La explosión del Tusi: El polvo rosado que revela las fallas en la persecución antidrogas

La explosión del Tusi: El polvo rosado que revela las fallas en la persecución antidrogas

Por: Rubén Escobar Salinas | 23.05.2022
El falso “2c-b” que en Chile se vende como Tusi, con consumidores jóvenes y un poder adictivo superior al de la cocaína, se ha convertido en una de las grandes preocupaciones para las instituciones que persiguen el narcotráfico. Para ingresar la sustancia base de esta droga, bandas internacionales explotan la crisis humanitaria que ha hecho que miles de migrantes lleguen al país y utilizan las mismas rutas del tráfico de personas y de armas. Desde la Fiscalía admiten obstáculos para investigar fenómenos de este tipo, como rivalidades al interior de las policías, corrupción en instituciones públicas y falta de coordinación a nivel nacional.

'-“Aquí, lo que se vende como Tusi, es otra cosa. No tiene nada que ver con la droga original”.

El crecimiento de Tusi en Chile ha sido exponencial. Desde los últimos años, la sustancia que se vende como un polvo de color rosado o en pastillas se ha tomado parte de la atención de los medios de comunicación, que la catalogan como la droga “de moda” entre los jóvenes.

Si bien admiten un vínculo con ciertas tendencias artísticas populares en la población joven, como la música Trap, las fuentes consultadas explican que lo cierto es que el Tusi obedece a un fenómeno profundo y de carácter criminal. Las bandas que ingresan las sustancias base para la elaboración del Tusi utilizan redes de contrabando internacional e incluso aprovechan rutas vinculadas al tráfico de personas para la explotación sexual o laboral.

En su versión original, creada por el químico estadounidense Alexander Shulgin, la sustancia tiene el nombre de “2C-B”, lo que fonéticamente en inglés se asemeja a la palabra “Tusi”. Su nombre científico es “4-bromo-2,5-dimetoxifeniletilamina” y corresponde a un derivado de las anfetaminas. Sin embargo, lo que se vende en Chile y Sudamérica con el nombre de Tusi es una sustancia distinta.

Fue en 2015 cuando el Observatorio de Drogas de Colombia alertó sobre un “falso” 2C-B bautizado como Tusi, con gran llegada en jóvenes y con un elevado efecto adictivo. En Chile, en 2018 se incautaron solo 3 kilos de la droga base para la producción del Tusi. Cuatro años después, la realidad es otra.

Ketamina, cocaína y el color rosado

El Tusi es una mezcla de ketamina con otras sustancias”, explica el comisario Nelson Parada, de la Brigada de Investigación de Sustancias Químicas Controladas (Brisuq) de la Policía de Investigaciones (PDI).

La ketamina es un compuesto sintético y un poderoso anestésico que en Chile tiene controlada su venta. Su uso es principalmente para la medicina veterinaria, como tranquilizante para equinos, entre otras cosas. “Las empresas para hacer importación de esta sustancia tienen que llenar una serie de requisitos y son fiscalizados por el Instituto de Salud Pública o por el Servicio Agrícola y Ganadero, entonces su stock es controlado a nivel nacional”, explica Parada.

Es esta ketamina la que se combina con otras drogas para producir el Tusi, a la que luego le añaden un colorante rosado para asemejarse al 2C-B. “Hemos realizado análisis en nuestro laboratorio de criminalística central y podemos encontrar la ketamina solamente con el colorante o puede estar acompañada con algún sedante o con otra droga”, relata el comisario. Cocaína, éxtasis (MDMA), fentanilo o cafeína son algunas de otras drogas que han encontrado en el Tusi.

Los consumidores de esta droga son principalmente personas de entre 15 a 25 o 30 años, es decir, está concentrado en grupos más jóvenes que los que consumen, por ejemplo, cocaína. Estos últimos van desde los 20 a los 50 años en promedio.

Parada explica que el Tusi se vende como una oferta ampliada de los mismos traficantes que ofrecen otras drogas, por lo que no se trataría de vendedores que se dediquen exclusivamente a la ketamina rosada. “En los procedimientos que se han realizado siempre están estas sustancias denominadas Tusi junto a la incautación de otras drogas”, señala el comisario.

