CRÍTICA| De David Bowie a Plaza Dignidad: Los relatos de Eva Débia
El sugerente título, aunque pertenece al último cuento, encaja a la perfección con el resto de los relatos. Al leerlos, imaginé un ángel-duende, con pícara mirada y muerto de la risa, lanzándonos estas historias, que van tocando un pedazo de cada suelo de nuestro largo territorio. Ya sea rescatando su pasado o desafiando su presente, las historias no dejan indiferentes, seduciendo, interpelándonos a no quedarnos con una primera lectura porque el angelito este, juega sorpresas y nos da vueltas con finales inesperados y sobre todo, con una implacable crítica a la sociedad que habitamos.
Historias arraigadas en nuestra localidad como país y continente, retratos en tiempos diversos de una misma realidad que gira en torno a la injusticia, al poder, a la relación de pareja, a las mujeres, en un revelarnos esas profundas desigualdades y dolores bajo apariencias de normalidades cotidianas.
En la aparente sencillez de los relatos, con personajes que podemos encontrar en nuestras calles, en el vecindario, en nuestro mestizaje, en los y las migrantes, desde sus precarias vidas, va apareciendo la impotencia de sus anonimatos en una realidad política y social que los agrede.
Eva Débia da la impresión de ser una recolectora de historias que pueden haber sido orales, testimonios que ella recogió y desmenuzó. Su ficción está contada como sucesos que traspasan la línea de lo inventado y se instalan en un área difusa cuando lo imaginado se vuelve verídico. Es la capacidad narrativa de la autora, donde finalmente es la literatura la que habla.
Lo trágico y lo cómico de estas historias van de la mano. También una cierta ingenuidad de sus personajes, que arrastran tanto vidas marcadas por la ciudad que los agrede, como conllevan la esperanza de encontrar salidas a pesar de su soledad. En 'La más hermosa noche de campo', relato que se estructura con inteligencia alrededor de la figura del cantante David Bowie, caminamos con un personaje que nos va entregando ternura a medida que recorre las calles con la dificultad de sentirse un pollo en corral ajeno, un solitario que sufre y rehuye el agobio de una urbanidad que no es amable ni acoge a sus habitantes.
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También está la ternura del personaje de 'La menor', ese profesor de música, que cambió al dedicarse a tan exigente oficio por la enseñanza. Ahora jubilado, junto a su mujer de toda una vida, continúa cuidando unas delicadas aves, en una hermosa analogía de esa necesidad humana de acoger, alimentar y cautelar la vida.
La memoria es otro recurso esencial de los relatos. Débia hace gala de su profesión de periodista y hurga en el pasado buscando ese tejido necesario para llegar al presente. En 'Bronce y memoria', investiga en la historia del país, siempre de una forma tangencial, por el ladito. No hablan los héroes ni hay textos épicos. Son testigos anónimos, como ese narrador de la Plaza Dignidad. Lo ha vivido todo y da cuenta de hechos como la masacre de Lo Cañas (1891) pasando por jolgorios deportivos, manifestaciones con flores y cánticos, otras con muchas lacrimógenas y por supuesto el perro Matapacos, cuando estaba vivo y se arrimaba al narrador para descansar. ¿Quién es este testigo que nos cuenta de la Plaza? No lo dice, a ratos puede ser una piedra o el suelo bajo el plinto, pero el general no es. El militar es otro que estuvo y se lo llevaron.
La incógnita vuelve a aparecer en 'Gotas de agua', donde no se esclarece bien cuál es la condición de salud de unos mellizos. A ratos las pistas van por un lado, en otras por otro camino. Una jugarreta más del ángel pillo, que escabulle certezas para hacernos buscar la identidad a medida que el relato avanza, porque ambos cuentos están armados a modo de rompecabezas. Quien lee debe aportar algunas piezas y cada figura necesita encajar de manera exacta con sus vecinas.
Memoria y pasado que volvemos a encontrar de manera original en 'Una docena de velas a san Expedito', acerca de la extinción de los Selkman. Lo narra la última sobreviviente, Mariana, una chica hace presente la oralidad de su tribu, a través de otra contadora de historias, mama Rosa, que revolviendo la olla del charquicán, relata una tremenda historia de genocidio y brutalidad, desde la cotidianidad de la cocina a leña.
En esta primera narrativa de ficción de Eva Débia, no queda más que esperar con ansias su próximo libro.
Cuando el ángel pase lista
Eva Débia
Ediciones del Gato
137 páginas
Precio de referencia: $10.000