Programas bajo la lupa: Las claves de cómo la TV aborda el debate de la nueva Constitución
En las últimas semanas, los canales de televisión estrenaron programas exclusivos en sus parrillas para informar acerca de la propuesta de nueva Constitución previo al Plebiscito de salida del próximo 4 de septiembre.
La primera semana de junio se estrenó el programa Radiografía Constituyente en Canal 13. Al mes siguiente llegó 100 indecisos, innovador espacio de debate en Mega. Ambos, se sumaron al estridente Sin Filtros de Canal Vive.
El primero posee un formato tradicional de conversación entre la conductora Mónica Pérez y cuatro invitados, dos por cada opción, quienes discuten una temática en concreto alrededor de la propuesta.
El segundo, con Juan Manuel Astorga de conductor, enfrenta en un debate a dos exponentes por el Apruebo y dos por el Rechazo, que intentan convencer al público que supuestamente aún no toma una decisión de cara al Plebiscito. A su vez, hay tres panelistas –Constanza Stipicic, Tomás Mosciatti y Soledad Onetto–, que interpelan cada cierto tiempo a los invitados. Al final del programa, las personas presentes votan por la opción que más los representa.
El último, Sin Filtros, que es el único que se transmite por cable, presenta dos grupos de panelistas por cada opción, quienes mediante un diálogo intentan contradecir el argumento presentado por su contraparte. Todo esto mediado por el conductor Gonzalo Feito que propone los temas.
La buena intención y los momentos polémicos
Carlos Correa Bau, analista político y académico de la Universidad Diego Portales valora positivamente que los canales de TV abierta tengan espacios en sus parrillas destinados a discutir sobre la propuesta de Nueva Constitución. “Eso demuestra que están en sintonía con lo que las personas quieren ver y que encima los pongan en horarios prime es un gran aporte”, puntualiza.
A juicio de Correa, 100 indecisos es el programa mejor posicionado, dado que, “propone un debate ordenado que busca convencer a un espectador neutral y también los participantes son interpelados directamente para defender muy bien su postura”.
A pesar de esto, los espacios han estado en la palestra durante las últimas semanas, debido a varios momentos polémicos que ocurrieron en las transmisiones. Por ejemplo, la discusión entre Mosciatti y la alcaldesa de Providencia Evelyn Matthei (UDI), en el que el propietario de Radio Bío Bío cuestionó el compromiso de la derecha para reformar la Constitución actual si se impone el Rechazo en el plebiscito.
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A eso se agrega la ocasión en que el abogado constitucionalista Sebastián Soto sostuvo en el programa de Canal 13 que una norma de la propuesta permitía a reos que cumplen pena aflictiva por delitos graves, como los homicidios, postular a cargos de representación popular. A lo anterior, se suma la larga lista de momentos tensos que semana a semana entrega “Sin filtros” con sus participantes.
El rating de estos espacios ha sido relativamente alto. El último episodio de 100 indecisos marcó 8,8 puntos, mientras que Radiografía constitucional promedió 5,7. En tanto, Sin Filtros, si bien no revela su rating, sí tiene una estrategia notoriamente orientada a que su contenido se difunda por redes sociales.
Falta de diversidad en sus invitados
Uno de los aspectos que más se critica de estos programas es la falta de diversidad en los paneles. Los dardos apuntan a que estos espacios no se abren a nuevas voces, como las que formaron parte de la Convención, y -en cambio- se privilegia a otros rostros políticos.
Así lo expresa a El Desconcierto el académico de la Universidad de Chile y Magíster en comunicación política, Claudio Salinas: “Hay una escasa o nula representación de la persona independiente, que no representa algún partido político o una coordinadora, esto se da sobre todo en el campo de la derecha. Una deuda que tienen los espacios es que no se verifica un pluralismo que estuvo en la elaboración de este nuevo texto constitucional”.
Otro factor que atribuye Salinas a la falta de nuevos rostros en los paneles es la línea editorial de los canales. “El objetivo aquí, no es apuntar a un debate más amplio, sino a tener rating. Es por esto que se invita a personas que tenían una posición fijada incluso antes de que comenzara la Convención, como es el caso de Bernardo Fontaine. Llevan a aquellos que están convencidos, en sustentar una posición de rechazo sin ninguna comprensión del texto real”, arguye el académico.