Cuando se habla de crecimiento exponencial del Tusi en el país, los datos lo respaldan. En los últimos años las incautaciones de ketamina han mantenido una alza explosiva. De acuerdo a la información de la Fiscalía Nacional, en 2018 se incautaron solo 3 kilos de la sustancia, mientras que en 2021 se llegó hasta los 667 kilos.

Sobre las sensaciones que deja en el cuerpo, poco tiempo después de consumirlo, el Tusi provoca un efecto disociativo. Por un lado la ketamina “baja” al consumidor y por otro la cocaína mantiene una alta actividad cerebral, lo que puede variar dependiendo de la mezcla que se haya hecho de la droga.

El comisario Parada enfatiza en que “todas las sustancias tienen un límite de dosis tóxica, por lo general en la ketamina las dosis fuertes, entre 200 mg a 400 mg, pueden producir alucinaciones”. “Sobre esa dosis puedes caer en una intoxicación por ketamina. Si incluimos además que puede estar combinada con otras drogas, la farmacología entre ellas pueden provocar incluso la muerte. Eso es lo peligroso de la sustancia”, advierte.

El comisario Parada recuerda un caso ocurrido hace pocos meses en Buenos Aires, Argentina. En febrero de este año, las autoridades sanitarias trasandinas se pusieron en alerta tras la aparición explosiva de un gran número de casos de intoxicación por consumo de drogas. Los pacientes llegaban en estado crítico hasta los centros de salud del área metropolitana.

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En pocos días, en total fallecieron 24 personas y más de 80 fueron hospitalizadas. La investigación arrojó que la causa de las muertes fue la adulteración de lotes de cocaína. Los narcotraficantes “cortaron”, es decir mezclaron, la droga con carfentanilo, un poderoso opioide sintético que es 10 mil veces más poderoso que la morfina.

“Por eso se produjo la muerte de los consumidores, la cantidad excedía la dosis tóxica y letal. Como el opioide es un depresor del sistema nervioso central, generó un paro cardiorespiratorio”, explica el comisario. “El narcotraficante no lleva un control de calidad de lo que produce, mezcla solamente (...) dependerá de qué es lo que tenga a la mano”, asegura.

La ruta del Tusi

“Tenemos claro cómo llega, cómo ingresa, pero la fuente de origen no la tenemos tan clara. La suponemos porque los países vecinos no tienen la sustancia controlada y por lo tanto se vuelve más fácil su acceso”, explica el fiscal Luis Toledo. El persecutor lleva más de cinco años como director de la Unidad Especializada en Tráfico Ilícito de Drogas de la Fiscalía Nacional.

Toledo afirma que la situación es “preocupante” y que las redes de narcotráfico que traen la ketamina son organizaciones “más complejas” que en otros casos. “Ese tipo de organizaciones no las conocíamos hace cinco años atrás. Son más complejas desde el punto de vista del uso de armas, de la violencia asociada al narcotráfico. También porque tienen vínculos internacionales concretos”, sostiene.

El grueso de los casos de tráfico de ketamina tiene que ver con el contrabando internacional, a raíz de la falta de control de la ketamina en países fronterizos, detalla el fiscal. Los principales lugares de ingreso al país, de acuerdo a las investigaciones, serían “Colchane o en Chacalluta, paso internacionales con Bolivia y con Perú”, señala. También hay casos de ketamina adquirida dentro del país, principalmente por robos a clínicas veterinarias, pero son en menor cantidad.

“La ketamina que viene de afuera está asociada a redes criminales internacionales que son bastante más violentas. Aquí se vincula con lo que se ha llamado el Tren de Aragua y bandas más o menos de la misma conformación”, señala el persecutor.

El comisario de la PDI Nelson Parada, por su parte, detalla que para facilitar la entrada de la droga, los traficantes transportan la ketamina en polvo o como una solución acuosa incolora que se ve igual que el agua. “Con eso pueden eludir algunos controles. Acá los narcotraficantes lo que hacen es evaporar este líquido y con eso obtienen nuevamente el polvo de ketamina”, relata.

La oferta de Tusi ha crecido junto a las oleadas migratorias de los últimos años. La crisis humanitaria que ha llevado a miles de ciudadanos extranjeros a llegar hasta el país también es explotada por las organizaciones criminales. El fiscal Toledo revela que “hay investigaciones que vinculan a que algunos migrantes se les exige como derecho de paso el ingreso de ketamina”.

