La Constituyente y el debate por el corazón de América Latina

La Constituyente y el debate por el corazón de América Latina

Por: Eduardo Santos | 19.05.2022
La cooperación política y económica regional latinoamericana es una de las pocas "ventanas de oportunidad" que aún permanece abierta y que realistamente puede llevarnos a modificar el errado modelo de desarrollo que hemos privilegiado hasta ahora: la "vía unilateral" de integración a la globalización como productores y exportadores de recursos naturales, con baja incorporación de valor.

Hace un par de semanas, El Mercurio publicó un artículo con citas de entrevistas y cartas de ex autoridades y senadores en ejercicio, comentando una norma, aprobada por el Pleno de la Convención Constitucional, referente a las relaciones de nuestro país con América Latina. Sin conocer el detalle de lo solicitado a las(os) entrevistadas(os), no es nada fácil analizar en detalle la publicación. No obstante, el artículo dejó un sabor amargo y quedamos con la clara impresión de que se quiso introducir dudas y prejuicios acerca del trabajo realizado por los constituyentes. Y, de paso, creo que cuestionar también la importancia de estrechar los lazos políticos, económicos y culturales con los países de América Latina. Pobre intento de El Mercurio, en mi opinión.

La norma en cuestión propone, en su Artículo 20, que “Chile declara a América Latina y el Caribe como zona prioritaria en sus relaciones internacionales. Se compromete con el mantenimiento de la región como una zona de paz y libre de violencia, impulsa la integración regional, política, social, cultural, económica y productiva entre los Estados, y facilita el contacto y la cooperación transfronteriza entre pueblos indígenas”. Me alegro de que El Mercurio haya puesto sobre la mesa este tema que -hasta el momento- ha sido prácticamente ignorado (incluyo a la Cancillería). Pero El Mercurio es El Mercurio, y no encontré lo que esperaba: contenido.

El artículo se inicia sembrando dudas. Parte señalando que la mencionada norma del Pleno Priorización de las Relaciones Internacionales con América Latina "abre dudas sobre los efectos comerciales que podría significar para Chile”. Añade a continuación que “un manto de dudas e incertidumbre comienza a generar una de las normas en materia de relaciones internacionales” [destacando que] “…priorizar América Latina por sobre regiones geográficas o países despertó aprensiones entre exautoridades, gremios empresariales y el sector público, sobre todo en cuanto a las repercusiones comerciales que podría implicar”.

Debo destacar que, aun cuando se indica que la publicación de la norma “despertó aprensiones entre ex autoridades, gremios empresariales y el sector público” (mi énfasis en negritas), esto NO es así. Para empezar, los funcionarios de la Cancillería no figuran entre los entrevistados. Entendería que ellos son parte del sector público ¿o no? Y sospecho que conozco el motivo. Tampoco creo que todos los(as) entrevistados(as) hayan expresado “aprensiones” a la norma. Como veremos, no lo hizo Osvaldo Rosales ni Andrés Rebolledo (ambos ex Directores Generales de la DIRECON). Y, menos aún, el senador José Miguel Insulza, ex canciller. Mal comienzo para El Mercurio y -sobre todo- con la información y citas que tenía.

Creo, también, que las cifras comerciales de nuestro comercio fueron -aparentemente- seleccionadas para dar la impresión de que la interacción con nuestros vecinos en Latinoamérica es muy pobre. Y las cifras de comercio presentadas respecto de la Alianza del Pacífico y el Mercosur supuestamente lo mostrarían. Por el contrario, las cifras que yo manejo muestran un panorama diferente: más de un quinto de nuestras importaciones totales provienen de Brasil, Argentina, México, Colombia y Perú, todos países miembros de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Puede no ser gigante, pero es bastante más que la pobreza que trató de mostrar El Mercurio.

Más importante: una parte muy sustantiva de nuestras importaciones agroalimentarias (casi el 60%) provienen de la ALADI. La gran parte de los países miembros de “grupo” muestran cifras mucho mayores en el comercio agroalimentario, que es lo que hacemos, por ahora.

