Amaya Álvez y el plebiscito: "Llamar a una tercera vía es hacer más barato el rechazar"
En una semana definitiva, donde el Pleno de la Convención Constitucional debe concluir las votaciones y cerrar el borrador de la nueva Constitución, que pasará a la Comisión de Armonización, la convencional de Revolución Democrática (RD) Amaya Álvez conversa con El Desconcierto sobre lo que ha sido un proceso más intenso y desafiante de lo que ella podría haber esperado, y sobre las expectativas que genera en la sociedad el plebiscito de salida del 4 de septiembre.
La abogada constitucionalista y doctora en Derecho de la Universidad de York, en Canadá, asegura que, en general, ella trata de no hacerse muchas expectativas con las cosas, y que lo mismo le ocurrió con la Convención. "Que sea lo que tenga que ser", pensaba antes de llegar al exCongreso.
"Es más un mecanismo de supervivencia, porque soy mujer, tengo 50 años, o sea, para mi edad entrar a estudiar un doctorado con tres hijos pequeños (...) entonces he hecho muchas cosas que no eran esperables, que la gente no ve como posibles", dice quien ahora escribe la nueva Constitución del país.
De hecho, la convencional del Biobío afirma que fue en estos meses de trabajo en el órgano constituyente donde tuvo una de sus alegrías más grandes, cuando el Pleno aprobó que Chile será un Estado regional.
"Es un tema que he trabajado los últimos 25 años de mi vida, y pensé que no lo iba a ver yo, que lo iban a ver mis hijos o mis nietos. Además, mi papá trabajó 40 años por la descentralización, entonces ver algo que siempre escuché en mi casa, que era un tema importante, lo he visto en la calle, lo usé como slogan de campaña, y una llega acá con la ilusión de convertir esos sueños en realidad, entonces verlo concretado…", reflexiona Álvez, dejando a la imaginación el adjetivo correcto para describir su emoción.
- ¿Cuál es la diferencia entre un Estado regional y un Estado federal?
Nuestra propuesta es la de un Estado regional, que significa multiplicidad de centros de impulsión política pero sigue manteniendo un Estado único indivisible. Hay un sólo Poder Legislativo y un sólo Poder Judicial, y lo que hacemos es crear órganos regionales de tipo administrativo-ejecutivo. Yo diría que es una forma intermedia entre el Estado que tenemos ahora y el federal, principalmente porque creo que no estamos preparados, y esta descentralización hay que hacerla de manera gradual.
- Pero, ¿sería lo ideal entonces apuntar a llegar a un Estado federal?
No, porque en la concepción del Estado federal tu requieres una densidad poblacional que Chile no tiene. Tenemos una distribución territorial interesante, extensa y diversa, pero nuestra densidad poblacional haría muy difícil la implementación de un modelo así.
- En cuanto al debate de la Cámara de las Regiones, este continúa ahora con el reingreso de indicaciones que ocurrió este domingo, respecto a la insistencia que podría hacer el Congreso. ¿Te parece bien cómo quedó constituido ese órgano? Fuad Chahín y la derecha dicen que va a estar de adorno y los independientes dicen que favorece al cuoteo de los partidos políticos y no a ellos…
Estoy de acuerdo con un bicameralismo asimétrico, en el sentido que la cámara que toma las decisiones políticas va a ser la Cámara de Diputados y Diputadas, digamos la que tramita la ley, como el órgano de representación más a nivel nacional, y la Cámara de las Regiones va a conocer materias relevantes, y tiene por objeto decidir temas legislativos que tengan impacto territorial. Porque si simplemente hacemos dos cámaras espejo, finalmente estamos replicando lo que tenemos hoy, que es algo que no ha funcionado bien. El Senado no ha sido un órgano de representación regional.
Ahora, hay que dejar de pensar que todas las decisiones se van a tomar en el centro, es evidente que el Congreso Nacional ya no va a centralizar el 100% de todas decisiones que se adopten. Las asambleas regionales van a implementar, por ejemplo, las leyes marco, van a dictar los reglamentos regionales e incluso van a tener facultades en materia presupuestaria y tributaria.