Las bandas internacionales usan las mismas rutas que otro tipos de delitos: “tiene que ver con un tema de trata de personas, tráfico ilícito de migrantes y tráfico de armas”, afirma el persecutor. “La ketamina llega fácilmente hasta la puerta de entrada, de ahí nuestra frontera es tan permeable que permite la entrada”, agrega.

Ya dentro del país, las bandas se vinculan con fuentes de distribución interna. El objetivo de quienes comercializan el Tusi son las grandes urbes, no se vende en poblaciones más rurales. La venta se concentra en ciudades más pobladas, como Valparaíso, Viña del Mar, Concepción y, por supuesto, Santiago.

Las investigaciones han arrojado que “existe una relación con el tráfico carcelario, es decir, organizado desde el interior de las cárceles”, sostiene Toledo. Desde los recintos penitenciarios se coordina la elaboración y distribución de esta droga. El fiscal explica que serían más de 540 organizaciones al interior de las cárceles, con miles de integrantes, algunas de las cuales participan en el creciente mercado del Tusi.

Luego de la mezcla, el uso del colorante y el envasado, la ketamina ahora convertida en Tusi, se distribuye a los vendedores finales habituales, los que agregan esta droga como una ampliación de su catálogo. Su valor está entre los $10 mil y $15 mil pesos por gramo. “Es tremendamente adictiva, mucho más incluso que la cocaína”, advierte Toledo.

Drogas, principal preocupación en los barrios críticos

La escalada de violencia en y el uso de armas de fuego para cometer delitos es una de las principales preocupaciones de seguridad en el país para quienes comentan en redes sociales. Luego vienen temas como el aumento de la delincuencia y los daños a infraestructura. El narcotráfico queda más atrás en las prioridades.

Esa fue parte de las conclusiones del estudio de percepción digital “Seguridad en Chile”, elaborado por la empresa INC Consultores durante mayo. El trabajo analizó 16 mil conversaciones en Twitter. “Contamos con un equipo técnico y herramientas que nos permiten filtrar a bots o cuentas falsas de acuerdo al análisis de sus comportamientos digitales, interacciones, seguidores, nickname y uso de tipo de fotos, autentificación del perfil, entre otros datos estadísticos que nos permiten ir discriminando”, explican desde la consultora sobre la metodología.

El 48% de las conversaciones apuntaron a que la principal preocupación en seguridad es “el aumento en la magnitud de la violencia utilizada en los delitos producto del uso de armas de fuego”. Sin embargo, mientras la atención general de quienes comentan en las redes está allí, las preocupaciones de quienes viven en barrios críticos puede ser distinta

Para la socióloga y académica Alejandra Luneke “(...) mientras en el debate público se destaca el problema del gran tráfico y la venta ilegal de armas de fuego, lo que preocupa a los vecinos es tanto la venta de drogas como el consumo que afecta a la juventud con la que conviven diariamente”.

El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), en su Informe Anual 2021, dio alarmas sobre la correlación entre el narcotráfico y el abandono por parte del Estado. “Las personas con bajos o ningún ingreso viven en sectores muy concentrados. Estos sectores de la ciudad además se corresponden a los valores fiscales del suelo más bajos, perpetuando un modelo de vivienda segregador, creando condiciones ideales para que el narcotráfico sea una de las principales actividades económicas”, dice el informe.

En 2019, el organismo encargó el “Estudio sobre formas de violencia percibidas por habitantes de Barrios Priorizados y ejercicio de Derechos Humanos”, a la Dirección de Estudios Sociales (DESUC) y el Centro de Estudios Justicia y Sociedad (CJS) de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Luneke fue una de las autoras de la investigación.

El estudio midió la percepción y victimización de distintos tipos de violencia en más de 30 barrios críticos, concentrándose en el testimonio de los propios habitantes. Dentro de los hallazgos de la investigación se encuentra que un 47% de las personas encuestadas declaró que el consumo de droga en la vía pública es uno de los problemas que ocurre con mayor frecuencia.

“Los resultados indican que en estos barrios la droga es la principal causa de inseguridad y violencia” , afirmó la socióloga Alejandra Luneke en una columna publicada en Ciper, sobre el estudio que todavía no ha sido publicado por el INDH.

