CRÍTICA| Alice Guy: Mujer pionera en el cine y borrada de su historia
"Se natural", rezaba el cartel que Alice Guy-Blaché dejó como un mantra a sus actrices y actores en los albores del séptimo arte, cuando se les exigía posar ante la cámara y ni siquiera había un lenguaje cinematográfico propio. Tampoco existía una industria como tal, menos aún se pensaba en la posibilidad de narrar historias con el invento que los hermanos Lumière veían tan solo como un artilugio. Guy fue la primera entre los primeros.
Fue la primera mujer, por ejemplo, en dirigir, producir y escribir películas. Incursionó en el sonido sincronizado y tiene –aunque la historia se lo haya quitado– el título de la primera persona en vivir completamente de este nuevo arte, llegando incluso a formar su propio estudio. Su desaparición incluso de las escuelas de cine es realmente un escándalo.
El desentierro de Guy-Blaché
De este desconocimiento general es desde donde Pamela B. Green inicia su documental. Un panel de miembros de Hollywood que reconoce no saber de Guy-Blaché ni de su obra se transforma rápidamente en una búsqueda por desenterrar su historia en clave detectivesca narrada por Jodie Foster.
Redescubrir, buscar, reivindicar. Son verbos recurrentes ligados a la vida de esta verdadera pionera. Porque, como hemos descubierto en los últimos años, es una historia recurrente entre las grandes mujeres de la historia, e incluso de la actualidad.
Solo dos mejores directoras en el Óscar
“Siempre son las mujeres las que bajan sus candidaturas”, se leyó en diversos tweets durante la elección de la presidencia para la Convención Constitucional cada vez que una mujer debía ceder su candidatura. Porque el desplazo de la mujer de los roles principales, ya sea en política, en el cine o la cotidianidad de la vida, es algo que sigue siendo una espina clavada que muchos se resisten a sacar.
Basta con revisar la cantidad de mujeres ganadoras del Óscar a mejor directora. Dos. Una de ellas en la última premiación. Ese desplazamiento es el hilo conductor de la narración de B. Green pues, como descubriría en su detectivesco trabajo de ocho años, fueron sus personas más cercanas las que terminaron enterrando su legado.
Parece ser una enfermedad patológica del género masculino el quitar el legítimo crédito a la mujer, lucha en la que todos nosotros tenemos que cooperar y concientizarnos. Y Be Natural funciona como un interesante método aleccionador, incluso para los más reacios a tratar de entender las desigualdades históricas, sociales y culturales del machismo.
Una película feminista
El panfleto, tanto en su buena y mala concepción del término, no es parte del documental. Tampoco es una película militante ni directamente asociable a la pañoleta verde que ha inundado las calles del mundo para exigir un mundo más justo. Sin embargo, es una película feminista en su núcleo.
El problema está en su carácter de nicho, lo que realmente no es una complicación en sí porque necesitamos, y Be Natural lo hace bien, rescatar no solo de forma romántica la malversada historia de Guy, sino que también de forma técnica y masiva. Y esto último es lo que difícilmente logre la propuesta de la directora estadounidense.
Cualquier persona mínimamente interesada en el cine como actividad artística, estética y política, por cierto que disfrutará de sus 103 minutos, pues mantiene un ritmo especialmente frenético durante los dos primeros tercios del documental, con un montaje veloz y un inteligente uso de las animaciones, considerando el escaso registro audiovisual sobre Guy o su descendencia.
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Pero la baja en el ritmo y el inevitable desgaste en la fórmula elegida para narrar son mínimas al lado de descubrir la historia de una mujer que no solo hizo comedia y empleó técnicas inéditas como los primero planos y el uso del rebobinado como elemento artístico, sino que salía del contemplativo acto de La salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon (1895) o La llegada de un tren a la estación de La Ciotat (1986), ambas de los hermanos Lumière, para entrar de lleno en la narración cinematográfica de El hada de los repollos (1896) y la espectacular sátira de género en Las consecuencias del feminismo (1906).
Si Legwork Coll, la empresa de detectives de medios que B. Green fundó, continúa encontrando y adquiriendo derechos de material así, ojalá se anime a continuar documentando y rescatando imágenes como estas, porque no son solo un aporte a la memoria del cine, sino que también a la memoria de la mujer y de toda la humanidad.