Si la pregunta es si el Congreso va a tener menos poder que hoy, la respuesta es sí, y me alegra mucho. Parte del poder que hoy detenta el Congreso va a estar distribuido territorialmente a lo largo de Chile, y eso es una buena noticia.
- Ahora viene la Comisión de Armonización, de la que tú eres parte. ¿Qué crees que va a ser lo más difícil de ese trabajo?
Creo que va a ser una instancia muy buena, positiva y técnica. Va a tener por objeto tomar todas las propuestas de normas constitucionales y hacer un análisis riguroso de su construcción y contenido, para evitar duplicidades, vacíos y mejorar la técnica legislativa. Es una comisión a la que voy con mucha alegría porque forma parte de lo que sé hacer, de la preparación profesional que tengo, y espero poder aportar desde esa perspectiva.
- ¿Crees que puedan traer ‘armonía’ a esta Convención? Porque en el último tiempo no se ha visto mucho eso para afuera por lo menos…
En la Comisión de Forma Jurídica de Estado fuimos 25 convencionales, desde republicanos, UDI, RN, Evópoli a las fuerzas de izquierda y todas las que están en la Convención, y hemos trabajado de manera súper armónica. Hemos presentado proyectos conjuntos, hemos votado respetuosamente las normas de unos y de otros, muchas de manera unánime. Entonces, creo que es posible un trabajo armónico, que no significa ceder todo o estar de acuerdo de manera no razonada, pero creo que es perfectamente posible, con las normas que ya están aprobadas, hacer un trabajo de pulimento y perfeccionamiento, con apoyo de la Secretaría Técnica y de expertos que van a ver el texto y van a dar su opinión.
La derecha del Rechazo
- Tú dijiste hace una semana que hay un grupo de convencionales que sólo se dedicaron a presentar indicaciones para generar polémica. ¿Qué sector o qué convencionales son los que hacen eso?
En general, es la derecha, como no tiene los votos para lograr aprobar indicaciones y normas, finalmente hacen un trabajo de obstruir el debate constituyente. Se han debido adoptar normas, acuerdos, para evitar esto. Ahora, para revivir una indicación, necesitas 32 firmas, y eso ha sido una vía para evitar la obstrucción en el debate, y eso ha evitado que tengamos cientos de indicaciones a votar, muchas veces de temas no vinculados a la norma principal. Entonces, ¿qué sentido tiene? Finalmente, es para hacer un punto político, para obstruir, para alterar los ánimos y eso, por supuesto, que no me gusta.
- ¿Qué te parecen los ataques constantes que ha hecho el mismo sector a convencionales de pueblos indígenas?
Creo que da cuenta de una profunda herida que tenemos en Chile. No creo que sea muy distinto a la realidad, y nos tiene que hacer pensar como sociedad que la inclusión supone diversidad y un esfuerzo por salir de la zona de confort, de pensar que somos todos iguales.
Esto va asociado a una especie de valoración positiva, o sea, que bueno que seamos todos iguales, que pensemos lo mismo, que tengamos las mismas costumbres, que nos vistamos de la misma manera, que hablemos el mismo idioma, que creamos en el mismo ser superior. Y aquí hay un llamado a aceptar justo lo opuesto, y esos cambios sociales son difíciles, y a veces van asociados a sesgos, prejuicios e incluso a violencia. Entonces, el llamado es a valorar la diversidad como una riqueza de nuestra sociedad.
- En ese mismo contexto, hace unos días fue noticia el sahumerio realizado por la convencional Labraña. ¿Cuál es tu opinión frente a ese hecho?
Creo que los chilenos y chilenas quieren vernos más concentrados en la creación y redacción de normas, en el debate constituyente, y yo estoy más abocada a eso. Me parece que aspectos colaterales, como los usos y costumbres de una convencional, aportan menos, y creo que muchas veces se queda en la anécdota en vez de ver lo realmente importante. Yo respeto que ella haga lo que quiera, pero tendrá que pedir permiso también porque, en la medida que uno haga eso, tampoco puede ocupar el espacio de los otros. Aceptar la diversidad también pasa por exaltar un poco más el respeto hacia los demás.