“El consumo de drogas es su principal angustia porque saben que es una ruta que lleva al involucramiento delictual a temprana edad cuando se habita en estos vecindarios. En contrapartida, declaran que la oferta social y de salud para ayudar a sus hijos e hijas es muy escasa”, explicó.

La encuesta reflejó que los promedios en la experiencia de victimización delictual en estos barrios críticos fue muy por sobre el promedio nacional, sobre todo en los delitos de hurto (14,8% versus un 8,64% de promedio nacional) y en robos con fuerza en las viviendas (8,3% versus un 3,53% en el país). Pero las conclusiones de la académica también apuntan al consumo de drogas en estos casos.

Los delitos comunes, como el hurto y el robo en viviendas “a juicio de vecinos están vinculados al consumo problemático de drogas de jóvenes”, explica y agrega que “ambos delitos pueden estar asociados a las figuras de los ‘zombis’ (adolescentes bajo consumo de drogas) que deambulan en los barrios robando especies reducibles que les permitan acceder rápidamente a dinero para comprar drogas”.

“(...) las prioridades de los vecindarios más golpeados por el narcotráfico no han sido el centro de las propuestas legislativas, de las políticas públicas ni de la cobertura mediática”, consideró Luneke.

Rivalidad, corrupción y falta de coordinación en la persecución

“Estamos creando leyes y aumentando penas para temas que son las consecuencias de un mercado criminal que es mucho más profundo”, cree el fiscal Luis Toledo. Desde el ámbito de la persecución penal -solo una de las dimensiones de la compleja problemática- el abogado cree que “la respuesta jurídico penal, si bien se ha acrecentado, no ha sido suficiente”.

El abogado apunta a falta de coordinación a nivel nacional para generar investigaciones más profundas. El persecutor acusa que, al ser un fenómeno que no se concentra en una sola región, muchas veces las colaboraciones entre las fiscalías se dan por “buena voluntad”. Existen instrucciones del fiscal nacional que permiten coordinación, pero para Toledo son “herramientas jurídicas que no dan el ancho”.

“Si un fiscal de Iquique lleva una investigación en contra de una de estas redes criminales y luego aparecen nexos en Punta Arenas, vamos a demorar mucho tiempo en darnos cuenta de esa situación”, afirma. Es por esto que sostiene que es necesaria la creación de una Fiscalía Nacional Antidrogas y Crimen Organizado que aborde las investigaciones desde una mirada integral.

“Escucho este último tiempo que la preocupación va a ser el tema de las armas, pero las armas están vinculadas con el narcotráfico, o con la trata de seres humanos con fines de explotación sexual o laboral. Las redes criminales ocupan las mismas vías y todos los medios que les sean posibles para aumentar sus beneficios económicos, entonces, no es un solo tema: no es solo armas, no es solo narcotráfico”, asegura.

Pero, también habría un problema dentro de las instituciones públicas. Toledo apunta a rivalidades al interior o entre distintos organismos se configuran como obstáculos para las investigaciones. “Existe una especie de competencia interna policial. Se reservan la información. Hay competencia interna a nivel de las policías, también a nivel interagencial, Carabineros con la Policía de Investigaciones”, explica.

Sobre el Ministerio Público, el fiscal reconoce que han “tratado de mejorar internamente eso, pero sí, claro que hay competencia”.

A todo lo anterior se agrega otro problema: la corrupción. “Me preocupa mucho el tema”, dice el fiscal Toledo. El abogado se refiere a la corrupción, ligada al narcotráfico, al interior de instituciones públicas como, por ejemplo, Carabineros, Aduanas, PDI o Gendarmería.

Para la operación de estas organizaciones criminales, el primer objetivo es el control territorial. Si conoce al carabinero, si tiene el vínculo con el funcionario de Aduanas que dejó pasar la droga, las armas, o dejó pasar a los migrantes con la ketamina, ese control es el que se está buscando”, afirma y advierte “eso se puede pagar perfectamente”.

Toledo cree que “estamos peor que antes, de eso no hay duda. Pero podemos mejorar dependiendo de en qué momento reaccionemos. Pero no reaccionemos con aumentar las penas, con medidas que son para la galería”.