Tomando en cuenta todas las emisiones de los programas desde la primera semana de julio, cuando la propuesta ya era oficial, el espacio que más ha diversificado en sus panelistas invitados es 100 indecisos que incluyó políticos tradicionales en su primer capítulo. Pero en el segundo y el tercero incluyó personalidades del mundo independiente y de organizaciones sociales como el exconvencional Manuel Woldarsky, el fundador de Con mi plata No, Francisco Orrego y el arquitecto Iván Poduje.
Por su parte, Radiografia Constitucional insiste con la fórmula clásica de los políticos tradicionales incluyendo exministros, parlamentarios en ejercicio y personas ligadas a centros de pensamiento en sus paneles. En tanto, Sin Filtros es el que más cambia de invitados, pero solo del lado que respalda la opción del Rechazo, ya que casi en todas sus emisiones los que defienden el Apruebo son las mismas personas.
El rol de los conductores y la profundidad del debate
Otro punto que siempre es tema en redes sociales es la función del conductor de los programas, que en el caso de todos los shows analizados son periodistas. Muchas veces estos son apuntados por falta de neutralidad a la hora de moderar los debates o de no profundizar en la conversación o de no intervenir cuando los panelistas o invitados emiten información falsa
A juicio del periodista Hans Stange, doctor en filosofía y académico de la Universidad de Chile, los conductores no han estado a la altura de la importancia del debate y han cometido fallos constantes en el desarrollo de los programas. “Tenemos algunos conductores que no han corregido a sus invitados cuando han planteado una información falsa, y otros que las han proferido en pantalla ellos mismos”, expresa
Stange agrega que los periodistas deberían tener un posicionamiento meramente profesional respecto a los dichos que emiten los panelistas porque su misión principal es esa. “El periodista se plantea simplemente como alguien que da pantalla a una visión y a la contraria, sin posicionarse (...) tienen que estar atentos y atreverse a decir: 'esto no lo puede decir al aire, porque es mentira'. Basta con eso, y haría una enorme diferencia”, argumenta el académico.
En contraste con Stange, Carlos Correa considera que los conductores han estado bien en la moderación de los debates y que los ataques en redes sociales hacen que su tarea se vea manchada. Sin embargo, cree que deben tener un rol mucho más activo en interrumpir a los panelistas que emiten información falsa, pero que es deber del canal corregir esta situación.
“Es importante que el propio canal se centre en corregirlo. Pero también es fundamental no limitar la expresión de la manera que sea y sobre todo que estén todas las voces, pero esto no significa que se deba dar pie a cualquier afirmación”, precisa.
Respecto a cómo se lleva el debate y su profundidad, en los espacios analizados siempre se lleva un tema en concreto de la que tratará el capítulo. Para esto, las formas en las que se desenvuelven las conversaciones varía dependiendo del programa. No obstante, la crítica de los académicos radica en que este no confronta opiniones que permitan dar claridad a los espectadores respecto a lo que plantea la nueva constitución.
Para Claudio Salinas, no hay una “interpretación argumentativa de las opiniones, que de pie a una claridad de la conversación. Solo se buscan las frases rimbombantes que puedan ser usadas después para buscar clics en videos más adelante”.
En tanto Carlos Correa, cree que hay un “debate falsamente verdadero” de gente que son los mismos y que se da vuelta por los canales y tienen discusiones artificiales, y no una discusión profunda sobre el texto de la Constitución o sobre los efectos que tendrá para el futuro”, apunta.
Finalmente Hans Stange plantea que hay sesgos evidentes y falta de conducción en el debate. “Se produce una contradicción pasmosa. Está la necesidad de que los medios cumplan un papel de mediación del proceso constituyente, por una parte. Por otra, la necesidad del medio de subir ratings por medio de cuñas polémicas e invitados conflictivos, pero que activan el morbo de la audiencia”, precisa.