Cómo las personas más ricas del mundo están impulsando el calentamiento global
La noción de que los países que se enriquecieron emitiendo gases de efecto invernadero tienen la responsabilidad de reducir las emisiones más rápido que los que no lo hicieron, al mismo tiempo que invierten dinero para ayudar a las naciones pobres a adaptarse, ha sido uno de los principales motores de la política climática global de las últimas décadas.
Si bien, la deuda ecológica acumulada por los países del Norte industrial hacia los países y pueblos del Sur Global es real y en 1990, casi dos tercios de todas las disparidades en las emisiones de carbono podían explicarse por el país de procedencia de cada persona, hoy, tras más de tres décadas de aumento de la desigualdad de ingresos en todo el mundo, las brechas de desarrollo entre países ya no son la mejor manera de entender el problema.
[Te puede interesar] La Crisis Climática y Ecológica es el cometa con el que vamos a chocar
Así al menos lo evidencia una investigación realizada por analistas del World Inequality Lab (WIL), dirigido por la Escuela de Economía de París y la Universidad de California en Berkeley, la cual muestra que cada vez hay más pruebas de que la desigualdad entre las emisiones de los ricos y los pobres dentro de los países ahora supera las disparidades entre países.
La evaluación del WIL se centra más en las distintas medidas de los ingresos del consumidor que en el producto interno bruto de cada país. Esta indica que, después de una generación de ganancias mal distribuidas a nivel global, la riqueza personal hace más que la riqueza nacional para explicar las fuentes y cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero.
El progreso climático significa, primero, frenar la producción de carbono de los más ricos entre nosotros
De acuerdo a la investigación, la tendencia es clara: las emisiones generadas por cada persona generalmente aumentan con la riqueza.
Para estimar las emisiones de carbono a nivel individual, los investigadores de WIL se basaron en una variedad de datos, desde la dieta hasta la propiedad de automóviles, las inversiones en el mercado de valores y el comercio.
Se estima que el 1% más rico a nivel global, es decir, los más de 60 millones de personas que ganan más de $109.000 dólares al año, son, con mucho, la fuente de emisiones de más rápido crecimiento. Viven en todo el mundo, con alrededor del 37 % en EE. UU. y más del 4,5 % en Brasil y China.
Ricos y pobres contaminan de manera diferente
A medida que las personas se enriquecen, las dietas tienden a diversificarse y aumenta el consumo de carne. Necesitaríamos un segundo planeta Tierra si todos tuvieran la dieta de un australiano o británico. Pero las familias en Argentina y Uruguay, donde se cría mucho ganado, consumieron incluso más que eso. En este sentido se destaca que las crecientes clases medias de los países en desarrollo en Latino América, Asia y África comen más carne que nunca.
Sin embargo, mucho más arriba en la distribución del ingreso, las emisiones aumentan exponencialmente. Uno de los activos más contaminantes, un superyate, experimentó un aumento del 77% en las ventas el año pasado.
A su vez, un viaje de 11 minutos al espacio, como el que tomó el fundador de Amazon, Jeff Bezos, es responsable de la emisión de más carbono por pasajero que las emisiones de por vida de cualquiera de los mil millones de personas más pobres del mundo, según WIL.
[Te puede interesar] Biodiversidad: Las negociaciones sobre alta mar no consiguen el tan esperado tratado
Otro ejemplo de cómo las personas más ricas del mundo están impulsando el calentamiento global es el caso de los viajes en aviones. En 2019, una décima parte de todos los vuelos que partieron de Francia fueron en aviones privados. En solo cuatro horas, esos aviones de propiedad individual generan tanto dióxido de carbono como el que emite una persona promedio en la Unión Europea durante todo el año. Cuatro quintas partes de las personas en el planeta nunca se suben a un avión en toda su vida, según un análisis de mercado de Boeing.
Cuando se trata de consumo de energía, la diferencia puede ser aún más marcada. Una persona promedio en Nigeria usa aproximadamente la mitad de la electricidad en un año que un televisor de alta definición de EE. UU.
La necesidad de cambiar el debate sobre las emisiones
Los datos de WIL muestran que, como consumidores e inversores, las elecciones de los ricos pueden tener un impacto enorme, especialmente en el transporte y la vivienda. Solo el 1% de la población mundial es responsable de la mitad de las emisiones de la aviación. Los automóviles son la mayor fuente de emisiones per cápita en los EE.UU. y la segunda más grande de Europa. Cambiar eso, y mucho más, requiere cambiar las normas sociales.
Esta enorme brecha entre los emisores altos y bajos sugiere que se debe repensar el enfoque actual centrado en las emisiones por países.
Al respecto, Lucas Chancel, investigador de la Escuela de Economía de París que codirige WIL, señaló, a Bloomberg, que los impuestos al carbono como ejemplo. “Esa política se ha implementado en muchos lugares como una medida regresiva, lo que significa que las personas más pobres pagan más como proporción de sus ingresos. Cuanto más se mire hacia abajo en la distribución de la riqueza, mayor será el porcentaje que la gente paga por la energía”.
“Deberíamos poner un poco más de esfuerzo en la parte superior de la distribución, que concentra gran parte de las emisiones y que no ha sido realmente el foco de las políticas de las últimas décadas” indicó Chancel.