, “Tres mil años de espera”) es una frase que explica de forma mucho más atractiva y precisa la trama de este filme, que entra en la clasificación de “fantasía oscura” y nos lleva al imaginario de las lámparas mágicas y los genios que conceden deseos, que ya nos es muy familiar. Quizás por la misma familiaridad que tenemos con este tipo de historias, es de esperar que una adaptación del año 2022 traiga al menos algunos elementos de sorpresa, y eso sin duda se cumple.
La película cuenta la historia de la “narratóloga” (una mezcla entre escritora literaria e historiadora) Alithea Binnie, un estereotipo de mujer mayor, divorciada, solitaria y extremadamente inteligente, que en un viaje a Turquía encuentra una botella en que un Djinn -un genio- está encerrado. Como suele pasar, este genio tiene que concederle a Alithea tres deseos, “los tres mayores anhelos de su corazón”, para poder ser libre después de tres mil años atrapado. En un entretenido recorrido histórico, él relata las circunstancias que lo llevaron a la botella, desde su romance con la Reina de Saba hasta la actualidad. La protagonista hace una interesante alusión a todas las historias, películas y cuentos que siguen la lógica de los tres deseos, siempre diseñadas para disuadir de la ambición y demostrar cómo todas las peticiones pueden terminar mal.
En términos de guion, si bien la línea temática de la historia del Djinn nos lleva a lugares preciosamente diseñados e históricamente coherentes, hay una lamentable cantidad de hilos sueltos de los que la película nunca se hace cargo. La película es como una gran lluvia de ideas que nadie revisó por segunda vez: un claro ejemplo de lo anterior es la gratuita aparición de Sarah Houlton como un personaje sin nombre, que toca la mano de Alithea y aparentemente le traspasa ciertos poderes, le genera algunas alucinaciones, y después no vuelve a aparecer. Lo mismo pasa con la subtrama del amigo imaginario de la infancia de Alithea, que da paso a una bonita secuencia gráfica entre una niña y un personaje dibujado, y que no cumple ningún objetivo y queda ahí sin volver a ser útil para la historia.
Es necesario mencionar el maravilloso uso de las imágenes en movimiento en la película. Se nota por primera vez cuando pasamos de una toma de las ruedas del avión a una de las ruedas del carrito de las maletas, y a lo largo de todo el filme se repite la belleza de las transiciones entre una imagen y la siguiente, los sonidos se acoplan y armonizan. La falta de solidez del guion es suplida con creces por la estética, los vestuarios de época, y especialmente la atención que se pone a los detalles físicos: el acercamiento al cuello de la protagonista en el segundo en que traga saliva, la atención a cómo se mueve el talón de su pie mientras ella escribe. Érase una vez un genio es, sin duda, un triunfo para el equipo creativo, una derrota para el guionista, y una entretención liviana para el espectador que no espera demasiado.
Ficha técnica
Título original: Three Thousand Years of Longing
Fecha de estreno: 1 de septiembre, 2022
Director:George Miller
Plataforma: Cine Hoyts
Producción: FilmNation Entretainment, Elevate Production, Finance, Sunac Culture, Kennedy Miller Mitchell
Distribución: Metro-Goldwyn-Mayer, Roadshow Entretainment
Duración: 108 minutos
Elenco: Tilda Swinton, Idris Elba
País: EEUU, Australia