Camilo Escalona y apoyo del PS a Boric: "Tenemos que colaborar para que le vaya bien"
Tras el apoyo "sin condiciones" anunciado por el presidente del Partido Socialista (PS), Álvaro Elizalde, al rato de conocer los resultados de la primera vuelta, el PS puso en marcha toda su maquinaria para formar un "grupo de tareas" del partido que brinde apoyo a la campaña de Gabriel Boric. El ex presidente del partido (2006-2010) Camilo Escalona es uno de los integrantes de este colectivo que, recalca, "no forma parte del comando oficial de la campaña". Su tarea de cara al balotaje pasa por "ayudar y apoyar la actividad porque mantenemos presencia territorial en todo Chile" y el candidato frenteamplista necesita mejorar sus resultados en regiones y zonas rurales.
Escalona, que asegura que ha hablado con Boric en una sola oportunidad por teléfono –"para el impasse difícil y delicado que se generó en las primarias–, se muestra convencido de que el apoyo a Boric ante la segunda vuelta tiene que ser "sin mezquindades", "colaborando con toda la energía", pero sin pedir ningún cargo. En juego hay, según estima, la reconstitución de la legitimidad del régimen democrático y eso no da para "cabildeos" ni para "traer rencores añejos" entre sectores.
En entrevista con El Desconcierto expone su mirada sobre el balotaje y sobre su apoyo como partido a la campaña del candidato de izquierda. Hace autocrítica de los resultados electorales, de la gestión de la transición por parte de su conglomerado y dibuja escenarios de gobernabilidad para el futuro presidente.
¿Estamos ante una elección de extremos?
Kast hoy [por este viernes] en el foro de la Archi se sinceró. Es tremendo lo que dijo en temas de mercado, tributos, seguridad, etc. Es un candidato extremista. Boric es un candidato democrático que ha dado pasos muy importantes para generar una mayoría que le permita ganar el 19 de diciembre.
¿Qué le pareció que poco rato después de conocerse el resultado de la primera vuelta, su partido entregara el apoyo sin condiciones a Gabriel Boric?
Fue un acierto. Álvaro Elizalde tiene dos grandes aciertos: el acuerdo del 15 de noviembre de 2019 y el apoyo sin condiciones a Gabriel Boric. No eran decisiones fáciles de tomar, pero demuestran que hay circunstancias en que los líderes políticos tienen que ser capaces de tomar decisiones que sean trascendentes. La razón principal es el peligro de la ultraderecha. Es indispensable cerrarle el camino. Adelantarse con el anuncio apenas se tuvo certeza de que Boric y Kast enfrentaban la segunda vuelta y hacerlo público es de las decisiones más lúcidas del último tiempo.
¿Por qué entonces se ha demorado hasta hoy el gesto de la ex precandidata por su partido, Paula Narváez, para dar su apoyo públicamente a Gabriel Boric?
Lo de Paula Narváez no suma ni resta nada. Con toda la distancia que la gente tiene de los partidos políticos, en un momento clave como el término del recuento de votos de la primera vuelta, la decisión de los partidos era fundamental. Eso colaboró con la decisión de la DC, del PPD, del PR y ayudó al pronunciamiento de Ricardo Lagos. El proceso de constituir un amplio bloque sin condiciones en torno a Boric concluyó el jueves de la semana pasada. Ese proceso ya se hizo.
Pero Paula Narváez fue su candidata.
Es que ella no fue parte de ese proceso, no le veo ninguna significación al gesto de hoy porque ya se hizo. Estas cosas o se hacen de inmediato o no se hacen.
¿Y por qué o quién dilató ese gesto de Narváez para que no ocurriera de inmediato?
No lo sé, no es mi problema. No suma ni resta nada.
Si gana Boric, ¿el PS debería ser parte del gobierno o hacer oposición?
Oposición en ningún caso, tenemos que ayudar, colaborar. No pedir ningún cargo, no pedir nada. No somos parte del bloque que levantó la candidatura de Gabriel Boric, en consecuencia, estaría totalmente fuera de lugar pedir estar en la foto. No corresponde, pero sí tenemos que colaborar.
¿Y si les ofrecieran un espacio?
Es que la pregunta conlleva de inmediato la idea de que estamos esperando que se nos ofrezca algo. No hay que generar ninguna presión al presidente electo, no hay que ofrecerse de manera directa ni indirecta. Pero sí tiene que estar clara la decisión socialista de ayudar, colaborar. Es un momento determinante para reconstituir la legitimidad del régimen democrático y, en eso, tenemos que colaborar con toda la energía, pero no pidiendo cargos.