El Mercurio, sin embargo, se preocupa de destacar la “importancia” del comercio con China, a pesar de olvidar que la gran parte corresponde a exportaciones de recursos naturales sin procesar (minerales y metales, y algo de alimentos). Claramente, es posible utilizar las cifras de comercio para destacar lo que más nos interese. Acá tenemos una importante diferencia con El Mercurio. Por mi parte, me interesa mostrar que efectivamente en América Latina hay sectores económicos donde existe una muy importante interacción comercial y que ello puede ser desarrollado y mejorado. Es claro que no podemos ignorar el comercio con China, pero tampoco podemos perpetuar la situación actual, donde más del 38% de las exportaciones tuvieron como destino China (2021), algo que algunos entrevistados parecen proponer. Me inclino por priorizar a Latinoamérica, que nos da la posibilidad de unirnos para negociar mejores relaciones con las grandes potencias, cooperar en diversas áreas de nuestro interés y, a partir de ello, intentar modificar nuestra forma de integrarnos a la economía mundial.

A este respecto destaco lo que menciona Osvaldo Rosales, quien indica en la entrevista que “es obvio que las relaciones estratégicas deben ser con América Latina (…) también es fundamental formar parte de un grupo de países más relevante dentro de América Latina para proyectarnos a otros países o regiones”. Igualmente, me parece que el senador Insulza da en el clavo cuando indica: “Este es nuestro barrio y estoy de acuerdo con mantener una norma en este sentido. Con Asia Pacífico, Estados Unidos y la Unión Europea tenemos excelentes relaciones comerciales, pero ellos nos ven como un país inserto en Latinoamérica. Eso no se puede desconocer”. Es difícil rescatar mucho más.

Lo que realmente rebalsa el vaso es la cita del presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Juan Sutil. Según el diario, Sutil habría observado “una falta de pragmatismo en la Convención Constitucional al consagrar en el texto una priorización a favor de los vínculos con América Latina …” [señalando que sería complejo vislumbrar] “hacia dónde se podrían profundizar los lazos comerciales con …” [nuestra región]. Sutil destaca que “Chile es un país exportador de productos y servicios y su desarrollo dependerá de la demanda que exista, que hoy es impulsada desde China, Norteamérica y Europa. El intercambio comercial con Latinoamérica es bastante menor y es difícil crecer”. No sé si aún se usa la expresión “dejar lelo”, pero eso es exactamente lo que me ocurrió: asombrosas palabras, para un empresario que viene del sector agroalimentario. Parece desconocer el enorme potencial que tenemos en esa área en Latinoamérica y, además, nos propone seguir haciendo “más de lo mismo”. Creo que es la primera vez que veo a alguien definir a Chile como un “país exportador de productos y servicios”…

Creo necesario destacar que El Mercurio se la jugó por el Rechazo con este artículo, además de intentar “poner en apuros” a los constituyentes. Por mi parte, espero haber dejado al descubierto -al menos en parte- la telaraña con que algunos quisieran cubrir, oscurecer y enredar la discusión del tema de la relación con nuestros vecinos y de la integración regional. Pero no se queden sólo con mi opinión al respecto. Sugiero leer el artículo para poder reiniciar una discusión directa y profundizar en un tema que, más que nunca, recobra importancia ante el reordenamiento geopolítico y económico que se avecina a nivel global. ¿De qué lado del globo quedaremos? Desde luego, parece obvio, que debe ser desde Latinoamérica e intento insistir con el tema de la integración regional y no lo dejaré fácilmente.

Para concluir, mencionaré lo que creo más urgente. Para empezar, la cooperación política y económica regional -en un posible proyecto de integración- es una de las pocas ventanas de oportunidad que aún permanece abierta y que realistamente puede llevarnos a modificar el errado modelo de desarrollo que hemos privilegiado hasta ahora: la vía unilateral de integración a la globalización como productores y exportadores de recursos naturales, con baja incorporación de valor. La cooperación regional nos ofrece también, la mejor oportunidad para enfrentar unidos y adaptarnos con éxito, a los cambios globales que se avecinan.

Además, la oportunidad la tenemos a nuestro alcance: el intercambio agroalimentario en América Latina es, por lejos, el segmento más dinámico del comercio en la región. Podemos cooperar para perfeccionarlo y transformarlo en un mercado regional libre de barreras, que nos una y permita movernos progresivamente en materia de integración económica. Y, por qué no, el Mercado Común Agroalimentario en Latinoamérica. No olvidemos los orígenes de la Unión Europea: la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, en los años 50, que ha llevado a una UE de 27 miembros hoy en día.