Caparrós y triunfo de Boric: “Es el primer resultado del estallido callejero de la región”
Dice Martín Caparrós que desconfía de quienes ya gobernaron América Latina y dicen ser de izquierdas, pero le "ilusiona mucho más el caso chileno" con gente que "no viene de los sectores del quehacer político tradicional" sino que son "jóvenes que vienen de pelearla en la calle".
En ese sentido, Chile, con la elección de Gabriel Boric como presidente, "es el primer resultado de algo que vino pasando en la región durante todos estos años que fueron los estallidos callejeros, que como no tenían un proyecto claro, se disolvían", asegura en una entrevista a Efe el escritor y periodista argentino que participa en el Hay Festival de Cartagena de Indias.
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-¿Ha puesto ese estallido social que se ha vivido en Latinoamérica la democracia en cuestión?
Yo soy lo suficientemente viejo como para haber vivido una época en la que para muchos de nuestros países la democracia era una esperanza, estábamos bajo el peso de gobiernos muy brutales, esperábamos la democracia como la salida de todo eso. (...) Pero ya hay un par de generaciones que no vivieron eso, para las cuales la democracia es la forma de un sistema que los trató mal toda su vida; han vivido 30, 45, 50 años en democracia y han vivido mal.
A los más viejos nos asusta porque sabemos cuáles son las alternativas a eso, quizás las alternativas próximas sean otras, pero es cierto que en los casos más visibles como el de Chile, que eran decisivas e importantísimas para el país, votó -y fue extraordinario- el 56 % de las personas. La democracia es un sistema que se legitima por ser el deseo de la mayorías.
-¿Cree que no hemos entendido bien de qué se trata la democracia?
No sé si no la hemos entendido porque no hay un modelo que entender, hay un modelo que crear. En realidad lo que tenemos ahora como democracia es una construcción del siglo XIX que está limitada por los medios técnicos del siglo XIX, que era muy difícil que mayorías se expresaran (...) Ahora eso no sería necesario en términos técnicos, se le puede preguntar a la gente si quiere o no quiere y en dos días tienes el resultado.
Si acaso tendría que pasar, si vamos a tratar de mantener la democracia funcionando, es extenderla y hacer que signifique una verdadera participación de los ciudadanos y no solamente ir cada cuatro años a poner un papel en una urna. El problema de eso, que es un problema de base, es que se necesita una educación significativa, y, en general, a nuestras clases políticas no les interesa que los pueblos se eduquen.
-Y en ese sentido, ¿cree que se ha perdido respeto por la autoridad?
Al principio autoridad significaba simplemente aquel que por lo que había aprendido, por lo que sabía, por lo que había estudiado, se le reconocía la autoridad para hablar de determinado tema. Esa idea de autoridad se fue degradando y gente que no tendría ninguna autoridad porque no sabe nada en particular ocupa lugares de mando, dice lo que hay que hacer; les hemos ido perdiendo el respeto a las autoridades, y eso que por un lado no es malo porque hace que cuestionemos lo que dicen los supuestos jefes.
-¿Hay un anhelo de que lo que había antes era mejor? ¿Se vivía mejor antes?
Esta idea de vivir mejor o peor que tus padres es algo que yo también he cuestionado bastante: ¿qué quiere decir vivir mejor que tus padres? En España, donde vivo, se dice mucho. Y en síntesis lo que se está diciendo ahí es que probablemente no tienen acceso a una hipoteca para comprar un piso o no pueden comprarse un coche de tal manera o no tienen seguridad laboral, un empleo fijo y tranquilo, por lo tanto consumen menos, compran menos y gastan menos. Yo no estoy seguro de que eso sea vivir peor.
-Y la pandemia, ¿está influyendo? Usted en algún momento dijo que habría que volver a donde estábamos antes.
Yo creo que desde el principio lo que sí hizo la pandemia es desvelar en sentido literal, correr los velos, mostrar muchas cosas que no queríamos ver y que seguimos sin querer mirar: ciertas desigualdades que con esto se hicieron notorias pero a un nivel escandaloso, el hecho de que los países ricos estén hipervacunados y muchos de los países pobres no tengan ni el mínimo necesario.
Es una diferencia extraordinaria que además se vuelve en contra de los países ricos porque evidentemente siguen surgiendo nueva cepas que vuelven a los países ricos que no se tomaron el trabajo y el esfuerzo de mandar suficientes vacunas -o no mandar suficientes vacunas porque eso sigue siendo asistencialismo y regalo-, liberar las vacunas.
A mí me sorprende mucho que en este caso el capitalismo global haya sido tan necio de no encontrar la forma de liberar las patentes de las vacunas para que todo el mundo pudiera vacunarse rápido. Han perdido muchísimo más dinero al no haber vacunas para todos, para estas cepas que vuelven, que el que les había costado incluso, como dicen en mi barrio, hacer una 'vaquita', juntar un poco de plata, para pagarle a Pfizer y a AstraZeneca y a los tres o cuatro fabricantes.
Me parece que esto tiene que ver con un momento del mundo en que no hay una conducción clara, los Estados ya no alcanzan para manejar el mundo porque las grandes corporaciones son supranacionales, están por arriba de los Estados, se mueven entre sí. Se respetaron los sacrosantos derechos a la propiedad privada y esto no termina. Vienen las nuevas cepas, vienen los nuevos problemas.