Más allá de fallas y explosiones: Trabajadores del Metro acusan plan de seguridad obsoleto
Desde trenes demorados por explosiones debido a fallas eléctricas y exceso de lubricación, hasta nueve trabajadores heridos y golpeados por comerciantes ambulantes. La última semana ha sido compleja para el Metro de Santiago, el mejor valorado de toda América, por un conjunto de situaciones que, de acuerdo con expertos y los propios trabajadores, podrían haber sido evitadas.
Aún considerando que la inseguridad en las dependencias del tren subterráneo se ha visto acrecentada por un aumento de delincuencia que ha afectado a todo el país, los trabajadores de Metro aseguran que hace más de ocho años que alertaron sobre los problemas a la directiva, que habría hecho oídos sordos.
Ya el jueves de la semana pasada, el servicio en la Línea 1 del Metro de Santiago fue suspendido desde las 08:00 horas, en pleno horario punta, por la presencia de un asaltante que escapaba tras cometer un ilícito. El sujeto fue impactado por el ferrocarril cuando llegó a la Estación Unión Latinoamericana, quedando con heridas, por las cuales finalmente falleció. Al día siguiente, el metro Estación Central debió interrumpir sus operaciones, después que un operativo policial para fiscalizar a vendedores ambulantes terminara en una pelea con los sujetos, quienes agredieron a Carabineros con objetos contundentes.
Pero esta semana, el escenario solamente empeoró. El martes, un vagón explotó debido a una falla eléctrica en Estación Las Rejas, con el ferrocarril lleno de gente, provocando una estampida debido al temor que generó el sonido, las chispas, el fuego y el humo, situación que terminó con cinco usuarios lesionados. El miércoles, nueve trabajadores vigilantes de Metro fueron heridos en la Estación Ñuñoa, tras un enfrentamiento con comerciantes ambulantes, siendo el segundo incidente del día, pues en Villa Frei también se produjo un episodio violento, de menor envergadura.
[Te puede interesar] Mutual de Seguridad informa que trabajador de Metro agredido evoluciona favorablemente
En paralelo con los hechos de violencia, los defectos técnicas no cesaron, puesto que el jueves Metro sufrió una nueva falla que provocó el cierre del servicio en la Línea 6. Esta vez, un “exceso de grasa” obligó a que se cerraran las estaciones Cerrillos, Lo Valledor y Pedro Aguirre Cerda a las 06:15 horas, además de suspender la combinación con Tren Central. El viernes de esta semana, Metro celebraba que, gracias a labores de coordinación con Carabineros, las dependencias ya se encontraban despejadas, informando también que continúan trabajando para lograr “espacios más seguros y expeditos”.
Pero la pesadilla, de acuerdo con las y los trabajadores del servicio, comenzó hace años y se debería a “una crisis del modelo operacional que pone en riesgo la certeza de viaje, y la seguridad de los trabajadores y de los usuarios”. De acuerdo con el presidente de la Federación de Sindicatos del Metro de Santiago, Eric Campos, desde el año 2014 que han alertado sobre las fallas, advirtiendo a la administración recién asumida, lo cual no fue oído por las autoridades a cargo. En su momento, los defectos continuaron, y después de una falla eléctrica grave, el presidente del directorio de Metro, Aldo González, debió presentar su renuncia. Y los problemas, atribuidos por los trabajadores a una mala gestión, continúan.
El dirigente sindical señala a El Desconcierto que “efectivamente esta es una semana del terror, que si bien tiene explicaciones técnicas en el caso de las averías, puede tener explicaciones casuísticas en el caso de la agresión a los vigilantes, acá hay un problema de liderazgo en la empresa que nosotros hemos venido señalando hace un rato, un problema con el modelo de operaciones”. Según Campos, los planes de seguridad de Metro son obsoletos, y no darían cuenta de la complejidad del asunto.
Desde la Federación, han solicitado que se investiguen las averías de esta semana, pidiendo que se entreguen las conclusiones de manera pública, y que se señalen cuáles van a ser las mejoras técnicas para evitarlas o reducir las posibilidades de que los accidentes ocurran nuevamente. Para el trabajador, “hay un problema de liderazgo en la empresa que ve la ejecución de la administración como parcelas, una parcela de mantenimiento, otra parcela de operación, y el problema del Metro es que cualquiera de sus partes que falle, impacta finalmente el servicio. Hay que investigar, hay que hacer públicas las conclusiones, y hay que corregir”.
Más allá de las fallas técnicas, la gran problemática se encontraría en el despliegue de seguridad para hacer frente a situaciones como el comercio ambulante. El plan de seguridad de Metro “fracasó”, analiza Eric Campos, puesto que la estrategia de controlar a los vendedores ambulantes, quienes han protagonizado hechos de grave violencia en el último tiempo, sólo con vigilantes de seguridad sin presencia policial, evidencia “una falla del diseño del plan”, la cual sería responsabilidad de la empresa.