- ¿Qué piensas de la retórica de la división que instala la derecha?
Me encantaría saber cuál es la empresa que asesora comunicacionalmente a los convencionales de derecha, porque, evidentemente, todos estos discursos que escuchamos en los plenos y comisiones vienen construidos desde afuera con el objeto de desvirtuar públicamente las propuestas de norma. Tiene que haber una empresa de comunicación estratégica, que toma ciertas palabras y las repite incesantemente para ir dejando una idea de que se está realizando esa acción.
Yo creo que en la gran mayoría de los casos es temor al cambio, o temor a perder los privilegios que entrega hoy la Constitución de 1980. ¿Quién podría ser contrario al derecho humano al agua y al saneamiento? Ahora, ojo que no es toda la derecha. Hay una derecha dialogante, que participa de los acuerdos y que vota favorablemente las normas. Quienes lo hacen, obedecen más bien a la idea del Rechazo; llegaron aquí a rechazar sin importar lo que digan las propuestas, y seguramente tienen temor de las modificaciones constitucionales porque los hacen perder posiciones de poder.
Plebiscito de salida
- ¿Qué te parecen las campañas de desprestigio de la Convención que se han instalado?
Creo que un proceso como este habría requerido un apoyo de infraestructura e institucional mucho mayor, y también un poco más de tiempo. Yo siempre fui contraria al plazo, porque un ejercicio como este requería, no sé, un año o dos, y mucho más apoyo de personal, pero también un análisis sociológico que acompañara la creación de normas jurídicas, que nos permitiera entender el Chile que vivimos.
Llegamos aquí fruto de un estallido social, y una crisis social mayúscula. Entonces, dar solución a esas demandas ciudadanas supone cambiar el status quo, y ese cambio tiene consecuencias porque, quienes están en situaciones de poder, tienen muchos medios. Finalmente, lo que vemos es la reacción de quienes detentan el poder, quienes lo han detentado históricamente, y que ven en la propuesta de la nueva Constitución un giro.
- ¿Estás conforme con el borrador que emanará del Pleno?
Sí, plenamente, creo que es una propuesta magnífica, que aborda en buena medida las demandas ciudadanas por las que hoy estamos aquí: agua como derecho humano, derechos sociales, salud, educación, vivienda, una democracia paritaria, la inclusión de pueblos originarios, una distribución territorial del poder en un Estado regional, etc.
- En ese sentido, ¿qué te parecen las encuestas que muestran un alza de las personas que votarían Rechazo?
Me parece que es una opción, evidentemente, pero yo esperaría que estuviera el borrador final. Las encuestas que se hacen con antelación me da la impresión que obedecen a otra perspectiva; la gente a veces vota por una norma en particular y yo tendría críticas a que se expresaran sólo basándose en una norma.
Es una opción legítima, pero las consecuencias de la opción Rechazo a mí me parecen muy graves, porque es mantener la vigencia de una Constitución que evidentemente ya no tiene validez como norma fundamental, entonces nos pone en un grave aprieto. Y por eso mi opción va a ser el Apruebo.
- ¿Qué opinas de la ‘tercera vía’ o un plan de respaldo del que se habla si gana el Rechazo?
Yo no tengo plan B. Yo voy a quemar todos mis cartuchos en la redacción de esta nueva Constitución, en hacer lo mejor posible para Chile. La vamos a entregar el 5 de julio, la vamos a plebiscitar el 4 de septiembre, y para mí el plan A, B y Z es aprobar la propuesta de la nueva Constitución, porque estoy convencida jurídicamente de que es una mejor Constitución que la que tenemos.
Lo que hacen quienes llaman a una tercera vía es hacer más barato el rechazar. Si rechazar es que el día lunes nos vamos a sentar a conversar entre todos cómo salimos de esta, entonces da lo mismo no aprobar, y eso no es correcto. Nosotros tenemos que mantenernos en el acuerdo y en la ley de reforma a la Constitución.