Emisiones de gas metano: lo pendiente ante el cambio climático
La lucha contra el calentamiento global y el cambio climático constituye una tarea titánica y a contrarreloj. Sus dimensiones son tan variadas y complejas que no se pueden abordar desde una óptica unidireccional; hoy en día, en mayor o menor grado, muchas de las actividades económicas y productivas desarrolladas por seres humanos contribuyen al fenómeno de emisión de gases invernaderos, que amenazan el equilibrio del clima y la vida de todos los seres vivos.
Este senador ha de reconocer, al mismo tiempo, que el tema del cambio climático es un debate no natural para el mundo de la política. Se aleja de las grandes disquisiciones sociales, legales, económicas y humanísticas a las que estamos acostumbrados. Pero las decisiones que afectan a los ciudadanos, y al medioambiente, también se toman en este mundo del debate público y político. Hoy nos podemos acercar a esta y otras problemáticas similares, a pesar de la permanente tensión que siempre ha existido entre la política, por un lado, y la ciencia o la técnica, por otro.
En la actualidad, existe amplio consenso respecto del calentamiento global y el cambio climático como fenómenos indesmentibles. Entonces, la controversia al respecto –transversal a estos dos mundos que he señalado– se centra, a mi entender, en cuál es el mejor método, y las acciones más rápidas y efectivas, para enfrentar el calentamiento global y el cambio climático.
Hasta el momento, el calentamiento global ha sido combatido fundamentalmente por medio de reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Sin embargo, en la reciente COP26 la Unión Europea y el gobierno de los Estados Unidos anunciaron la inauguración de un nuevo esfuerzo, un nuevo flanco, para hacer de esta lucha algo más rápido y eficiente: reducir la emisión de metano a la atmósfera, otro potente gas invernadero. Para ello, se formó una organización de carácter público privado, que liderará este esfuerzo a nivel internacional: se trata de MethaneHub.
Entonces, surge la pregunta de si este vuelco estratégico tiene justificación en la realidad. Y efectivamente es así: se ha descubierto que, si bien las moléculas de metano están mucho menos presentes en la atmósfera que las de CO2, generan por sobre 80 veces más calentamiento que las primeras. Son tales los niveles récord de gas metano en la atmósfera, que hoy se lo apunta como el responsable de al menos un cuarto del calentamiento reciente que ha sufrido el planeta.
Al parecer, queda meridianamente claro que las emisiones de gas metano constituyen un problema de urgente atención. Pero, ¿está alineado nuestro país con esta nueva sintonía? Lamentablemente, la respuesta es no. Ni nuestro Plan Nacional contra el Cambio Climático de 2017, ni la Contribución Determinada a Nivel Nacional –compromiso adquirido por Chile frente a las cumbres COP, para limitar la emisión de gases contaminantes– han incorporado el tema del gas metano. Sólo se habla del CO2 y del “carbono negro”.
Por lo tanto, un primer y relevante llamado político es a la nueva administración del presidente Boric para que pueda demostrar su compromiso –no nos cabe duda que lo tiene– con ser un gobierno ecológico, tal como Presidente electo señaló. Un primer paso sería, entonces, poder reformular estos planes nacionales, para poder incorporar, de manera seria y realista, metas de manejo y limitación para las emisiones de gas metano a la atmósfera, junto con los otros dos contaminantes que ya están considerados.
Pero una cosa es el establecimiento de metas y estrategias, y otra muy distinta es el diseño de tácticas que permitan alcanzarlas. ¿A qué deben apuntar las acciones concretas que reduzcan las emisiones de metano? A diferencia de otras latitudes, donde las actividades de extracción y refinería de combustibles, o la alta existencia de desechos contribuyen en la mayor medida, en nuestros países la liberación de gas metano se explica por actividades como la agricultura y la ganadería.
Por eso en Chile los esfuerzos deben iniciarse por ese lado: controlar, reducir o eliminar la emisión de gas metano hacia la atmósfera en las áreas del agro y la ganadería, y con un especial énfasis, por ejemplo, en los procesos productivos de la carne. Asimismo, la creación de métodos de captura y reutilización del gas metano, producido por estas actividades, puede tener incluso un beneficio adicional al cuidado el medioambiente: emplearlo como fuente de energía. Para la regulación de estas acciones y sus efectos, se requerirá la colaboración de todos los sectores, de lo público y de lo privado.
Por último, es importante señalar que nuestro país se encuentra desde ya en una posición de privilegio para este cometido. MethaneHub, el órgano internacional que articulará los esfuerzos contra la emisión de metano en la atmósfera, tendrá por directivo máximo a un chileno: se trata de Marcelo Mena, destacado científico nacional y ex ministro de Medio Ambiente de la presidenta Michelle Bachelet. La misma iniciativa tendrá además su sede en Chile, en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Estoy cierto que este investigador y su organismo estarían prestos a colaborar en este esfuerzo nacional.
En pleno 2022, la naturaleza nos sigue demostrando que con el calentamiento global y el cambio climático ningún esfuerzo termina de ser suficiente.