A una conclusión similar llega José Antonio Llanos, ingeniero en Prevención de Riesgos y director de Vinculación con el Medio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Andrés Bello (UNAB), quien explica que “todo accidente se puede prevenir”, y especialmente considerando que son atribuibles a una multiplicidad de causas, el plan de gestión estratégico del Metro debería actualizarse para ser acorde a la realidad, y sus protocolos deberían ser revisados y estudiados continua y sistemáticamente.
Inseguridad: la primera desventaja
La falta de seguridad es una de las mayores problemáticas que presenta el transporte público. Esto descubrió Carolina Busco, académica e investigadora de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Diego Portales (UDP), quien junto a su equipo han “hecho estudios que nos demuestran que uno de los principales elementos que explican el descontento con el transporte es la seguridad. El transporte cumple un rol tremendamente importante en la sociedad que es conectarte, entonces no tener acceso al transporte redunda en un problema de exclusión social, y esa es la gravedad del trasfondo del asunto”.
Entre los problemas de seguridad se encuentran la posibilidad de sufrir un robo, o contagiarse de COVID-19 o cualquier enfermedad, lo cual es principalmente atribuible a la aglomeración, que junto al aislamiento, genera “desconfianza y sensación de inseguridad” en la población. Estas situaciones, sumadas a un incremento del comercio ambulante desbordado, podría aumentar la inseguridad, “en la medida en que haya más desorden, más aglomeraciones. Ahí se camuflan los asaltantes, hace más difícil identificar o cuidarte cuando hay mucha aglomeración. No el comercio ambulante en sí, pero sí en la medida que genere aglomeración”.
Para Llanos, una forma de hacer frente al comercio ambulante puede ser “evaluar, planificar, y gestionar un trabajo convenido con las personas que están circulando o vendiendo cosas al interior, o a la salida, del punto de vista de vía de evacuación”. De todas formas, y visto desde las políticas públicas, también existe “una culpabilidad de la comunidad”, puesto que Metro hace llamados constantes a no hacer comprar a vendedores ambulantes. “El comercio no lo nutren los guardias, lo nutren los pasajeros”, concibe el experto, quien indica que se podría regular el comercio, con “mucha educación, mucha perseverancia, y mucho recibimiento”.
“Expulsándolos hay dos caminos: se fortalece y se triplica, o se disminuye. Creo que esto va a seguir, no se va a solucionar echándolos y desalojándolos”, concluye el académico. La problemática sería, entonces, mayor, y también atribuible a un aumento en los niveles de violencia que se ha observado en el último tiempo, de acuerdo con la experta Busco.
[Te puede interesar] Subsecretario Vergara: “Necesitamos una institucionalidad dedicada 100% a la seguridad”
Previo al estudio del cual cita los resultados, denominado Exclusión Social y el Sistema de Transporte en Santiago, Chile, ya habían dado cuenta de niveles de violencia en aumento en la capital, el cual se va evidenciando en “la medida en que bajas el nivel socioeconómico en las comunas”. Para la académica, “la violencia ha estado instalada en este país hace mucho tiempo, lo que pasa es que no la estábamos viendo”. Además, asegura que se deben tomar medidas desde la propia administración del transporte, para hacerse responsables de la problemática.
Desde el gobierno, la delegada presidencial de la Región Metropolitana, Constanza Martínez, anunció la presentación de una querella criminal en contra de los responsables, puesto que “pusieron en peligro la integridad de trabajadores y usuarios”. Pero este lunes, el único detenido por las agresiones a los funcionarios del Metro quedó en libertad, mientras que las autoridades cifran en 15 los vendedores ambulantes involucrados.
La Federación de Sindicatos de Metro llegó hasta la Dirección del Trabajo (DT) para solicitar la fiscalización de las condiciones de seguridad en las que los trabajadores se desempeñan en varias estaciones, argumentando que “es evidente que la empresa no ha tomado las medidas de resguardo y protección que la ley le obliga”. En ese sentido, las y los trabajadores están pidiendo la renuncia del gerente general de la empresa, Rubén Alvarado, y la del subgerente general de seguridad, José Miguel Abarca.
Un factor relevante es que no se ha restituido a los trabajadores que fueron despedidos en los últimos años, previo a la llegada del COVID-19 a Chile. Antes de la pandemia, Metro realizaba cerca de 3.850.000 viajes diarios, lo cual disminuyó a 200.000 viajes diarios durante la pandemia, produciendo una lógica reducción en los ingresos de la empresa. De cada 10 pesos, 8 pesos son ingresos por tarifa, entonces como se reduce la tarifa, se reducen los ingresos, y en una medida ‘bien lineal’, en palabras de Eric Campos, Metro resolvió despedir a 1.500 trabajadores de subcontrato.
Principalmente, los funcionarios despedidos operaban en las estaciones, y hasta el momento no se le ha comunicado a la Federación si es que los trabajadores han sido repuestos, ni cuántos son, de ser el caso. “Por eso cuando hay una estampida, como la del día martes, se hace tan evidente y tan visible que no contamos con la cantidad de trabajadores suficientes para enfrentar una situación caótica y extrema como esa. Y a eso nos referíamos con la crítica de los 1.500 trabajadores menos”, concluye el dirigente.