¿Se podría invertir el escenario que vimos en el último gobierno de Michelle Bachelet, en el que RD dijo que ejercería una “colaboración crítica”, cuando Miguel Crispi estuvo en el cargo de asesor del Mineduc?
No, eso son eufemismos inconducentes… Nosotros tenemos que colaborar en todo lo que podamos, sin mezquindades de ningún tipo, esto no es una transacción. No es colaborar a cambio de algo. El régimen democrático en Chile no está en condiciones de entrar en este tipo de cabildeo. La ciudadanía tiene un grado de sospecha del sistema político que se da cuenta de todas estas cosas.
¿Cree que Gabriel Boric es un socialdemócrata al estilo europeo, como opinan algunos de sus asesores y expertos?
No comparto esa frase. En mi libro El tiempo del pueblo unido explico que el proceso chileno fue posible porque existió un PS que no era ni comunista ni socialdemócrata, era una respuesta chilena para la revolución chilena. La socialdemocracia europea ha hecho proezas en Europa, pero nosotros necesitamos nuestra respuesta chilena para resolver este momento tan delicado de debilitamiento del sistema político. Eso tendrá un poco de la experiencia europea, no tiene por que ser una respuesta anticomunista, como pide la derecha, deberá ser una respuesta genuina a nuestros problemas, no tiene que tener ningún rasgo de exclusión, tiene que ser la unidad de la diversidad de las fuerzas del cambio.
¿En cualquier caso, no lo ve como un socialdemócrata?
No lo veo como una copia de la socialdemocracia europea, al igual que Salvador Allende veía que el futuro de la revolución chilena no podía ser una copia de la experiencia del movimiento comunista internacional.
¿Cómo se ha dado el proceso de sumarse al FA, en ese intercambio generacional, luego de que el FA haya sido bien crítico con ustedes y su conglomerado, con esa etiqueta de la vieja política?
Allende nunca habría invitado al PR si hubiese sido por las palabras que se dijeron en los años 60. El PR había sido parte del gobierno de la derecha, pero el mayor empeño de Allende fue incluir a los radicales en el gobierno de la UP. No le veo sentido a traer rencores añejos.
Es más fuerte el objetivo que hay por delante.
Está por medio la estabilidad democrática de Chile, no discutimos por la presidencia de una Comisión de las veintitantas que hay en el Congreso. Hay que reconstituir la legitimidad del régimen democrático y para eso no podemos estar con mezquindades y pensar en lo que nos dijimos ayer.
¿Cómo observa la preparación y cambios de Boric para la segunda vuelta?
Ha hecho un esfuerzo tremendo. Su carta a la DC fue un esfuerzo político tremendo. Observo la voluntad de romper el nicho desde el cual él se proyectó y abrirse a la conformación de una mayoría capaz de gobernar.
¿Puede llegar a alguna parte del 50% y poco que se abstuvo en la primera vuelta?
No creo que este 50% vaya a ir a votar, nunca fue así en Chile [..] El esfuerzo de la campaña tiene que ser llevar a votar a unos 3,6 o 3,8 millones de personas, me pongo en el rango de la votación de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Ese debe ser el propósito.
Elecciones y salud interna del PS
¿Qué análisis o autocrítica hace de los resultados de la elección legislativa y de la primera vuelta, que por primera vez dejaron a su coalición fuera del balotaje?
Fue una severa llamada de atención a las fuerzas que durante 20 años dirigieron la transición democrática, desde 1989-2009 (luego ganó Piñera y no podemos incluirlo a él si apoyó la campaña de [Hernán] Büchi en 1989). Estas fuerzas han tenido un severo decaimiento. El resultado del PS en elecciones de gobernadores, concejales y concejalas, diputados y diputadas, y senadores y senadoras no es catastrófico, no nos pone en una situación terminal, pero sí es preocupante. Para las fuerzas de centro-izquierda es un resultado alarmante. Hay partidos como la DC que perdieron todo el apoyo que tenían al inicio de la transición. Pero más allá de mirar a los partidos por separado, es evidente que la ciudadanía constituyó una mirada crítica de la transición y esto lo tenemos que recoger y aceptar. La transición no cumplió todos sus objetivos y en consecuencia la ciudadanía tomó una mirada crítica y de distancia del trabajo que hicimos como conglomerado.
Esta mirada crítica que menciona, ¿en qué se concreta, qué enmienda la ciudadanía en específico?
