Gonzalo Winter y el neoliberalismo
Entre las declaraciones de estos días, hubo una que pasó casi inadvertida, pero que vale la pena de ser comentada, pues tiene que ver con una categoría que ha estado al centro de las demandas y movilizaciones del Chile impugnador de los últimos 30 años: el neoliberalismo. La semana pasada, a través de su cuenta de Twitter, el diputado de Convergencia Social (partido político en el que milita el presidente Boric) Gonzalo Winter escribió una especie de invitación a ponerse de acuerdo respecto a lo que significaría este término proveniente de la teoría política y económica: “Llegó el momento en que nos pongamos de acuerdo en una definición de Neoliberalismo, sino la conversación se estanca”.
Al leer los comentarios que fueron apareciendo en la madeja tuitera de esta publicación, se devela lo que parece ser un rasgo de la política actual y que tiene que ver con la falta de consenso intelectual respecto a conceptos que suelen decorar lienzos, rayados y oratorias de las izquierdas y los movimientos sociales contemporáneos. En los comentarios que subyacen a este posteo de Winter, se puede leer unos que tratan al diputado de revisionista (los radicales anti capitalistas), quienes le recomiendan links de textos y entrevistas de autores de las ciencias sociales como Foucault, Marcuse, Springer o Nozick (confirmando que ni en las ciencias sociales existe un acuerdo sobre el significado de neoliberalismo) y los infaltables bravucones de la era digital que le acusan de estar explicitando algo que, para un militante de izquierda, debería ser materia sabida y no cuestionada (la característica violencia con la que el ignorante disfraza su fragilidad de conocimiento).
La interpelación o sinceramiento del diputado Winter llega en un momento preciso, justo cuando los partidos y movimientos políticos que sostuvieron, durante el estallido social de octubre de 2019, aquel lienzo que decía “Chile será la tumba del Neoliberalismo” se aprestan a gobernar y a redactar la nueva Constitución del país.
La categoría Neoliberalismo ha estado en la boca de muchos políticos impugnadores; en los programas de campaña de las izquierdas ha funcionado como un comodín que emerge para llenar los vacíos propios que va dejando la época actual, y en las canciones y poemas contestatarios opera como coro de aplauso fácil en los mítines universitarios.
¿Qué es el neoliberalismo? La definición para responder una prueba o test (puede que más del algún profesor de Historia lo considere pregunta de prueba) está en Wikipedia y un resumen rápido podría describirlo como la vida mercantilizada en todas sus dimensiones. Luego vienen sus especificaciones e interpretaciones desde los cánones filosóficos, sociológicos y hasta del psicoanálisis, para dar cuenta de un fenómeno que, a estas alturas del partido, parece ir más allá de una racionalidad gubernamental. Y es que el neoliberalismo como categoría, entendido como la cultura de mercado que ha llevado la competencia descarnada y el ánimo de lucro a todas las esferas de la existencia, ha ido mutando en definiciones e interpretaciones al ritmo de un capitalismo que, en las últimas décadas y de la mano de la globalización e internet, parece haberse ramificado cual pandemia desbocada.
Bertrand Rusell expresó alguna vez que, al examinar una teoría o un sistema ideológico, no había que perder de vista la idea central desde donde se organizaba todo lo demás. Es evidente que la aceleración del capitalismo ha ido generando deseos, tecnologías y procesos que ningún movimiento social o militar ha podido contener (es cosa de mirar a Corea del Norte, Venezuela o Afganistán). Y es que el estado actual del capitalismo ha ido generando diversos espectros desde donde busca su expansión, cual hoyo negro que va tragando estrellas y expandiendo el universo.
Hubo países como Chile, Inglaterra o Corea del Sur que funcionaron como un laboratorio que, desde papers universitarios y autoritarismos de gobierno, buscaron adelantar este proceso irreversible y el mundo les apuntó como conejillos de India de la “ideología neoliberal”. Sin embargo, y luego de este boom de los mercados desregulados, emerge el comunismo chino para comprar las acciones dejadas por los “lobos de Wall Street” y aparece en escena un nuevo engendro que mezcla autoritarismo y mercado desbocado: el neoliberalismo ha muerto, viva el capitalismo.
Por lo mismo es que la interpelación de Winter, al contrario de lo que muchos de sus camaradas o compañeros piensan, pone el foco nuevamente en la discusión central que deberían dar las izquierdas chilenas en este momento histórico que les toca protagonizar: ¿que se entiende por neoliberalismo en esta fase del capitalismo? En su libro Neoliberalismo con rostro humano, el abogado Fernando Atria expone los diferentes niveles de neoliberalismo que han transitado en el Chile post Pinochet: el neoliberalismo inhumano instaurado por la dictadura y el neoliberalismo con rostro humano administrado por la Concertación. Puede que pronto alguna tesis doctoral o algún sociólogo agudo escriba sobre el neoliberalismo de las identidades para describir el proceso del Chile post octubre de 2019 y entonces, una vez más, las izquierdas entrarían en la fase de culpas, arrepentimientos y autocastigos que, a estas alturas de la historia, ya parece caracterizarles.
Por lo anterior es que se hace fundamental, para las nuevas izquierdas, tomar una postura clara sobre lo que entienden por neoliberalismo o definitivamente explicitar cuáles son las acciones, valores y símbolos, derivados de la fase actual del capitalismo, respecto a las que buscarán emanciparse. Esto se hace aún más relevante en un momento donde las ideologías (y su antagonismo de izquierdas y derechas) parecen haber ido cediendo ante el discurso posmoderno de la independencia partidaria y la política de la identidad (con su correspondiente moralización de la política).
Winter tiene razón al plantear que, sin un acuerdo sobre el significado de una categoría que se supone ha servido de gasolina a los movimientos políticos del último tiempo, es probable que las agendas constituyentes y de gobierno queden estancadas en un purgatorio de desilusiones. Más importante aún, habría que también comenzar a hablar sobre qué es lo que hay más allá del neoliberalismo: ¿el comienzo del fin del capitalismo?, ¿una fase distinta de capitalismo?, ¿el nacimiento de una nueva categoría para intentar describir la intratable expansión del capitalismo?