Cuando la igualdad de género se haga costumbre
Este 8 de marzo muchas saldremos a marchar y a levantar la voz una vez más para continuar visibilizando la necesidad de erradicar las desigualdades de género profundamente enraizadas en las distintas esferas de nuestra sociedad. Con más o menos fuerza las voces de millones de mujeres se alzarán en gran parte del mundo. Y es que la desigualdad de género es, lamentablemente, una problemática que cruza las fronteras y golpea hasta las sociedades más desarrolladas.
La desigualdad de género “parte por casa”. Reflejo de ello es que las mujeres de América Latina y el Caribe dedican en promedio tres veces más tiempo al cuidado y al trabajo doméstico no remunerado que los hombres, según el Índice de Género e Instituciones Sociales de la OCDE. Asimismo, las mujeres tenemos menos tiempo libre; no es casual que, en todos los países del mundo, en todos, los hombres destinen por día más tiempo al ocio, y que en todos los países del mundo las mujeres destinan más tiempo que ellos al trabajo doméstico, según ONU Mujeres.
Esto ha llevado a que las mujeres se incorporen al mundo laboral, pero sin abandonar los roles de género tradicionalmente asignados, y a que junto con el trabajo sigan siendo las principales responsables de la mantención de la casa y del cuidado de los hijos e hijas.
La sociedad patriarcal bautizó y disfrazó esta sobreexplotación generalizada de las mujeres con conceptos aparentemente positivos como “súper mamá”, “multimujer” “mujeres multitasking”. Pero la verdad es que no existe la multimujer, ninguna está dotada de superpoderes que le permita realizar con comodidad y satisfacción el doble de trabajo por el sólo hecho de ser mujer.
Los estereotipos de género existen en todo el mundo, pero la Encuesta Mundial de Valores de 2020 muestra que en Chile están mucho más acentuados y, aunque hombres y mujeres los validan, son más fuertes entre los varones. Esto se evidencia en que cerca del 40% de los hombres en Chile cree que “cuando los empleos son escasos, los hombres deberían tener más derecho a un trabajo que las mujeres”, más del 50% cree que “cuando una madre trabaja a cambio de un sueldo, los niños sufren”. Asimismo, un 35% dice estar de acuerdo con que “una educación universitaria es más importante para un niño que para una niña”, y más del 40% de ellos está convencido de que “en general, los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres”; todas estas cifras son superiores a los promedios de los países de la OCDE. Lamentablemente, quienes validan estos estereotipos por género no son la excepción, sino que siguen siendo la regla dentro de nuestra sociedad.
¿Cuándo dejará de haber un “día de la mujer”? ¿Cuándo el feminismo dejará de clamar por las injusticias? ¿Cuándo se dejará de demandar políticas públicas de equidad de género que aceleren la igualdad? ¿Cuándo dejaremos de necesitar políticas con enfoque de género? La respuesta es simple: cuando la igualdad de género se haga costumbre. Cuando terminen los estereotipos de género; cuando la distribución del trabajo doméstico y del cuidado de nuestros hijos e hijas sea realmente compartida; cuando hombres y mujeres tengamos derecho al mismo tiempo libre; cuando hombres y mujeres estemos igualmente representados en los espacios de toma de decisión, y cuando haya igualdad en todas las esferas de la vida como en salud, educación, trabajo, política y seguridad.
Mientras eso no suceda, mientras no estemos realmente en igualdad de condiciones, el feminismo y las mujeres coordinadas seguiremos demandando y trabajando por alcanzar esa justa igualdad.