Se cayó en el conformismo. La Concertación tuvo logros muy significativos. Después de la dictadura, legitimar un gobierno civil fue un éxito muy importante, pero los éxitos fueron solo en el ámbito de la estabilidad política, de la gobernabilidad democrática, y el país requería más que eso. Requería transformaciones en el ámbito económico y social, y enfrentar los abusos de poder político, del poder económico y la desigualdad. Los éxitos políticos llevaron a una actitud de conformismo o de autocomplacencia que no fue capaz de enfrentar estas transformaciones y, en consecuencia, la ciudadanía castigó a las fuerzas de la ex Concertación.
El famoso lema del estallido ‘No son 30 pesos son 30 años’ instaló también esa mirada. ¿Fue rebatido con suficiente fuerza ese mensaje por parte de bloque?
No fuimos capaces de poner énfasis en lo positivo y pasó un fenómeno bien desafortunado: o fue todo bueno o fue todo malo. Ese no es el dilema de un proceso tan complejo. Aparecieron los que defendían todo a brazo partido y sin fisura y los que encontraban que estaba todo mal, que era como un ‘transformismo’ de la dictadura, como alguien dijo. Con lo que hoy vemos de Kast, queda claro que no fue como la dictadura. La ex Concertación no fue capaz de defender sus buenos logros, pero tampoco fue capaz de abordar aquellos aspectos deficitarios o incorrectos para rectificar. La suma de ambos nos condujo a un lamentable blanco o negro. Al final, la ultraderecha creció en el vacío que se generó porque lo que se hizo en políticas sociales ha sido descalificado. La crítica de que no eran 30 pesos sino 30 años no ha hecho más que alimentar a la ultraderecha.
¿Por qué a otros partidos tradicionales como el PC les ha ido bien en esta etapa?
No les ha ido tan bien, no sería tan categórico en eso porque está en tela de juicio el sistema de partidos tradicional. Eso explica que el candidato a presidente no sea comunista y que sea de una fuerza nueva como el FA.
Pero les ha ido mejor que a las fuerzas de Nuevo Trato: han sacado senadores, diputados, tuvieron buenos resultados en las municipales y en los convencionales…
Nosotros también tuvimos senadores, eso no nos diferencia.
Pero ellos no tenían y en cualquier caso los resultados son mejores, no han retrocedido como sí ha ocurrido en la centro-izquierda.
No tenían porque tampoco, desarrollaron una política de llegar a acuerdos que les permitieran ingresar en el juego democrático y ellos mismos rectificaron desde el año 2005 en adelante. Ese fue el gran cambio que se concretó en 2009, cuando el propio presidente y el secretario general del PC entraron a la Cámara de Diputados. Es la expresión de una política que se empezó a definir, de 2006 en adelante y que se concretó de 2009, pero no dice relación con el estallido social y sus consecuencias.
Entonces, ¿descarta que los resultados que han obtenido en todo este año electoral tenga relación con su respuesta ante el estallido?
El PC en Chile siempre fue un partido influyente, se está restableciendo la normalidad, un hecho que siempre había ocurrido.
Osvaldo Andrade dijo en una entrevista en The Clinic que ahora el PS corre el riesgo de convertirse en un partido “intrascendente” y que la crisis que atraviesa no es menor. ¿Qué opina del estado de salud de la interna del partido?
No es novedad esa frase, ya la dijo Mahmud Aleuy. Hace varios años que se vaticina la intrascendencia del PS.
¿Usted no es tan pesimista?
Siempre he sostenido que el PS no desarrolló como debía su fuerza territorial y ésta se mantiene, pero se debilitó. Nosotros éramos un partido con un potencial mucho mayor del que se desarrolló en los años de la transición y eso tiene relación con las modas políticas que se imponen y que parecen verdades definitivas. Importaron los partidos de opinión mientras que la fuerza de mantener una organización de base con una estructura territorial quedaron en el pasado. Esa mirada simplista, eso de ponerse la camiseta que está de moda, al PS le jugó una muy mala pasada y se confirma ahora. Todos dicen lo que yo sostuve como presidente del PS durante tantos años: estamos perdiendo un tiempo precioso para fortalecer al socialismo. Fui uno de los principales críticos de la teoría del partido de opinión, pero no fui escuchado porque el partido se dejó llevar por lo que estaba de moda.
¿Cómo ve la gobernabilidad para el futuro presidente, tal y como quedó de fragmentado el Congreso?
Es muy importante llevar a los 3 millones y tanto de personas a votar por Boric, para tener un triunfo claro e indiscutible. La legitimidad del presidente será decisiva dado la relación de fuerzas en el Congreso. La autoridad política del presidente será determinante, su convocatoria, el respaldo ciudadano. Cuando se da una correlación de fuerzas tan estrecha y pareja tiene que brotar el sentido del presidencialismo para fortalecer la autoridad. Por eso tenemos que colaborar para que a Boric le vaya bien, todo lo demás no importa.