A los votantes de Kast
Para José Antonio Kast es extremo que millones de chilenas y chilenos tengan que encerrarse en sus casas antes de las 8 de la noche para que no los asalten o maten. Tiene razón: es sólo cosa de recordar todas las personas que han sido asesinadas por fuerzas policiales y estatales en el país, no sólo desde octubre de 2019 sino desde el comienzo de la dictadura en 1973, proceso que él ha sido enfático en defender.
¿Cómo votar por Kast podría significar salvar al país, si él le dice “SÍ” a lo que la ciudadanía le dijo fuertemente “NO” en 1988, y le dice “NO” a lo que el 80% de las y los chilenos le dijeron “SÍ” en octubre del 2020? ¿Estamos hablando de Chile o de una minoría que apoya las dictaduras (y, por tanto, no la democracia), la desigualdad, la concentración del poder y la imposición de creencias valóricas determinadas por sobre las necesidades y los deseos dilucidados por el debate público?
¿Y qué incluye salvar al país, si él se opone a garantizar derechos humanos básicos a una parte importante de la población (cuantitativa y cualitativamente), como lo es la comunidad LGBTIQ+? Él insiste con el valor de la libertad, y sin embargo deja fuera la libertad esencial de poder amar e involucrarse con un otro, y no sólo la excluye; la castiga y la aborrece.
Para José Antonio Kast la inmigración no sólo es extrema: es un delito. Si mis abuelos que venían de Palestina no hubiesen podido ingresar a Chile en búsqueda de una vida mejor, yo no existiría. Casos como el mío son millones, porque la migración ha estado en la humanidad desde siempre. Es natural que nos movamos de un lado para otro, sobre todo con el fin de mejorar nuestras vidas y las de nuestras familias.
¿Cómo prohibir eso es salvar Chile? Votar por Kast significa dejar sin oportunidades a estos millones de personas, significa censurar el derecho a moverse con autonomía por este mundo que habitamos. Sus votantes podrían corregirme y decirme que él sólo se opone a la ilegalidad del proceso, pero eso no tiene mucha coherencia con su obsesión por defender la patria y la “cultura chilena”. La migración potencia la multiculturalidad y no la imponencia de una cultura por sobre otras.
¿Y por qué Kast insiste en poner orden en el país y sus votantes o posibles votantes consideran que esto es tan relevante? Estamos viviendo un proceso de cambios políticos que fue respaldado con un 80% de aprobación nacional. Estos no pueden ser posibles sin un poco de desorden y desacuerdo, sin recoger y examinar una variedad de ideas, sin evaluar un montón de necesidades y aspiraciones, y sin modificar ciertas medidas institucionales que permiten los cambios mismos.
No queremos recuperar Chile: queremos cambiarlo. Eso es lo que decidimos la gran mayoría, y es una falta de respeto –además de un daño tremendo a nuestra democracia– que un candidato busque pasar por alto esos resultados de la discusión y el plebiscito público, y censurar los deseos masivos de un nuevo Chile. Y es importante estar conscientes de lo problemático que es tener a un Presidente que no es parte de esa mayoría, y lo peligroso que es para nuestro propio destino.
Muchos votantes y posibles votantes de Kast se sienten atraídos por su candidatura porque creen que puede fortalecer la economía del país, lo que sin duda es importante, pero no es lo único que debemos perseguir. Incluso dando más apoyo económico a las Pymes, algo en lo que José Antonio Kast es enfático siempre, ¿qué pasa con todos los otros elementos no estrictamente económicos que afectan nuestras vidas? Entre ellos la dignidad, el derecho a amar y relacionarnos con quien queramos, el tiempo de ocio, entre otros. ¿Acaso creen que un PIB más alto va a resolver mágicamente nuestras deficiencias en desarrollo humano? Difícil que así sea cuando indicadores como este y otros tipos de mediciones en esta materia se centran en la economía total del país, en la suma, y no en las situaciones particulares de cada persona, haciendo así que la desigualdad pase desapercibida. Si Kast y sus votantes no reconocen la desigualdad como problema, ¿cómo esperan gobernar a un país que sí lo hace?
¿Atrévete con Kast a salvar Chile? No. Atrévete a mirar a tu hija lesbiana a los ojos y decirle que no puede armar formalmente una familia en su país, que no puede comprometerse con la persona que ama, que corre peligro al demostrar su amor en público. Atrévete a mirarla a los ojos si retrocedemos en medidas institucionales básicas que tanto han costado lograr durante la última década, para asegurar, o al menos promover, que ella y todas las mujeres puedan vivir en igualdad de derechos con los hombres. Atrévete a mirarla a los ojos si queda embarazada y es obligada a ser mamá sin su consentimiento (algo que, por cierto, un hombre no puede saber cómo se siente), si se le niega la «libertad» de elegir por sí misma, o si muere en un aborto clandestino (aunque en este caso ya sería demasiado tarde para mirarla a los ojos). Atrévete a mirar a tu pareja mujer a los ojos y decirle que está bien que su sueldo sea más bajo que el de un hombre por el mismo trabajo realizado, que no es grave que la acosen sexualmente en el trabajo, en cualquier lugar privado, o en la calle. Atrévete a decirle que las discriminaciones con las que tiene que lidiar sólo por causa de su género, no son prioridad. Es decir, que hay problemas que afectan a más de la mitad de nuestra población que no serán considerados lo suficientemente importantes.
¿Atrévete con Kast a salvar Chile? Me opongo. Me opongo a atreverme a privilegiar la comodidad de unos pocos por sobre la dignidad de todo un país. Me opongo a atreverme a creer que Chile es mejor con machismo, homofobia, xenofobia, clasismo, individualismo, y la predominancia de valores morales por sobre la resolución de los asuntos públicos.
Votar por Kast no es atreverse a salvar Chile; es negar los cambios que necesitamos y pedimos a gritos; es validar el pinochetismo y el profundo daño que éste causó en el país; es concentrar el poder en unos pocos; es imponer creencias valóricas a una población con ideas, opiniones, necesidades y costumbres diversas (él quiere que la gente sea tolerante con sus pensamientos, pero no hace lo mismo con los demás).
Y si votas por Kast porque crees que es el único con “carácter fuerte” para liderar el país, te recuerdo que los presidentes no gobiernan solos. ¿Qué liderazgo queremos para Chile? Me parece que esa es una mejor pregunta para hacerse al definir nuestra opción para Presidente. Que lo más importante a evaluar no sean sus cualidades y/o competencias particulares, sino sus ideas y visiones, y cómo éstas podrían beneficiar a la comunidad. Si elegimos un liderazgo que deja parte de la población fuera, como lo es el caso de Kast, lo que hacemos es rechazar la democracia y poner en peligro el destino del pueblo chileno.